Tal y como afirma Piers Steel, existe una relación directa entre la motivación para hacer algo y el valor que vemos en hacerlo. Cuanto menos valor tiene hacer algo para nosotros, más nos cuesta ponernos en marcha para hacerlo. Cuando algo no nos gusta o satisface, solemos caer en el aburrimiento, síntoma inconfundible de la irrelevancia.
La palabra aburrimiento procede del latín, concretamente compuesta por el prefijo «ab» cuyo significado es «sin» y «horrare» que significa «horror». Se trata de «la existencia desprovista de sentido». La RAE define la palabra como «cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada». En definitiva, nos aburrimos cuando no somos capaces de encontrar el sentido de lo que hacemos. Asimov llegó a afirmar que el aburrimiento se convertiría en uno de las principales problemas de nuestra época. En este sentido, algunos psicólogos y especialistas afirman que suele ser una de las principales razones por las que muchos jóvenes acaban entrando en el oscuro mundo de la droga o el alcoholismo.
Mihály Csíkszentmihályi puso de manifiesto en su obra «Fluir: La psicología de las experiencias óptimas» que las personas somos más felices cuando somos capaces de alcanzar lo que él denominó «estado de flujo», es decir, un estado de concentración o absorción plena sobre lo que estamos haciendo. Fluir es posible cuando se alcanza un equilibrio entre el desafío que supone hacer algo y nuestras habilidades al respecto. Si lo que hemos de hacer se percibe como excesivamente sencillo o difícil, acabaremos por desconectarnos, ya que no existe tal equilibrio. Según afirma Piers Steel, una de las formas de vencer el aburrimiento es aumentar la dificultad de aquello que hemos de hacer hasta encontrar el punto de equilibrio que nos permita fluir, ya que en este estado se alcanza un estado de armonía entre el contexto, la atención y la motivación
Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. José Ortega y Gasset
En el trabajo del conocimiento, la contribución de valor de cada cosa que hacemos es desigual, e incluso en ocasiones puede hasta ser distinta, por lo que decidir qué hacer y qué no hacer en cada momento, acaba influyendo directamente en el valor de lo que hacemos y también en la valoración que percibimos de lo que hacemos. En este sentido, y desde el punto de vista de la procrastinación, hemos de aprender a gestionar de forma correcta nuestros compromisos y a tomar decisiones. Encontrar el sentido de lo que hacemos nos permite valorar aquello que hacemos, y por tanto encontrar la motivación suficiente que nos invita a hacer
Según Piers Steel, quienes trabajan con objetivos a largo plazo procrastinan menos. Steel nos recomienda sustituir las metas de evitación por las metas de acercamiento. Por ejemplo, en lugar de enfocarse en «no estar cansado», poner el foco en «conseguir más energía». La dificultad cuando hablamos de objetivos es que se definen de forma frágil, contribuyendo de forma directa a la desmotivación. Un objetivo mal definido es garantía de fracaso, favoreciendo la permanencia del hábito de procrastinar. José Miguel Bolívar propone como alternativa a los tradicionales objetivos, el uso de objetivos elásticos, cuyo elemento diferenciador es que introducen una serie de holguras que permiten una mayor durabilidad de la motivación, resultando mucho más útiles. Los objetivos elásticos son uno de los elementos característicos de la metodología OPTIMA3®, la metodología de efectividad personal que usamos en OPTIMA LAB
Cuando sé para qué hago las cosas, conozco el valor que tienen para mí, y esto me aporta la motivación necesaria para superar los posibles obstáculos. Paz Garde
Paz Garde, gran amiga y colega artesana en OPTIMA LAB, afirma que si tuviese que quedarse con una sola clave para mejorar su efectividad personal, se quedaría con el sencillo hábito de preguntarse «para qué». Cuando conoces el propósito de cualquier cosa que has de hacer, ganas claridad y capacidad para decidir mejor. Además, cuando tienes claridad de lo que deseas y hacia dónde quieres dirigirte, en tu cerebro se pone en marcha el Sistema de Activación Reticular (SAR), que sin duda resultará de gran ayuda para permanecer conectado y evitar la temida desmotivación.
Una persona que tenga una meta muy clara conseguirá avanzar incluso en las condiciones más difíciles. Una persona que no tenga ninguna meta clara no conseguirá avanzar ni siquiera en las condiciones más favorables. Thomas Carlyle
Tener en cuenta el «para qué» de las cosas, antes de comprometerte a hacer algo, es uno de los mejores hábitos que puedes desarrollar para mejorar tu efectividad personal. Con ello encontrarás el sentido de lo que haces en cada momento, dejando a un lado el aburrimiento y la desmotivación que te llevarán sin remedio a la procrastinación.
Esta entrada Procrastinación (IV): Encontrando el sentido de lo que hacemos has sido publicada por Antonio José Masiá