Revista Educación

Procrastinar

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Procrastinar

ProcrastinarUna de las lecciones más útiles que me ha dado la vida, a base de tortazos, lo admito, es la de no dejarme llevar por la procrastinación. La palabra, muy de moda en los últimos tiempos en esos foros pseudo psicológicos que tanto proliferan por las redes sociales, no significa otra cosa, para quien no domine el término, que aplazar.

Yo soy muy procrastinadora, no voy a engañarles. Me he pasado la vida dejando para mañana lo que podía hacer hoy. Debí empezar a hacerlo cuando era muy pequeña, pero cuando comencé a practicar la procrastinación con verdadera asiduidad fue en la adolescencia. Por entonces no había casi ninguna cosa que no dejara para después: las tareas de casa, los estudios, los deportes..., en definitiva, prácticamente todas las obligaciones que no eran de mi gusto. Obviamente la costumbre de aplazar me trajo no pocos disgustos académicos y familiares especialmente.

Y como se trataba de tropezar varias veces en la misma piedra para aprender yo he necesitado darme cientos de hostias para darme cuenta de que procrastinar no me ha traído más que angustias y malos ratos y, lo más importante, me ha impedido disfrutar a tope del momento. Porque la faceta más dura del aplazamiento es que durante el tiempo en el que estás procrastinando tienes un enorme cargo de conciencia que te impide sacarle partido al momento presente. Y no es que no lo pienses, por supuesto que lo piensas y te dices: si sé que estoy pasándolo mal y que si hiciera lo que debo hacer me sentiría mejor, ¿por qué coño no lo hago ya y disfruto del después a tope? Pues porque la condición humana es así, qué quieren que les diga.

Uno aprende, entre otras razones, para evitar los golpes. Te dan los primeros cincuenta y entonces te echas a un lado para que no te den el 51. Igual vuelven a darte el 89, pero algunos te habrás ahorrado hasta entonces. Y así he llegado al punto de no dejarme arrastrar por la procrastinación la mayor parte de las veces.

Y ustedes dirán que a qué viene este rollo sobre el aplazamiento. Pues es tan sencillo como recordarme lo que he sido y sigo siendo (esto es como otras adicciones, para toda la vida) para intentar entender a los procrastinadores que me rodean. Simple terapia, como muchas de las entradas que escribo en este blog. Gracias por servirme de interlocutores silenciosos.


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