Revista Remedios

Procrastinar: qué es y estrategias para dejar de hacerlo

Por Gabriel Giner @esaludcom

Aunque no se trata de la decisión más acertada, en muchos casos hemos decidido postergar ciertas actividades en pro del ocio. Es así como procrastinar se ha transformado en un hábito bastante común a día de hoy, llegando a afectar negativamente nuestra vida diaria. Es allí cuando, sin darnos cuenta, caemos en un espiral eterno de postergación de nuestras tareas.

Si bien no siempre surge por pura holgazanería, lo cierto es que, si no se emplean las estrategias necesarias ante este problema, puede llegar a interferir en nuestra vida laboral y personal. Así que, si eres de los que dejan las cosas para última hora y ya no sabes qué hacer, esta información es para ti. A continuación, conocerás todo lo que debes saber acerca de este término y cómo combatir la conducta.

¿Qué significa procrastinar?

La palabra procrastinar proviene del idioma latín, precisamente de la palabra procrastinare, donde pro significa “adelante” y crastinus significa “mañana”.

Para muchos, viene siendo algo así como un sinónimo de la palabra postergar. Aunque también es cierto que la procrastinación suele tener connotaciones negativas para quienes incurren en ella.

Y es que, lo que entendemos por procrastinar, es cuando una persona decide postergar o dejar para después alguna tarea u obligación que, por ser tediosa o complicada, no se desea hacer en ese momento.

Conducta de procrastinar

Un agregado importante de este concepto es que, no solo se trata de postergar una tarea. En este sentido, se busca sustituir dicha tarea por alguna otra actividad que, mayormente, suele ser recreativa y del agrado de la persona.

De este modo, lo que buscan quienes procrastinan es evitar situaciones desagradables o que les parecen poco interesantes, para así ocuparse en algo que sí les atraiga.

Un ejemplo claro de esto es cuando se tiene algún trabajo o prueba pendiente de la universidad para un día en concreto. Aun teniendo muchos días por delante para poder cumplir con ello, preferimos salir a divertirnos y cumplir con estas obligaciones la noche anterior.

Históricamente, siempre se ha percibido la procrastinación como un comportamiento ligado a la holgazanería e incluso la irresponsabilidad. Pero, tal y como lo veremos más adelante, resulta que esto no siempre es así y que puede llegar a tener un origen hormonal y/o emocional importante que, desgraciadamente, muy poco se tiene en cuenta.

¿Cuántos tipos de procrastinación existen?

La psicología, a lo largo de los años, ha logrado identificar distintos tipos de procrastinación. Todo en función de ciertos mecanismos de defensa psicológicos involuntarios. Entre estos tipos de procrastinación, tenemos:

  • Procrastinación por evasión: ocurre cuando la persona busca evitar alguna tarea por miedo al fracaso. Usualmente se asocia con problema de baja autoestima, ansiedad o depresión.
  • Procrastinación por activación: esta se da cuando el individuo decide postergar una tarea hasta un punto tal que ya no le queda más remedio que realizarla. Este caso vendría siendo lo opuesto a lo anterior planteado. Además, sería el tipo de procrastinación que solemos sufrir más frecuentemente.
  • Procrastinación por indecisión: tiene lugar en aquellas personas que, al intentar llevar a cabo alguna tarea, se regodean pensando en cuál podría ser la mejor forma de realizarla, sin llegar a tomar una decisión en concreto. A este tipo de procrastinación también se le conoce como el complejo de Penélope. Hace referencia a un personaje que, en la mitología griega, era la mujer de Ulises y se daba a la tarea de tejer y destejer siempre una misma tela para así evitar casarse con algunos de sus pretendientes, mientras esperaba a su amado.

¿A qué se debe que solamos procrastinar?

Ya hemos venido adelantando un poco sobre cuáles podrían ser las causas reales de que procrastinemos tanto en el día a día. En la gran mayoría de los casos, puede que el tema de la holgazanería sí tenga algo que ver, dependiendo del contexto en cuestión. Sin embargo, los psicólogos y psiquiatras hacen un énfasis especial en las posibles causas orgánicas u hormonales que podrían estar ocasionando este hecho.

En cierto modo, podríamos decir que procrastinar puede ser una de las tantas formas que tenemos los seres humanos para hacernos daño a nosotros mismos. O al menos es lo que recalcan muchos expertos.

A qué se debe la procrastinación

De allí que la autoconciencia sea una pieza clave en todo este entramado. Al procrastinar, muchas veces somos conscientes de ello y de las consecuencias que podría generarnos. Aun así, continuamos siguiendo este patrón de postergación.

Desde este punto de vista, es fácil decir que se trata de un comportamiento irracional que termina convirtiéndose en un círculo vicioso de procrastinación. Y que, de alguna forma u otra, termina afectándonos.

Lo cierto es que, aunque la solución a este problema parece sencilla, no siempre lo es. Hay que tener en cuenta que los estados de ánimo de la persona están involucrados en ello, al igual que ciertas hormonas y neurotransmisores. Al estar alterados, pueden hacer cambiar el comportamiento de un individuo fácilmente.

Trastornos como la ansiedad, la depresión, el estrés, la angustia, entre otros más, pueden ser la respuesta a esa costumbre de querer postergar las cosas tanto como se pueda.

Asimismo, enfermedades orgánicas como la diabetes, la anemia, el hipotiroidismo y ciertas enfermedades crónicas, también pueden ser el origen de la procrastinación en las personas.

De allí que una buena y exhaustiva evaluación médica, sea lo más indicado para poder dar con la etiología exacta de todos los problemas de procrastinación que pueda estar presentando una persona. Sobre todo cuando estos eventos empiezan a afectar aspectos importantes de su vida.

¿Cuáles son las estrategias más eficaces para evitar procrastinar?

La sola idea de procrastinar, en un principio, nos puede parecer un alivio que seguro nos hará sentir mejor en ese precioso momento. Aunque al poco tiempo las consecuencias nos generen un profundo malestar, por alguna razón, seguimos haciéndolo de la misma manera esperando resultados distintos.

Podemos decir que la procrastinación es un ejemplo perfecto del sesgo cognitivo que tenemos las personas, donde la percepción de las cosas, pueden cambiar de un momento a otro con tal de evadir ciertas situaciones.

Evitar procrastinar

Tanto esto, como las posibles causas orgánicas, metabólicas y hormonales que pueden estar implicadas, es lo que debemos tener siempre en cuenta para combatir la procrastinación.

Las maneras de afrontar esta problemática varían según la gravedad de tu situación. Si la procrastinación no interfiere con tu vida diaria de manera significativa, lo que puedes hacer en dicho caso, es recurrir a técnicas de meditación y hacer una reflexión interna. Aquí se debe realizar preguntas como: ¿postergar esta tarea me va a beneficiar más de lo que me puede perjudicar? ¿Este comportamiento me va a ayudar a llegar a donde quiero?

Si, por el contrario, la procrastinación ha empezado a interferir con tu vida laboral y personal, en estos casos lo mejor sería acudir a algún especialista en psicología o psiquiatría. Serán ellos quienes se encarguen de dar con un diagnóstico preciso para tu situación. Además, podrán ofrecerte terapias cognitivas y tratamiento médico en caso de ser necesario.


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