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Productividad y estrés

Publicado el 22 octubre 2014 por Ajmasia @ajmasia

Productividad y estrésRecuerdo que cuando comencé ha investigar sobre productividad personal, concretamente sobre GTD, hace ya más de cinco años, una de las cosas que más me llamaron la atención fue el subtítulo del primer libro de David AllenOrganízate con eficacia, máxima productividad sin estrés. ¿Será esto posible? me pregunté durante todo el fin de semana en el que hice su primera lectura. Claramente el subtítulo tiene gancho, sobre todo hoy en día en el que la palabra estrés resuena de forma constante. Fue al cabo de casi dos años, tras conseguir implementar todos los hábitos que propone la metodología, cuando conseguí entender cuál era el significado del subtítulo.

Recuerdo que por aquel entonces, en mis inicios por el camino de la productividad, convivía en un entorno, tanto profesional como personal, nutrido fuertemente con grandes dosis de incertidumbre, lo que hacía que mi día a día fuese prácticamente impredecible. Nadie con responsabilidad tomaba decisiones y cuando alguien las tomaba, donde dije digo, digo Diego. Vivia en un estrés constante debido a situaciones externas a mí y que por tanto estaban fuera de mi control. De forma paralela, yo era de los que me planificaba la semana de principio a fin, y cuando llegaba el lunes a media mañana, todo se iba al traste, hecho que reforzaba los elevados niveles de estrés que soportaba sin ser consciente de ello.

El estrés en sí no es negativo, de hecho no podríamos vivir sin él. Inicialmente en nuestra evolución servía a modo de dispositivo de supervivencia, y aún a día de hoy sigue siéndolo, aunque ahora los peligros a los que se enfrenta nuestra mente son otros.

Según Mario Alonso Puig, el estrés se podría representar visualmente como una balanza cuyos brazos se abren a la vez justo en el momento en el que nos adentramos en un terreno desconocido. En una primera fase sufrimos lo que se conoce como estrés positivo o eustrés. Se trata de una reacción que desencadena nuestro cerebro, generando una química realmente mágica que nos permite desarrollar la capacidad de enfrentarnos a la situación y sobre todo de enfocarnos en ella. Nuestro motor se pone a máximo rendimiento. Sin embargo si tras 90 minutos en este estado no bajamos el ritmo y damos descanso a nuestra mente, nuestro cerebro de forma automática comienza a cambiar la química de nuestro cuerpo, generando una serie de hormonas que provocan lo que se conoce como estrés negativo o distrés. El estrés positivo nos ayuda a adaptarnos a lo que nos estresa y el negativo causa el efecto contrario. Si esto se dilata en el tiempo, puede llegar a tener efectos nocivos para la salud. Y en mi caso ocurrió y por suerte no fue grave.

Podemos decir que existen dos fuentes generadoras de estrés. Una externa que procede de la incertidumbre en la que estamos sumidos de forma constante y otra interna que procede de nosotros mismos.

El estrés externo tiene que ver con todo aquello que procede de fuera de nuestra área de alcance o influencia, no dependiendo por tanto de nosotros. Te pongo un ejemplo. Llegas a casa, abres tu buzón de correo y te topas con una notificación de Hacienda. ¿Cuál es tu primera reacción ante esa situación? Lo normal es que te pongas un poco nervioso. Ahora bien, ¿qué ocurriría si supieses que se trata de la información fiscal para poder hacer la renta? Seguramente no te lo tomarías igual. Realmente lo que nos provoca estrés, es no saber qué son o significan las cosas. El remedio para tratar de controlar esto es desarrollar los hábitos necesarios para aprender a identificar las cosas y por tanto definir cuál es tu trabajo respecto a ellas.

José Miguel Bolivar habla de otra sensación que suele provocar mucho estrés en nuestro día a día y es aquella que proviene de pensar, creo que me va a explotar algo en algún momento, pero no sé ni cuándo ni dónde. ¿A que seguro que te ocurre o te ha ocurrido en algún momento? Esta sensación que proviene normalmente de factores externos suele aparecer cuando el control brilla por su ausencia.

El estrés interno es generado directamente por nosotros, y según manifiesta David Allen, procede del incumplimiento de los compromisos que adquirimos con nosotros mismos y con terceras personas. La ventaja de los factores internos es que están dentro de nuestra área de influencia y por tanto son controlables si se aprende a hacerlo. Cuando David Allen habla de estrés habla precisamente de compromisos mal gestionados.

GTD te permite en primer lugar mantener tu mente vacía, con lo que consigues alejarla de pensamientos momentáneos que no tienen sentido abordarse de forma instantánea. Por otro lado te permite identificar qué son o qué significan las cosas y cuál es tu grado de compromiso con ellas basándote en criterios totalmente objetivos, transformándolas en elementos sencillos, comprensibles y sobre todo digeribles para nosotros, con lo que en última instancia consigues experimentar la sensación de control. Todo esto hace que el estrés que procede del interior de tu área de influencia se minimice e incluso desaparezca.

Recuerda, sólo puedes controlar aquello que depende de tí y cómo te afectan los factores externos que te envuelven en tu día a día. GTD te permite en una primera fase eliminar el estrés, sentir control y comenzar a experimentar las bondades de la eficacia y eficiencia personal para en una segunda fase poner rumbo a tu vida.

Esta entrada Productividad y estrés has sido publicada por Antonio José Masiá


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