Durante el año 2013 se ha vivido una situación en la que las entidades bancarias han ido reduciendo paulatinamente los tipos de interés de los depósitos e imposiciones a plazo fijo que iban ofreciendo en años anteriores. Estos tipos de interés habían llegado a cotas no razonables ni sostenibles a medio plazo por el sistema bancario; la razón del por qué se estaban pagando estas rentabilidades hasta 2012 pueden ser diversas:
-En los inicios de la actual crisis económica se produjo un casi cierre de la liquidez de los mercados mayoristas debido a la falta de confianza. Se pasó de un escenario en que la liquidez fluía de manera muy barata a otro en que la liquidez era un bien preciado que no se podía conseguir como antes en los mercados mayoristas y, por ello, se debía ir a buscar en el mercado doméstico, esto es, los ahorradores.
-Este afán en captar el ahorro interno produjo el efecto clásico de la oferta y la demanda; si la oferta de dinero de los ahorradores es limitada y hay mucho interés en captarlo, entonces es normal que el “precio” del depósito suba; es decir, el tipo de interés que una entidad esté dispuesta a pagar por el depósito será más alto que antes.
-El gran número de operadores en nuestro país con falta de liquidez hacía que la oferta fuera variada, produciéndose una espiral en la que cada oferta mejoraba la anterior.
-El aumento de la morosidad de muchas entidades que todavía hacía más importante el captar liquidez.
Desde 2008 hasta 2012 se vivió una situación como mínimo curiosa; se dejó de trabajar de la manera tradicional, esto es, el tipo de interés de un depósito a plazo debe ir por debajo del tipo legal del dinero o tipo de coste y el de un préstamo por encima y se empezó a pagar rentabilidades muy por encima del “tipo de coste”. Evidentemente, no era una situación que fuera a durar para siempre y el fin de la misma llegó a final de 2012.
Fue a principos de 2013 cuando el regulador empezó a “recomendar” a las entidades el ir adecuando las rentabilidades ofrecidas por depósitos hasta baremos más adecuados y esto se fue repitiendo hasta llegar a los límites actuales. Actualmente, con un Euríbor más o menos al 0,5% tenemos ofertas en el mercado por plazos fijos a un año sobre el 1%. Todavía demasiado altos pero muy lejos de aquellos 4 o 4,5% que se podían encontrar a fines de 2012. El futuro siempre es incierto pero no es descabellado pensar que, si los tipos oficiales de interés no suben, cada vez veremos tipos de interés más bajos para los depósitos, y ello no es ninguna mala noticia, pues demuestra que la ansiada recuperación puede ser que haya llegado y con ella la liquidez.
Por ello, hay que empezar a pensar qué hacer con el dinero que hasta ahora estaba puesto en plazos fijos e ir a buscar rentabilidades parecidas a aquéllas que nos tenían acostumbrados en otros productos; personalmente prefiero los Fondos de Inversión (F.I). Hay que aclarar que la explicación que sigue no deja de ser mi opinión personal y dirigida a personas de perfil plazo fijo o conservadoras, no a expertos en bolsa o inversores cualificados.
(Para saber más sobre Imposiciones a Plazo Fijo, ver el post “Productos bancarios II“)
¿POR QUÉ NO UN FONDO DE INVERSIÓN?
Un Fondo de Inversión, explicado de manera fácil, no deja de ser un patrimonio dividido en participaciones que se pueden comprar y que tienen un valor liquidativo diario. Dependiendo del tipo de patrimonio en el que se invierta, tenemos los diferentes tipos de Fondos de Inversión que existen, de Renta Fija, de renta Mixta, de Renta Variable, etc. Por ello, las características que los hacen interesantes actualmente son:
-Liquidez diaria: Uno puede recuperar el valor liquidativo de su inversión diaria en el momento en que quiera. Si se trata de un Fondo Garantizado puede haber una comisión de reenbolso, no en el caso de los Fondos Libres. Los Fondos Libres siempre están disponibles, los Garantizados dependen de su emisión en concreto.
-Seguridad: Al ser una inversión en un patrimonio diverso, el riesgo queda perfectamente diluido en el mismo. Es decir, el riesgo de un bien en concreto en un conjunto queda en casi cero.
-Rentabilidad: Si bien “rentabilidades pasadas no presuponen las futuras” es cierto que un F.I. es gestionado por profesionales que toman las decisiones de inversión internas del fondo de manera racional y, en teoría, mejos que si lo hiciéramos nosotros mismos y, por ello, trabajan por los intereses de los partícipes, que son los suyos propios.
-Se adecuan a cada perfil inversor: Un fondo de renta fija a muy corto plazo es adecuado para perfiles muy conservadores, un fondo de renta variable suramericana lo es para perfiles agresivos. Todo depende de en qué fondo invirtamos.
DESMONTANDO MITOS
Primer mito: “Un depósito a plazo tiene una garantía de 100.000€ pero un F.I. no”; cierto, no obstante, el riesgo de invertir en un patrimonio o gran conjunto de bienes es muy inferior al de invertir en un sólo bien; por ejemplo, tiene más riesgo invertir en una sola acción del IBEX35 que en una referencia al global del IBEX35. Por ello, se diría que el F.I. no tiene garantía porque ésta no es necesaria.
Segundo mito: “Con un F.I. se puede perder dinero”; cierto, pero depende del tipo de F.I. en el que se invierta. Por ejemplo, si invertimos en un F.I. de renta Fija o bien de Renta Mixta con un pequeño componente variable, el riesgo de pérdida es mínimo.
Tercer mito: “Esto de los Fondos de Inversión es para alguien que entienda”; falso, quien entiende es el equipo de profesionales que trabajan para la Gestora del Fondo con el objetivo de maximizar el valor del mismo. Las decisiones de inversión siempre se hacen mediante baremos objetivos y en función de las características del mismo.
Cuarto mito: “No recuperaré lo invertido cuando quiera”; falso, casi todos los fondos permiten el rescate en el momento que se desee, vendiendo las participaciones adquiridas al valor liquidativo del día de la venta. Precisamente la rentabilidad del F.I. está en esa diferencia entre el valor de compra y el de venta.
Quinto mito: “Si me equivoco de fondo no podré salir”; falso, la ley permite traspasar el importe invertido de un fondo a otro sin coste fiscal siempre que no se reintegre el importe. Es decir, podemos cambiar de F.I. e incluso de gestora de fondos sin venderlo y traspasar el saldo a otro fondo. Muy útil si tenemos un fondo cuya rentabilidad no nos satisfaga y lo queremos traspasar a otro con una rentabilidad mejor.
Sexto mito: “La renta fija nunca puede tener pérdidas”; falso, en caso de subidas de tipos de interés, la deuda pública “antigua” a tipos inferiores a la “nueva” pierde atractivo para el inversos y baja su valor en el mercado secundario; si bien este efecto es limitado en el tiempo.
Séptimo mito: “La renta variable es muy arriesgada”; falso y cierto, depende del perfil del inversor y del plazo al que estemos dispuestos a invertir, hay que tener en cuenta aquéllo de que “uno no pierde si no vende”. A largo plazo la renta variable es muy fácil que sea mucho más rentable que la renta fija.
Octavo mito: “Yo quiero cobrar intereses periódicos y los F.I. no los pagan”; cierto, la rentabilidad de un F.I. se obtiene en el momento de la venta del mismo; no hay pagos periódicos de intereses.
CONCLUSIÓN
En el escenario actual, mientras los tipos de interés no suban, los ahorradores de perfil conservador pueden, o bien seguir confiando en los depósitos a plazo pero con rentabilidades exiguas o bien probar en el mundo de los Fondos de Inversión e invertir en uno que colme sus expectativas de seguridad, liquidez y rentabilidad.