Revista Cine
6.5
No sé qué me pasa últimamente que nada, o casi nada, me entusiasma. Reconozco que hay trabajos bien hechos. Reconozco la profesionalidad y, cómo no, que en realidad no entiendo de cine; pero no hay manera de que una película o serie me conmuevan de veras.
La crítica dice que Profesor Lazhar es un buen film, y yo no tengo ningún derecho a quitarles la razón. Ha recibido varios premios y, de entrada, es la típica película que con gusto voy a ver. Intimista, reconocida, de ritmo lento. Supongo que me esperaba algo más profundo, más intenso, pero lo cierto es que no llegó a interesarme la historia en ningún momento.
La película se desarrolla casi íntegramente en un colegio. Más concretamente, en una clase de niños de 10-12 años. El punto de partida es el suicidio de una profesora en el aula, y el descubrimiento del cadáver por parte de uno de sus alumnos. Le siguen el drama que deja en todos (profesores, padres y sobre todo niños) y la llegada de su sustituto: el profesor Lazhar.
Dicho todo esto, lo primero que uno imagina antes de entrar en la sala es que se va a encontrar con la típica historia del profesor que, enfrentándose al reto de sacar adelante a unos niños marcados por el trágico suceso, consigue con esfuerzos e implicación personal llevar a buen fin este propósito. Y quizá, en cierto modo, esta película lo sea. El problema está en que no lo deja entrever demasiado.
No es difícil imaginarse la situación de los pequeños, sumidos en el desconcierto de las decisiones adultas (el suicidio) y habitando cada día la misma sala donde su profesora había decidido poner fin a su vida. No es difícil imaginárselo, digo, una vez que uno reflexiona por su cuenta lejos de la pantalla, porque lo que es dentro, ni esto ni ningún otro acontecimiento parece importar demasiado.
No digo que el guión deba recrearse en los aspectos morbosos o sentimentales, pero cuando uno huye de ellos y sólo enseña lo superficial es difícil llegar al espectador.
Insisto: quizá sólo sea una percepción personal.
Tampoco ahonda demasiado en la historia personal del profesor (otro drama que observamos sólo por encima y que quizá le habría dado más peso al film). Pareciera sin embargo que el director quisiera evitar a toda costa cualquier escena que lleve a la empatía con los personajes. Lo cual no me parece mal, siempre que se le conceda a cada uno el tiempo suficiente para explicarse a sí mismo a través de sus acciones, de sus gestos, de sus conversaciones con otros personajes. Pero esto, a mi entender, también se queda escaso.
El resultado: una cinta sencilla, una historia sencilla, que pese a tener gran potencial se hace pesada y aburrida.
Destacaré, eso sí, el ambiente de auténtica escuela retratado en la película. Los detalles de los juegos infantiles, de la fila para entrar en clase, de las visiones parciales de adultos y niños. Aunque, claro está, para ver documentales (o pseudo-documentales) uno se apunta al Discovery Channel o a Documanía, que viene a ser lo mismo.
Es decir, digo yo.