
La versión cinematográfica más reciente (a falta de la que prepara Spielberg) de la novela de Aldoux Huxley es de 1998 y en ella los actores Peter Gallagher y Leonard Nimoy, entre otros, dan vida a esa sociedad utópica y dictatorial que separaba a los humanos en castas, y en la que los niños eran concebidos en probetas y genéticamente condicionados para pertenecer a varios grupos: la elite (Alphas), los ejecutivos (Betas), los empleados subalternos (Gammas), y los Deltas y Epsilones, a los que les esperaba el trabajo más arduo y desagradable. En este colegio madrileño lo han reducido todo mucho más, estamos en España, así que aquí no nos andamos con zarandajas, y distinguimos entre dos tipos de seres: los hombres, llamados a manejar los destinos del mundo, y las mujeres, cuyo fin en la vida será el de procrear y alimentar a la prole, al tiempo que hacen más placentera la vida de ese líder indiscutible que es el varón, ya saben: esposa y sierva.

Como ya hemos dicho, todo se ha desmentido, las acusaciones provienen de un contubernio judeomasónico de rojos y demás progresistas que pretenden manchar la buena reputación de este colegio CONCERTADO, es decir, sostenido en una parte no pequeña con fondos públicos, que a nadie se le olvide. A los que trabajamos en la educación pública nos tildan de egoístas y a veces hasta de vagos, me pregunto qué barbaridad habrá que hacer para que a uno de estos centros PRIVADOS las autoridades educativas le retiren el concierto o la subvención correspondiente. No quiero túneles en el tiempo ni saltos sin red, sólo en el cine, pero como se permitan este tipo de deslices –y ahora soy yo el modoso con los términos-, tiraremos por el retrete casi un siglo de lucha por la igualdad entre sexos. Así que si me quieren dar soma para que no piense, como a las criaturas del mundo de Huxley, al menos tengan un poquito más de ingenio.