Ya han pasado más de tres meses desde que dio comienzo el año escolar para mi hijo su primer año en la escuela primaria. Era todo nuevo para él. Nuevo colegio, nueva maestra y nuevos compañeros. Un colegio más pequeño pero más acogedor. Pensamos que se le iba a ser difícil el cambio, pero nada de eso ha pasado. Todo lo contrario está feliz con todo ésto, tanto así que nuevamente me ha dado la satisfacción de traer el informe de notas con las mejores calificaciones.
¡Ha obtenido el primer lugar en el primer trimestre!. En el sistema de letras tiene AD y en el de números (que va de 0-20) 19,16 un promedio casi perfecto. Ya se imaginan como se siente una como mamá con estas buenas noticias. ¡Super felíz! mi hijo es super inteligente y todo es merito propio, pues la labor que tengo con él es solo de apoyarlo y guiarlo. Mi trabajo es acompañarlo en sus tareas y cuando hay exámenes nos sentamos a dar una sola repasada a su cuaderno y listo. Tiene una excelente memoria para grabarse cuentos y poemas y una lógica asombrosa para resolver los problemas de matemática obviamente apropiadas para su edad.
Es más de lo que esperamos realmente. No porque subestimemos la capacidad de nuestro pequeño sino porque lo que más reforzamos junto con mi esposo es que sea un niño responsable y con buenos sentimientos. Pensamos que lo demás viene añadido o como premio por no ser padres exigentes y estrictos. Mi hijo se siente felíz y eso lo demuestra en la actitud que tiene hacia el estudio. Para él no es una carga pesada, sino todo lo contrario. Cuando lo levanto a las 6 am protesta un poco, pero cuando le digo que ya es tarde para ir al cole se levanta de inmediato a lavarse la carita para ir a estudiar. ¡¡Es un sol!!
¿Se nota que estoy orgullosa de mi hijo verdad? y que mamá no lo está. Todas amamos a nuestros pequeños independientemente de cuan brillantes sean academicamente.
En este post dejo constancia de tu progeso académico querido hijo!.