Nunca he sido aficionado a los toros, ni a la corridas ni a la versión callejera muy popular en muchos pueblos, lo que por mi tierra se llama "bous al carrer". Pero he de reconocer que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña me ha dejado un cierto sabor agridulce. Por un lado me alegro que se deje de mirar la tortura y sacrificio de un animal como fiesta y arte, pero por otro me duele que se haya llegado a ese punto sólo a través de una prohibición. Hablar del hecho como de un avance de la sociedad, es totalmente absurdo, desde el mismo momento que es necesaria una prohibición para que dichos actos desaparezcan. La sociedad no ha avanzado ni un ápice, y los políticos, tanto de un bando como de otro, son en muchos casos individuos movidos por motivos meramente populista e interesados. Muchos de esos que han votado en contra de los toros en Cataluña no lo han hecho porque piensen en los pobres animales, sino porque es una fiesta de clara identificación española. Si las corridas de toros fueran una tradición catalana, esos mismos que han votado en contra de las corridas hubieran votado justo lo contrario, y tratar de prohibirla seria vista como un ataque a su identidad nacional. La cantinela de siempre. Pero digo lo mismo del lado contrario, estoy convencido que muchos que han votado en contra de la prohibición lo han hecho simplemente por su patriotismo español y por la absurda tontería con la que los que no tienen mayores razones tratan de atacar la diversidad cultural, alegando que España se esta rompiendo.
España entiende el progreso involucionando. Tratar la prohibición como progresista es absurdo, porque basándonos en ese precepto Franco hubiera sido el mayor progresista de la historia de España. Una sociedad progresa desde la educación y no desde la prohibición, progresa desde el abandono de costumbres arcaicas y sanguinarias por lo mismos ciudadanos de una forma natural y convencida de que los animales no deben ser torturados bajo ningún tipo de excusa. De otra forma no hacemos más que vivir en una mentira inventada por quienes persiguen un interés político y nacionalista, sea españolista o catalanista.
Sin duda ayer fue un gran día para los animales, pero un día triste para las personas, que nuevamente necesitan de prohibiciones para adquirir humanidad.