¡¡Uff!! 3 días sin pasarme por aquí, ¡¡mal fatal!! como diria mi peque. Y es que esta semana está resultando ser agotadora. La empezamos con las toses-mocos-placas-fiebre, y claro eso ya pasa su factura. La continuamos con odontopediatra-hospital-búscate-uno-privado, y claro, a seguir trabajando. Y al final con la re-incorporación-adaptación al cole el jueves, más pon-tu-casa-y-nevera-en-orden. El caso es que hoy sábado temo hacer ningún plan de lo cansadita que me encuentro. Cansada y mocosa, que esto del primer catarro de la temporada es un rollazo y empieza a durar más de lo aconsejable.
Pero a pesar de la dura semana, el jueves regresábamos al colegio. Y reconozco que miedo me daba. Ya el lunes él preguntaba el motivo de no ver a su profesora. Yo no he querido hacer mucho hincapié en que no va al cole porque está malito, los niños son muy listos, y además aprenden a somatizar muy rápido. No le di importancia y le dije que con fiebre no se debe ir a ninguna parte, sino quedarse en casita recuperándose. El martes fue cuando tuvo la crisis de me-aburro-como-una-ostra-mamá-quiero-un-amigo. Y el miércoles conseguimos que lo pasara entretenido porque fuimos al odontopediatra. Pero por la tarde ya andaba preguntando que si iba a ir al cole. Así que hablamos de ello tranquilamente y le vi bastante contento.
El jueves al despertarle y como cada día me preguntó "¿Dónde vamos hoy?". Cuando le dije que había colegio torció un poco el gesto y me dijo que no quería. No di mucha importancia a su negativa. Pero después al levantarse de la cama se puso bastante contento y me recordó que debía esperarle en el banco.
Esto es una treta más de las mías. Una de las principales causas de angustia en los niños de tan corta edad cuando les dejamos en el colegio, o guardería, es el miedo al abandono. Cuanto más pequeños son el miedo es más irracional porque les cuesta más entender que máma (papá, abuelos, cuidadores) regresarán en pocas horas a por él. Entonces decidí copiar a una amiga que utilizó la treta el pasado curso con muy buenos resultados. La treta consiste en decirle que mamá no se va, se queda fuera en un banco esperando a que salga. Nunca creí que esto serviría para reducir ansiedad y hacer que entrara confiado a su clase, pero así ha sido. Fuimos caminando tranquilos, hablando de nuestras cosas, de lo que haríamos después. Cuando pasamos al lado del banco se sentó, "mamá, aquí me tienes que esperar, ¿vale?". Y entró en clase sonriendo, saludando a la profesora y diciéndola "¿sabes?, mamá me espera en el banco".
Después tuvimos un pequeño percance. La hora de salida estaba fjada a las 12:50 horas, y yo ya me preparaba cinco minutos antes para salir de casa, cuando me llama la profe,...., que como el peque había faltado no nos habían comunicado que la nueva hora de salida eran las 12:10. ¡¡¡¡Argggg!!! Y el pobre ahí esperándome, algo lloroso. Fui rauda y veloz, pero lo encontré intentando coger aguita en un vaso y tranquilo. Su profesora me encanta, ya la dedicaré una entrada, quiero darla unas semanitas, pero lo que más me gusta de ella es que sabe cómo calmarle, lo hace de maravilla, y os aseguro que no es nada fácil. Nada más verme, me dijo "Pero mamá, ¿dónde estabas?, que te estaba esperando". Afortunadamente no hubo secuelas.
El viernes se levantó diciendo "No quiero ir al cole que no me gusta". Pero de nuevo no hice mucho caso. Después él solito debió reflexionar y me dijo "Bueno mamá, sí voy al cole, pero tu me esperas en el banco y luego me traes dos chuches". Acepté el trato sin regatear si quiera la parte de las chuches. No estaba en disposición de negociar. Parece que a pesar de todo sí le debe gustar eso de ir con más niños, hacer cosas divertidas. De nuevo fuimos contentos, entró contento y además decidió llevarle a su profe, una foto de su fiel compañera, su gata.
A la salida me encontré esa carita de emoción y sorpresa al verme, ese abrazo cálido, esa voz cantarina diciéndome que se lo había pasado pipa. Pero a los dos minutos me confesó "mamá he llorado, he llorado porque la profe se ha ido en el recreo". Ay mi ángel, la ha cogido tanto cariño que no puede perderla de vista. Ya le he explicado que la pobre necesitaría ir al servicio, o a preparar la clase para cuando ellos entraran del recreo, pero que desde luego no hace falta llorar porque se quedan con el resto de profesoras y cuidadoras. Se quedó conforme con la explicación.
Así que al final de la segunda semana, y contando con que ha faltado unos días, el balance es muy satisfactorio. Ya no hay llantos, va convencido, el resto del día el niño está contento, feliz, hablando del cole, come bien, duerme bien. Y además me cuenta lo que hace en clase, las canciones, las tareas, me habla de compañeros, pero sobre todo me habla de ella, de esa bendita profesora. Creo que os dije que elegí este colegio casi casi por ella. Creo que no me he equivocado. En unas semanas os hablaré más de ella. El próximo día 6 de octubre tengo tutoría para poder hablar tranquilamente así que ya os contaré.
Ha sido una semana de progresos y adaptación, una semana muy completa. Ahora solo aspiro a empezar la próxima sin contratiempos y poder tener pronto una rutina.
Feliz fin de semana