ASALIA VENEGAS S.
Los apologistas de los Estados Unidos dicen que este país es lo máximo. Primero, señalan que es el territorio de las libertades, de la democracia y de la prensa libre Los apologistas de los Estados Unidos dicen que este país es lo máximo. Primero, señalan que es el territorio de las libertades, de la democracia y de la prensa libre. Agregan que en esta nación todo el mundo es feliz (¿?). Los más descerebrados, sostienen que lo más enternecedor es que es el país del ratón Miguelito y de Rico Mc Pato y que ojalá todos los tiempos transcurran para que el Sr. Disney salga de su helado letargo y vuelva a la vida. ¡De verdad, verdad, se comen todas las cobas de la industria cultural! Los más enfebrecidos seguidores del capitalismo gringo exaltan a este sistema per se. Lo que más les atrae, según dicen, es el “modo de vida americano”: la posibilidad de ascenso social y económico, donde la peluda (digo yo) mano invisible del mercado, no frena a nadie sino que empuja a los individuos a un crecimiento notorio, para construir su propia felicidad, llena de objetos inútiles, sin importar a cuantos deje en el camino. Obvio, estos enceguecidos seguidores del modelo estadounidense, gríngolas y alienación por delante, no ven ni de lejos la deuda que tiene este país con el FMI; tampoco aceptan los niveles de pobreza que azotan a esta economía y mucho menos observan el tema de la discriminación, el racismo y el chovinismo anglosajón. Y como su presidente actual es negro, llegan al éxtasis, “pues es una nación realmente de iguales”. Que es una sociedad desquiciada porque los que regresan de las guerras generadas por aquel gobierno a cada rato acribillan a gente inocente en centros comerciales, atacan colegios y universidades y recién han generado el caos, hasta en instalaciones militares súper custodiadas. ¡Falso! Todo eso lo han inventado los comunistas, reaccionan airados. Pues sí. Aquel “hermoso país” creado por las comiquitas y la industria cultural y edulcorado por décadas por una poderosa maquinaria al servicio de las transnacionales, es el país de las prohibiciones. Se prohíbe a los demás, a los díscolos, a los que no quieren entrar por el redil y mucho menos obedecer sin ripostar al que se cree el gran amo del mundo. En sus amagos, el imperio le prohibió a Venezuela surcar por el espacio aéreo de Puerto Rico para llegar a China. Esta semana el presidente Maduro llegó a China. Periodista / Prof. universitariaRevista América Latina
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