En California, para evitar los crueles entubamientos que
engordan los hígados de las ocas, va a prohibir el paté de estos palmípedos. A este paso, dentro de unas generaciones se nos habrán caido los dientes de tanto comer verduras y cereales. Ahora están presionando para que las compañías aéreas y marítimas dejen de transportar animales destinados a los laboratorios de investigación.
¿Alguien puede explicarles que gracias a los ratones, perrros, cobayas y macacos se ha podido encontrar una terapia génica para la hemofilia B, se han aliviado los síntomas del Parkinson, se han desarrollado tratamientos contra el sida, el lupus y se están investigando vacunas contra el virus del Ébola? En su furia protectora e igualitaria de unos inexistentes derechos de los animales, estos defensores de los irracionales podrían proponer, al menos teóricamente, los experimentos con personas para curar el moquillo canino.
Publicado por José Ramón Zárate, en Diario Médico, el 11.VII.2012