Flores negras... Una apuesta personal, un empeño radical
A menudo me preguntan cuál es el criterio que seguimos a la hora de seleccionar las novelas que forman la colección Off Versátil. En un alarde de sinceridad, dejo claro que este sello es fruto del trabajo en equipo, y que ni mis editoras ni yo mismo tratamos de seguir ningún criterio rígido. De hecho así es: nos gusta dejarnos sorprender, experimentar, aceptar propuestas diferentes, incluso contradictorias entre sí. Es la única manera de no repetirnos, de no mimetizarnos con el trabajo ajeno, de no cerrar ninguna posibilidad. Aunque bien mirado, todas las novelas del sello tienen algo en común. Desde El país de los ciegos, de Claudio Cerdán, hasta Tan tuyo como tu muerte, de Emili Bayo, todas presentan una voz narrativa propia, una apuesta personal, un empeño radical en su ejecución. Son flores negras, posiblemente en algún sentido imperfectas, como debe serlo cualquier obra literaria, pero bellas, estremecedoras y únicas, como lo son las mejores novelas negras. Tras formar una colección que resulta fácilmente reconocible y que ha conseguido fidelizar a los lectores, vemos compensado el trabajo de estos años hasta el punto de que nos proponemos una nueva meta: ampliar nuestro campo de actuación, sumando autores foráneos a los escritores españoles. Comenzamos con un aclamado autor francés, Pascal Dessaint, reconocido por la crítica y galardonado con el Grand Prix, entre otros premios. crimen, temas ecológicos, filosóficos y espiritualesMorir quizá no sea lo peor es nuestra nueva flor negra, una novela inusual, que para encontrar la lógica que explica una muerte trágica necesita confrontar diferentes voces, que propone un juego de contrastes entre la sordidez del crimen y temas ecológicos, filosóficos y espirituales. Transcurre, de hecho, entre la ciudad de Toulouse —terreno conocido, terreno conquistado— y las zonas más agrestes de Indonesia y Filipinas.La señora Jourda no sabe qué hacer con la iguana que le confió su vecina Jérômine Gartner. La joven lleva un tiempo sin dar señales de vida. Cuando los policías se disponen a forzar la puerta de su piso, comprueban que ni siquiera está cerrada. En el interior, Jérômine está tumbada en un sillón. Estrangulada. Curiosamente, el aire acondicionado está al máximo y el examen forense revela la presencia de siete granos de arroz y de siete fragmentos de metal en el esófago de la víctima. El capitán Félix Dutrey tendrá que sumergirse en la vida de la difunta y hacer su uso de la intuición para reconstruir sus relaciones, marcadas todas ellas por la lucha ecologista. En el magistral ensayo Cómo escribir una novela negra, Óscar Urra definía el género como «la negra flor del romanticismo», ya que, pese a su ambientación urbana y contemporánea, las novelas negras parten de personajes individualistas y románticos, luchadores enfrentados al sistema, que viven en sus márgenes… Esto se hace más evidente que nunca en Morir quizá no sea lo peor, donde la ambivalencia y los anhelos de sus protagonistas nos llevan a terrenos siempre sorprendentes. Quizás porque aquellos que defienden sus ideales con más vehemencia son los que más fácilmente caen en contradicciones.Versátil, 2017Próximamente a la ventapor David G. Panadero,director de la colección Off Versátil