Si alguna vez viviese – ¡Dios no quiera! -,
pondría los seis sentidos – Yo me entiendo –,
en llevar esa vida discurriendo
a través de salvajes torrenteras.
Que no encuentre un milímetro apacible,
que no tenga un segundo de descanso,
que no la embista nunca un toro manso,
que se bata en el mar con La Invencible.
Y si la calma chicha – ¡vade retro! –
quisiera, hacerme un traje a la medida,
elevo una oración al dios del viento.