Nadie mejor que un director del talento de Ridley Scott, que debutó su impresionante carrera con tres obras maestras de género (Los duelistas, 1977, premiada en Cannes, Alien, 1979 y Blade Runner, 1982), para comenzar una nueva saga. Vamos a intentar responder a lo primero que se plantea todo espectador ante Prometheus, por supuesto, sin desvelar detalle alguno que impida disfrutar plenamente del espectáculo (desde 1979 la mayoría ya sospechábamos que Alien era el mayordomo del Papa).
Revista Cine
¿Cómo situar el film respecto de la mítica saga? Prometheus es, a la vez, una precuela de Alien y el primer episodio de una nueva trilogía. El octavo pasajero estaba concebido en base a las interacciones de una doble relación triangular: en el espacio una civilización se había vista azotada por dos plagas de bichos poco recomendables, aliens y predators. Y en nuestro planeta, los componentes eran los humanos, los androides y nuestra plaga particular, una multinacional sin escrúpulos dispuesta a explotar a todos y todo, sin ningún límite (metáfora tan simple como eficaz), la Weyland Corporation. El director, hasta hoy, se había centrado en las dos plagas: los xenomorfos o aliens (contando con lo mejores directores de las decadas 80 y 90, James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet obtuvo un clamoroso éxito) y los depredadores (mejor no hablar). En esta nueva aventura Ridley Scott se centra en lo que todavía no había tratado: los miembros de la civilización que estos monstruos destruyeron (uno de ellos aparecía momificado, en la nave con forma de herradura, el famoso space jockey de la primera entrega).El inteligente guión que, situando el nuevo periodo en 2089 (curiosa fecha que celebra los 300 años desde de la Revolución francesa y en la que sus protagonistas se lanzan a la conquista de la última libertad por reconocer: el derecho a saber) consigue responder a muchas de las preguntas de las sagas anteriores, para mayor placer de sus seguidores, sin obstaculizar el relato para la nueva generación de espectadores: un indicio sobre la rebelión de los robots y su posterior destrucción, la causa posible por la que la nave se denomina Madre (en las 3 primeras entregas) y Padre (en la cuarta) -uno de los brillantes tributos del director a Kubrick (Ripley hiberna en la misma posición, al final de la primera entrega, que el feto de 2001, Odisea del Espacio)- o el origen de los humanos (en una maravillosa e impresionante escena con la que se abre Prometheus).Esta nueva entrega retoma las obsesiones del director, un tanto edulcoradas, y al mismo tiempo, más gore (nuestra visión ante el horror se ha visto enormente ampliada desde finales de los 80) de la saga Alien, bañada en el típico pesimismo de la época (guerra de Vietnam y escándalo Watergate en 1972 junto a la primera crisis del petróleo en 1973) que nunca abandonará. La maternidad (aquí equilibrada entre el personaje de Guy Pearce, Noomi Rapace y una sorpresita), la explotación de los recursos, la manipulación de los conglomerados supranacionales industriales, la sexualidad monstruosa, la deshumanización de los humanos (Charlize Theron) o la humanización de los robots (impagable Michael Fassbender que, como manda la tradición alfabética, esta vez le tocaba la D -tras Ash, Bishop y Call- y, con un poco de suerte, quizas, Ermenegildo en la próxima entrega).Entrega más sinfónica (Chopin) que electrónica, con unos efectos especiales magníficos (excelente Capilla Sixtina del futuro), unos paisajes alucinantes (exteriores localizados en Islandia), unos decorados mastodónticos construidos sobre 5.50o metros cuadrados, una dosificada alternancia de descripción y acción, un suspense altamente recomendable en la mitad de su metraje, unos comportamientos políticamente incorrectos (lo que no es habitual en le cine espectáculo de hoy) y una galería de personajes bien construidos, Prometheus convence, intriga y se agradece, sin sobrepasar el nivel de sus anteriores entregas.Por supuesto, Michael Fassbender sobresale por encima de todos los actores, tanto en su tiempo libre como en plena acción, un intérprete que una vez que los directores lo prueban, jamás abandonan (Scott inicia este mes el rodaje de la adaptación de The Counselor de Cormac McCarthy). Cuando alguien, como este director, alabado sea su buen gusto, rinde homenaje en Prometheus a dos de mis principales referencias culturales: el gazpacho (sí, sí) y el buen cine (Lawrence de Arabia y no sigo leyendo… confirma que en futuro seguiremos viendo los clásicos) me conquista. Me imagino esta nueva serie continuada por los mejores directores del momento: Steve McQueen o Jeff Nichols… como Ridley Scott hizo al escoger a los geniales continuadores de la saga Alien, y se me hace la boca agua (¿o es por el gazpacho?).Para finalizar, un buen grito ante la exhibición cinematográfica española, que bien conocido por los seguidores de la saga Alien y el público en general, nadie escuchará. El equipo del film ha puesto en marcha una brillante campaña de promoción basada en un medido cuentagotas de imágenes alucinantes, con una web especialmente creada para ello (la Weyland Industries) y un estreno masivo, casi simultaneo, a nivel internacional. Entre hoy y mañana en 13 países, incluido Chile, el único de habla hispana, y entre el primero y el 15 (el 8 de junio se estrenará en su país de origen) una treintena, entre otros Argentina, Colombia y México, se sumarán al fenómeno. En España tendremos que esperar hasta principios de agosto. Lo que, en términos cinematográficos, representa un más allá de la eternidad.Cuando se acusa al público español de piratería en monstruosa escala, resulta injusto limitar este fenómeno a la supuesta tendencia delictiva del espectador español y habría que analizar con mayor justicia un sistema de exhibición que recuerda a la ley seca. Pocas copias y/o tarde. Un reciente ejemplo: si la exquisita película de autor, Seis puntos sobre Emma, se encontraba en el top-manta horas después de su estreno, ¿qué ocurrirá con un macro producto como Prometheus? ¿Por qué el continuo descenso de espectadores en las salas españolas? ¿Cuál es la verdadera causa de que el espectador busque en otras fuentes lo que no encuentra en el cine?Hoy, feliz coincidencia, Cine Invisible publica el comentario número 300, sobre otras tantas películas y la inmensa mayoría siguen sin estrenarse. Lo dicho: grito todo lo que puedo pero nadie me escucha en este universo. A ver si se ponen las pilas, o mejor dicho, nos ponen más pelis, y cuanto antes, mejor.