Martes 20 julio 2021
Día de traslado hacia Puglia. Nada más y nada menos que casi 800 kilómetros separan Milán de nuestro primer destino, Peschici, una de las ciudades costeras más importantes del promontorio de Gargano.
Este enorme promontorio es la espuela de la bota italiana. Rodeado de una costa abrupta con acantilados de piedra caliza, grutas, un mar esmeralda y un antiguo bosque es hoy un parque nacional declarado en 1991, momento en el cual se paró la creciente construcción urbanística que hubiese desolado la zona.
Llegamos pasadas las seis de la tarde. El último tramo, una vez dejamos la autopista y nos adentramos en el parque, transcurre por una carretera angosta y serpenteante limitada por enormes campos de olivos.
El camping Village Baia San Nicola se encuentra en la bahía que lleva su nombre, unos kilómetros al este de Peschici. Con un aire bohemio y algo hippie que puede resultar atractivo, no deja de necesitar algún que otro arreglillo. No obstante, está limpio, las parcelas son grandes (aunque no muy sombreadas) y tiene salida directa a la playa desde donde hemos visto nuestro primer atarceder en Puglia.
Miércoles 21 julio 2021
La población de Peschici se levanta sobre un acantilado con vistas a un mar turquesa. Tiene un apretado casco antiguo, amurallado y con casas encaladas con un cierto estilo árabe. Sus calles empedradas están llenas de bonitos restaurantes, heladerías y tiendas de souvenirs que se llenan en verano.
Bajar hasta el puerto y su concurrida playa es de obligación aunque luego haya que volver a subir por sus empinadas calles y la decisión tire un poco para atrás. Pero una vez abajo pasear descalzo por la fina arena mientras observamos a los veraneantes disfrutar de sus lidos, los vendedores ambulantes que plantan sus puestos casi encima del agua y los bailarines que amenizan las mañanas enseñando los últimos pasos de baile de las canciones del verano, no tiene precio.
Ya arriba, de nuevo, hacemos una compra de fruta fresca donde no pueden faltar riquísimos tomates y una mozzarella de búfala que nos servirá para nuestro fantástico picnic de hoy.
Un banco a la sombra de un árbol con vistas a la playa de San Menaio se ha convertido en el lugar ideal para disfrutar de dicho manjar.
La carretera de la costa se adentra en la zona protegida del lago di Varano y su cercana playa. No es especialmente precioso, pero la playa es una zona virgen de dunas y bosque que contrasta con la dejadez en la limpieza de la zona, algo que, por desgracia, suele ocurrir bastante en Italia: cuidan mucho su imagen pero poco lo que les rodea incluyendo zonas de alto nivel paisajístico y natural. Ésto es un hecho y no estoy descubriendo nada que no sepamos todos.
Para acabar el día, volvemos a Peschici a la hora en la que el pueblo recobra la vida con la vuelta de los bañistas que han estado todo el día tostándose al sol y bañándose en la playa. Las calles se van llenando de familias y parejas emperifolladas preparadas para ir a cenar en alguno de sus muchos restaurantes.
Jueves 22 julio 2021
Por una carretera de curvas llena de calas y playas privadas llegamos a Vieste, la principal población de la zona del Gargano. Su casco antiguo está aferrado a un promontorio espectacular y hay quien la compara con una mezcla de Nápoles y Dubrovnik. Sus casas encaladas construidas en callejones laberínticos empedrados se llenan en verano de visitantes, restaurantes y pequeñas tiendas de souvenirs.
En los límites norte y sur de la población unas enormes playas con sus respectivos lidos estropean, desde mi humilde punto de vista, la visión de la costa. Por el contrario, a los turistas italianos les encantan estos horribles negocios privatizadores de las costa italiana. Pero siempre hay posibilidades de disfrutar de la playa en pequeñas calas gratuitas y no tan concurridas como la que se encuentra al final de unas empinadas escaleras que salen del casco viejo de Vieste y desde donde nos podemos darnos un baño con unas vistas espectaculares del pueblo y de las grutas que hay bajo él.
Después del refrescante baño, la caminata por las empinadas calles de Vieste se hace más soportable.
Como ya he comentado, decenas de restaurantes copan la población pero esta noche nos espera una cena en un restaurante muy especial y para comer nos decantamos por algo más sencillo y económico: unos típicos panzerotti pugliese de Il Fornaio. Pero antes abrimos apetito con el mejor granizado que he probado jamás, un granizado de frutos de bosque preparado instantes antes de servir con fruta fresca que se nota a cada sorbo. Lo sirven en el Cristal Café Lounge.
Por la tarde seguimos la carretera sur hacia Manfredonia. Nuestra intención es darnos un baño en la Baia delle Zagare pero los hoteles tienen todas las entradas privatizadas y es imposible, ni siquiera nos permiten ver la playa si no es previo pago. También abortamos la idea de visitar Mandredonia al ver las enormes chimeneas industriales que sobresalen. Así que volvemos al camping atravesando la Foresta Umbra, el último vestigio de los antiguos bosques de Puglia con enormes pinos, robles y hayas. Un soplo de aire fresco para descansar del sol entre espesas y agradables sombras y donde es posible ver ciervos.
Antes del ocaso llegamos a Al Trabucco di Mimí, uno de esos restaurantes que , seguro, recordaremos el resto de nuestras vidas. Y es que no hay que perderse el atardecer sobre Perchici desde este encantador lugar ubicado en una plataforma de madera al lado de un tradicional trabucco (caseta de pesca pugliese) y donde se degustan exquisitos platos de pescado fresco y pasta de la región.
De primero, platos como el riso, granchio alla birra Saison del Gargano, arancia e cipolloto (arroz con cangrejo a la cerveza, naranja y cebolleta); pasta mista, cozze pepe nero e zucchine fritte (pasta variada con mejillones y calabacín frito); y el tradicional orecchiette, pomodorini rossi e gialli, stracciatella e rucola.
Los orecchiette es la pasta típica de la Puglia y se hace solo con harina y agua, receta que se diferencia del resto de pastas por no llevar huevo, ingrediente que se asocia a las zonas más ricas de Italia y motivo, por el cual, a la cocina pugliese se la denomina cucina povera (cocina pobre).
La stracciatella di bufala es un queso producido en la región de Foggia utilizando una técnica de estiramiento y trituración. Podemos decir que es el ingrediente del interior de la burrata.
De segundo probamos el baccalà, patate, lampascioni e pomodori al forno y el pescato del giorno al forno, hoy un delicioso y fresquísimo sargo al peso.
Los postres no son menos deliciosos. Con la pigna cremosa al pino d’alepo (una piña de crema de almendra muy suave con migas de chocolate) y la panacotta al limone femminello, ananas caramellatta e zenzero damos por finalizada esta inolvidable cena.
Viernes 23 de julio 2021
A las 8.50h. parten los barcos que llevan hacia las islas Tremiti desde el puerto de Peschici. Los billetes se pueden comprar allí mismo con anterioridad o un rato antes de la salida si la temporada turística lo permite. El viaje hasta allí, de una hora y media de duración, no es nada económico (40€ ida y vuelta) pero hay que pasar por el aro si quieres visitarlas.
Este bonito archipiélago de tres islas ofrece acantilados, calas y tupidos pinares bordeados por un mar azul intenso. Los barcos te dejan en San Nicola, el centro administrativo del archipiélago y su principal población. En lo más alto de la isla, la Abbazia e Chiesa di Santa Maria emergen de las rocas camuflándose con el mismo color que los acantilados. En 1010, los monjes benedictinos la fundaron y durante los siguientes 700 años las islas fueron gobernadas por diferentes abades que acumularon una gran riqueza. Hoy en día el estado de conservación de los edificios es lamentable, no parece que sea prioritario usar el dinero del turismo para mantener los edificios históricos de las islas. Me pregunto para que se usará, entonces.
La única playa de la isla para el baño es la que hay al lado del puerto, a pesar de ello sus aguas son cristalinas e invitan a un refrescante baño aunque su orilla de enormes guijarros no es apta para una salida glamurosa del mar.
Para ir a alguna de las otras islas es necesario coger un taxi-barca, alquilar una lancha por horas o hacer una ruta en barco por las tres islas. Esta última opción es la más barata para visitar el archipiélago si solo tenemos un día.
En la isla de San Domino se encuentra la única playa de arena de las islas pero, como no podría ser de otra manera, está copada por un lido de pago. Su costa está llena de calas rocosas y grutas con aguas tranquilas y transparentes.
La tercera isla, Capraia, está habitada únicamente por bandadas de gaviotas. Su principal atractivo es la estatua del Padre Pio sumergida en las inmediaciones de su costa. Está a 10 metros de profundidad y tiene 3 metros de altura lo que hace que sea visible con unas simples gafas de bucear. Los tours paran en este punto para hacer un baño y poder verla.
La vuelta a Pesquici, en el barco repleto de italianos, se hace sin ningún tipo de medida anti covid.