Para un mundo que ve el trabajo como una obligación y casi una condena inevitable, promover el trabajo infantil puede sonar como una herejía, es más, se considera ilegal. Y es algo natural, a los legisladores y a los gobernantes la palabra trabajo les suena a algo serio y sacrificado.
Pero los niños no viven el trabajo de la misma manera que muchos adultos. Ellos se divierten, juegan y les encanta poder colaborar, que se les considere, que se les de lugar y la posibilidad de hacer algo "importante".
No son pocos los mayores que descubrieron que los niños son felices ayudando a su manera en las labores de la casa, en la oficina, en el taller o donde sea que uno quiera darles el espacio.
Lo principal a tener en cuenta al momento de incorporar el trabajo de los niños de modo de asegurar su felicidad es lograr que la explotación sea completa nunca ofreciéndoles una retribución por su trabajo.
Ellos pueden ser libres de ser naturalmente colaborativos y espontáneos, disfrutando lo que hacen porque quieren hacerlo. Pero cuando se les ofrece algo como "premio" las cosas cambian, su mente puede volvérseles en su contra y desarrollar la especulación y el interés por hacer cosas para obtener algo a cambio, perdiendo así su alegría y vida relajada la cual trocan por la tensión de lograr un objetivo y por supuesto, el peligro de volverse vulnerables a la extorsión y la manipulación por incentivos económicos y de reconocimiento.Lo segundo que debe considerarse es que no deben ser cargados de deberes ni tampoco tener una actitud de persecución de su eficiencia en lo que ellos hacen.
Ellos mismos buscarán aprender y se interesarán en saber cómo hacer algunas cosas, si no es así, debe dejárseles que hagan las cosas como les salgan, sin tratar de imponerles un método. Y por supuesto, dependiendo de que se trate, sólo se debe preponderar su cuidado de modo que no se hagan daño en su tarea laboral.
Tenemos una sociedad que discrimina, literalmente, a los niños. Ellos son no-permitidos en muchos lugares donde su espontaneidad y desfachatez no es bien recibida.
He visto a padres que se sienten avergonzados de sus hijos porque los sienten una extensión de ellos mismos, es por ésto que tratan de neutralizarlos cuando viven momentos de extraordinaria abstracción desestimando por completo a cualquier espectador.
Ignorantes de códigos sociales, libres de hipocresía, y llenos de energía, los niños son grandes precursores de caos el que precede el cambio, es por ésto que no sólo hay que permitirles trabajar, sino que también hay que estimularlo y promoverlo, porque benefician y se benefician desarrollando nuevas aptitudes y la confianza en sí mismos.
Y para quien se anime, también puede considerarles como posibles consultores pidiendo su opinión para diferentes temas, pueden ser realmente sorprendentes e innovadores para un mundo plagado de ideas obsoletas y de poca o ninguna utilidad.