Hay una realidad palpable e irrebatible, y es que si la mitad de la población no avanza la sociedad en su conjunto tampoco lo hace. Sin las mujeres, ningún pueblo está completo. Sin las mujeres la literatura no sería tan rica, ni la medicina tan avanzada, ni la educación tan eficiente. Sin las mujeres el mundo que conocemos no sería el mismo. Sin las mujeres no habrían hombres. Entonces, ¿por qué se las margina, aparta, maltrata y estigmatiza?
La ONU trabaja para eliminar la discriminación de las mujeres y las niñas, para lograr la igualdad entre géneros en beneficio del desarrollo. Porque la desigualdad de género afecta a todo tipo de mujeres, no importa su edad, país de nacimiento, nivel educativo o profesión. Las mujeres de países ricos, con un alto nivel de formación y con un trabajo cualitativo, también la sufren.
Se trata de un problema global. Y la educación es un elemento básico para su erradicación. Sobre todo la educación en los hogares. Los Gobiernos también son responsables, pues hay muchas acciones que se pueden impulsar y no se hace nada. En muchos países el problema no radica en la falta de legalización para proteger a la mujer, existe también una carencia acentuada de implementación de leyes. Hablamos de un derecho básico humano.
La igualdad no es hacer a las mujeres más parecidas a los hombres, sino crear un entorno en el que ambos sexos puedan tener opciones igualitarias y participar plenamente en la vida social, laboral y familiar.
Quienes toman las decisiones en los medios de comunicación son en su mayoría hombres, las mujeres representan el 22% de los presidentes de los organismos públicos de radiodifusión en la Unión Europea. En el ámbito de la investigación, las mujeres representan menos de un tercio, sólo el 27% de los jefes de las organizaciones de investigación. Y no hablemos ya del sector deportivo, en el que las mujeres ocupan nada más que el 14% de los puestos más altos en las federaciones deportivas europeas.
En todo el mundo el 40% de los trabajos remunerados están ocupados por mujeres. Pero siguen entrando en el mercado de trabajo de manera desigual a los hombres, incluso teniendo en cuenta su educación, experiencia y habilidades.
Las mujeres constituyen el 21,8 por ciento de los miembros de las cámaras bajas o cámaras únicas y el 19,4 por ciento de los senados o cámaras altas. A menos que se aborden todas estas dimensiones de la desigualdad entre los géneros, los objetivos de desarrollo mundial de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer no podrán lograrse.