Es muy frecuente que, para justificar la eutanasia, se acuda en primer lugar
a plantear los casos peores, de "enfermedad terminal", llenos de sufrimiento
sin posibilidad de alivio. Sin embargo, el concepto de enfermedad terminal,
cuando llega al gran público, queda mal definido. Una cosa es la definición estricta de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos,
y otra lo que se suele entender.
De ahí que la eutanasia que nace para "atender"
estos casos, vaya ampliando su horizonte poco a poco, como dinámica interna.
Por otra parte, cualquier médico sabe que los pronósticos infaustos a corto
plazo no siempre se cumplen, con lo que tomar una medida que no tiene marcha
atrás (matar al paciente) estaría siempre desaconsejado. Una nota reciente de BioEdge relata una anécdota iluminadora al respecto.