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Pros de la autopublicación: ¿merece la pena?

Publicado el 08 noviembre 2014 por Ana Bolox @ana_bolox

Pros de la autopublicación: ¿merece la pena?

Pros de la autopublicación: ¿merece la pena?


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La llegada del libro electrónico ha supuesto una revolución en el sector editorial y también ha abierto caminos inesperados para todos aquellos escritores que vagabundeaban por el mundo literario sin encontrar una editorial que los acogiera.

Autopublicarse ofrece ventajas, pero también inconvenientes. Hoy nos vamos a centrar en los pros de la autopublicación.

Pros de la autopublicación: ¿merece la pena?

Los pros de la autopublicación

Entre las bondades de las que un escritor puede beneficiarse si elige la autopublicación frente a la lucha incierta que supone bregar con las editoriales, encontramos dos muy apetecibles:

  • Por una parte, el autor que se autopublica es dueño y señor de todo el proceso. No hay nadie que se interponga entre él y su producto. Todas las decisiones son responsabilidad exclusivamente suya.
  • Por otra parte, los porcentajes que le corresponden al autopublicar son mucho más jugosos, y probablemente mucho más justos, que si publica con una editorial.

En un par de anotaciones en su blog muy clarificadoras, Mariana Eguaras habla sin tapujos sobre los porcentajes en la edición de un libro impreso y en la edición digital. Y en Digitalízate, David Gaughran hace lo mismo con el reparto de porcentajes en la autopublicación. Veamos cada uno de estos casos.

El reparto de porcentajes en la edición de un libro impreso

En el Reparto de porcentajes en la edición de un libro impreso, Mariana detalla la parte que corresponde a cada uno de los actores que desempeñan un papel en el proceso de publicación. Mientras que el porcentaje que corresponde al editor (un 30%) es defendible por la cantidad de tareas que lleva a cabo: el editor debe cubrir los costes de corrección de la obra, del diseño de la colección, del libro y de la portada; la traducción si la obra original es en otro idioma; la maquetación; las revisiones; la impresión; la promoción y prensa del libro (marketing). De este porcentaje, el editor también debe obtener beneficios para hacer rentable la empresa; primero, porque es quien apuesta y destina recursos económicos y humanos para publicar la obra de un autor y dar a conocer un determinado contenido y, segundo, porque la editorial es un negocio como cualquier otro y necesita obtener ganancias para seguir existiendo.

El del distribuidor, sin embargo, no deja de asombrar ( 60%, que se reparten entre él y el punto de venta, según el acuerdo al que lleguen entre ambos). El autor, por su parte, recibe un 10%, del cual tendrá que pagar un porcentaje al agente, caso de tenerlo.

Visto así, el reparto de estos porcentajes no parece muy justo, sobre todo en el caso del distribuidor, tal y como la propia Mariana Eguaras asegura: Se cuestiona mucho el papel del distribuidor de libros que, en definitiva, no aporta más valor que el llevar y traer libros de la biblioteca.

Con respecto a los escritores y la distribución de porcentajes, la conclusión a la que se llega en el interesante artículo de Mariana Eguaras es que el circuito del libro funciona así y al autor no le queda otra que tomarlo o dejarlo.

El reparto de porcentajes en la edición digital

Frente a este reparto, la edición digital ofrece uno muy diferente. En otro artículo, titulado Reparto de porcentajes en la edición digital, las cuentas que le salen a Mariana Eguara son significativamente distintas:

En su artículo, Mariana nos explica que, mientras en la edición del libro impreso es el distribuidor quien siempre negocia el descuento con el punto de venta (librería), no ocurre así en la edición digital, que puede hacerlo la plataforma o directamente el editor. De ahí que el porcentaje que cobran las distribuidoras sea tan fluctuante: si la gestión del descuento comercial con el punto de venta la realiza la plataforma, el porcentaje final ronda entre el 30% y el 50% del PVP del libro digital. Si la gestión la realiza el editor, las plataformas sólo cobran entre un 15% y 25% del PVP del libro, y el editor tendrá que negociar con cada una de las librerías su respectivo porcentaje. Como llevar a cabo esta última acción es prácticamente imposible por el tiempo y los recursos que demandaría hacerlo, la mayoría de las editoriales optan por la primera de las opciones y dejan la negociación con el punto de venta en manos de las plataformas.

Por ello, el porcentaje del editor fluctúa, según la combinación de las variables que se manejan en el párrafo anterior.

Pero incluso en este caso, la autora del artículo sigue opinando, y creo que los demás en una gran mayoría también lo hacemos, que el porcentaje del distribuidor continúa siendo excesivo, aunque, eso sí, el autor ve incrementado su porcentaje hasta un 25%, más del doble de lo que le correspondería al publicar con el medio tradicional.

El reparto de porcentajes en un libro autopublicado

De acuerdo con los datos que ofrece David Gaughran en su libro, Digitalízate, el reparto de porcentajes (en dólares) de un libro autopublicado se distribuye de la siguiente manera:

Para un libro electrónico autopublicado con un precio de venta al público de 2,99 dólares:

  • Minorista: 30% (0,90 dólares).
  • Escritor: 70% (2,09 dólares, y no suele haber un agente que cobre una comisión).

Las ventajas en cuanto a la cuestión monetaria parecen evidentes. Además, David Gaughran añade un dato extra que no se puede dejar de tener en cuenta:

[...], a diferencia de lo que ocurre en el mundo editorial, cuando un escritor autoedita un libro online no se ve sometido a la presión de tener que retirarlo y dejar de venderlo, porque allí hay una cantidad infinita de espacio virtual en las estanterías. No existe ninguna razón para que un autor no tenga todos sus libros en venta todo el tiempo, dando dinero.

En conclusión, parece que desde el punto de vista económico, la publicación digital favorece al escritor y la autopublicación no sólo lo beneficia en este sentido sino que le dota de una libertad de acción y decisión que jamás alcanzaría al poner su obra en manos de una editorial. No obstante, como se apuntó al principio, también esta manera de publicar tiene sus contras. En mi opinión, los más importantes proceden, precisamente, del primer punto que se anotó como "pro", el de la libertad absoluta de la que goza el escritor para convertir su texto en un producto vendible, pues también en esto reside una de sus mayores desventajas, que veremos en una próxima anotación.

Mientras tanto, quizá te apetezca echar un vistazo a otras opiniones. En ese caso, te recomiendo el magnífico artículo publicado por Víctor Selles en Las ventajas de la autopublicación.

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