En un mundo globalizado como el de hoy, de cada vez es más habitual observar a personas adultas que lucen con orgullo los famosos “brackets” con tal mejorar el estado físico o visual de su boca y dentadura.
Pero, ¿qué ventajas me reporta ponerme ortodoncia a los 30 o 40 años?
Aunque los resultados con el uso de “brackets” son mucho más rápidos en las edades más tiernas, se pueden obtener igualmente rendimientos muy buenos en las dentaduras de personas ya crecidas.
Recordemos que una dentadura sana influye en una correcta salud bucal, y eso se traduce en una reducción del número de visitas al dentistas por dolores varios como problemas con las muelas de juicio o apiñamiento de dientes.
En realidad, los beneficios físicos que se pueden obtener con el uso de ortodoncia en edades adultas son prácticamente los mismos que durante la niñez o adolescencia.
También debemos considerar la importante inversión que se necesita para apuntarse a la moda de los “brackets”, la cual suele ser más fácil de afrontar para una persona que ya trabaja que no para un niño.
Entonces, ¿no hay desventajas si me quiero poner ortodoncia con 30 años?
Sí, por desgracia a día de hoy aún existen algunos contras insalvables a estas edades.
Un adulto ya ha terminado su proceso de crecimiento, sus dientes llevan años sin movimiento y como tal sentirá más dolor en el proceso que el que sentiría con 10 años. Si obligamos a los dientes a moverse después de tantos años en el mismo sitio, no podemos esperar que lo hagan sin hacer ruido.
No obstante, el dolor es soportable y en la mayoría de casos se limitará a dolencias puntuales, como por ejemplo a la hora de ajustar periódicamente los “brackets”.
Otro inconveniente que suele preocupar más a las personas es el efecto visual que tendrá la ortodoncia al sonreír o hablar con alguien, hecho que no suele afectar demasiado al día a día de los pacientes pero que en determinados trabajos puede llegar a ser un factor condicionante.
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