No sé cuántas veces me han dicho eso de "trabajas desde casa, ¡¡qué suerte!!" Y sí, algunas veces es una suerte. Pero no es oro todo lo que reluce y no lo digo yo, en esto coincidimos muchos de los que desempeñamos nuestra jornada laboral al amparo del hogar.
Así que se me ocurre hace una lista de pros y otra de contras y os animo a alimentarla. A vuestros ojos qué es lo mejor y lo peor de trabajar sin salir de casa. Aquí os dejo mis listas.
Lista de pros
- Flexibilidad horaria en la mayoría de las ocasiones. Si te gusta madrugar puedes ponerte el reloj a la hora que canta el gallo. Y si eres de hábitos nocturnos puedes trasnochar agusto.
- El ritual de elegir el modelito del día/vestirse/pintarse te lo puedes saltar. Un gran alivio, al menos para mi.
- En consecuencia, ahorras dinero en ropa. No es que te valga cualquier cosa, pero cuando trabajas en la oficina una debe mantener la apariencia ;)
- ¿Un día de catarro? Siempre puedes llevarte el portátil a la cama.
- Ayuda a conciliar trabajo/familia.
- Si el niño se pone malito, no tienes que elaborar un plan estratégico para dejarle con "alguien" antes de irte a trabajar.
- Si el niño sigue malito, puede quedarse en casita recuperándose evitando así las indeseables recaídas.
- En caso de vacaciones escolares, días libres porque sí o similar, no problem, mami está en casa.
- Si los críos van siendo mayorcitos, entienden que te toca currar y hasta puedes sentarte al ordenador con ellos por casa (consejo, si no tienen hermanos, como en mi caso, llévate a un amiguito a casa y así podrás acabar eso tan urgente que tienes que entregar).
- Los mensajeros te adorarán porque te pillan en casa a la hora que pasan (es decir, a la hora que a ellos les da la gana).
Lista de contras
- La flexibilidad implica que muchos días estás pringada hasta las orejas porque parece que no acabas nunca. Un ratito por la mañana, otro ratito después de comer, entre cole y actividad extraescolar o si algo falla, ya si eso acabo por la noche. Lo dicho, todo el
putodía pringada. - Como te despistes andas en pijama todo el día. Y eso va fatal para la autoestima. Mirarse en el espejo a la 1 de la tarde y ver la pinta de recién levantada no mola nada.
- Puedes acabar de uniforme a elegir entre pijama-bata o chándal.
- Si te pones enfermo, te fastidias, como estás en casa, puedes trabajar hasta sentado en el WC.
- La conciliación, osea atender y cuidar de tus hijos, recae enteramente a tus espaldas. Como estás en casa.....
- Si los niños caen enfermos, prepárate a aprovechar las noches a saco porque serán los únicos momentos que tengas disponibles para sacar tu trabajo adelante.
- ¿Vacaciones? lo mismo te digo, las noches serán tu espacio vital y sin copas, ¡que conste!
- La soledad. Hay días que hasta que tu pareja no llega a casa no hablas con ningún adulto. No vale whatsupp, chats, ni redes sociales. El café entre compañeros, el cotilleo de la oficina, las reuniones, el interactuar con el mundo vaya, eso se echa de menos.
- Es difícil superar la tentación de atender otras tareas, especialmente las domésticas. ¡No vale hacer un descansito para poner la lavadora!
- Algunas personas no entienden que trabajar desde casa no implica estar siempre disponible. Aunque estés en casa, tienes una jornada de trabajo como todo el mundo que ha de ser respetada.
En mi caso adaptarme a esta modalidad de trabajo no fue sencillo. Pero ya llevo un tiempo y me he impuesto unas normas que intento no saltarme para poder aprovechar al máximo mi jornada laboral cada día y seguir siendo una persona cuerda.
- El pijama no es aceptado como vestimenta de trabajo. Me levanto muy muy temprano. Y lo único que me permito hacer en pijama es desayunar mientras organizo mi agenda del día. Después ducha y ropa de calle.
- El tener que llevar al niño al colegio te obliga a vestirte claro. ¡Pero me niego a ir cada día en ropa de deporte! Intento no caer en el chándal o en la falta de cuidado. No me niego un brochazo o un poco de color en los labios. Y salvo algún mal día, pelo limpio y arreglado. Eso de todo vale es mejor desterrarlo.
- Madrugar mucho me permite sacar una hora o más para organizar mi agenda y mi jornada. De este modo, nada más dejarlo en el colegio puedo dedicarme de lleno a las tareas del día sin más distracciones.
- El grueso del trabajo lo hago mientras Rayo está en el cole.
- Imponerse un horario fijo (aunque abierto a la flexibilidad según las necesidades de cada día) es fundamental. En ese horario no caben distracciones. Prohibidas tareas domésticas. De eso ya te encargarás -o tu pareja- más tarde.
- Al menos una vez en semana intento tomarme un café o lo que se tercie con mis amigas para tener ese momento social que no se tiene trabajando de este modo. No es difícil si las madres de los amigos de tu hijo son tus coleguitas. Los niños juegan, las madres compartimos un café y todos tan contentos.
- Las tareas domésticas son compartidas porque, aunque en casa, también trabajo. Aún así, al final asumes más. Y la señal de que te estás pasando es que te desmoronas. En ese momento hay para parar, reorganizar y delegar.