Prosperidad económica y necesidades de autorrealización de Maslow ( 5 min.)
Juan B. Lorenzo de Membiela
Cuando el marco institucional es el adecuado el mercado organiza la actividad económica (Guitián, 2011:90)[1]. Es una declaración apriorística, en apariencia. Porque los triunfos morales no se acumulan pese al progreso - y el transcurso del tiempo-. Las opciones morales siempre parecen comenzar desde cero (Bauman, 2005:260)[2].
Se buscan opciones para incrementar la productividad. Pero todas son unidireccionales. Producto del pensamiento lineal. Tampoco temporalmente íntegras. Se olvida el legado de la historia: las fuerzas motrices del futuro no son otras que las del pasado (Spengler, 2011:43)[3].
Quizás porque los prejuicios de la ideología atomizan la sociedad haciéndola más vulnerable y menos libre. Y porque la economía diagnostica la viabilidad de los países sobre unos principios que operan como mínimos para la convivencia y prosperidad.
En tanto que el estado estuvo confinado a una sola ciudad, eso dio a cada individuo sentimiento de poder real y de responsabilidad (Rusell, 2013:180) [4]. Y coincide, en lo básico, con la tesis expuesta por Acemaglu y Robinson (2012:185 y ss.)[5]sobre las llamadas instituciones inclusivas , las que interactúan con toda la comunidad .
Ejemplo de ello lo encontramos en las ciudades que integraban la Liga Hanseática pero especialmente Venecia.
La ciudad italiana alcanzó su independencia en el año 810 dC. .Tras el Imperio romano reyes como Carlomagno lograron cierta paz y estabilidad en un proceso de consolidación territorial. Estas condiciones fueron aprovechadas por la ciudad para fomentar el comercio internacional entre oriente y occidente.
La expansión económica fue debida a la concurrencia de una serie de « innovaciones » contractuales inclusivaspero, básicamente, por un medio político abierto a todos los ciudadanos. Como contrato mercantil promotor de dinamismo social se encontraba la llamada commenda. Institución proveniente de costumbres adoptadas por el derecho romano en las ciudades marítimas medievales y que sobrevivió en los tiempos con el nombre de « préstamo a la gruesa ».
La commenda era una sociedad rudimentaria, limitada temporalmente a la duración del negocio (Acemaglu y Robinson, 2012:186). Por ella, una o más personas confiaban (encomendaban) capital a un naviero a cambio de una participación en las ganancias del negocio que éste lograría tras su expedición. La integraban, el socio capitalista o « sedentario», que financiaba la empresa y otro, el navegante, que o contribuía económicamente o no. Esta participación determinaba el porcentaje de beneficio o pérdida.
El éxito comercial no solamente producía ganancia sino también ascenso social a través de distintas instituciones en la ciudad. El poder estaba fiscalizado por consejos y grandes consejos, de forma que el duque de la ciudad carecía de autonomía ejecutiva si no era respaldado por los consejos.
El declive comenzó cuando las familias más poderosas, convertidas en nobleza germinal, monopolizaron las instituciones políticas, impidiendo, a cualquier otro, todo ascenso social.
En 1315, el Gran Consejo se convirtió en hereditario. El sistema social abierto quedó cerrado e incluso la commenda y otras figuras mercantiles fueron prohibidas. El comercio fue autorizado a unos pocos y comenzó la decadencia económica que situó a Venecia en una ciudad turística tal y como es hoy. Europa, contrariamente, a partir del s. XVII, iniciaba su expansión. Ya no estaba fragmentada y sumida en el vacío en que quedó tras la extinción de Roma.
El mundo, como escribió Heráclito (Montaigne, 2011)[6], está sujeto a las leyes del destino, que debía un día inflamarse y convertirse en fuego para renacer nuevamente.
Discrepo de la tesis sostenida por los profesores Acemaglu y Robinson. La commenda no fue la causa de la prosperidad de Venecia, sino principalmente el sistema social y político que permitía un ascenso social para aquellos que más prosperaban. La encomienda, fue un instrumento jurídico que conectó con las necesidades sociales de los individuos. Ello se comprueba porque la encomienda no funcionó únicamente en Venecia pero sí fue en Venecia en donde existieron instituciones políticas abiertas para todos los ciudadanos.
Estas circunstancias obligan a remitirnos a Maslow. Porque el comercio marítimo como el sistema de consejos abiertos de la ciudad satisfacían las necesidades sociales, las necesidades de estima y las necesidades de autorrealización (Robbins y Coulter, 2000:50-1)[7].
Hoy, sabemos, que las instituciones inclusivas en una sociedad abierta políticamente favorecen el crecimiento de toda nación. La cuestión es cómo hacer abierto lo que ya de antiguo es cerrado; cómo hacer más democrático lo que de por sí es ya democrático.
[1] Guitián, G., (2011): Negocios y moral. El dilema del camello y la aguja, Barañaín (Navarra): Eunsa.
[2] Bauman, Z., (2005): Ética postmoderna, México, Siglo XXI.
[3]Spengler, O., (2011): Los años decisivos, Madrid: Altera.
[4] Rusell, B., (2013): El poder, Barcelona: RBA.
[5] Acemaglu, D. y Robinson, J, A., (2012): Por qué fracasan los países, 3ª edic., Barcelona: Deusto.
[6]Montaigne, M. de, (2008): Ensayos completos, Estella (Navarra): Cátedra.
[7] Robbins, S.P. y Coulter, M., (2000): Administración, México: Prentice Hall.
Revista Cultura y Ocio
Prosperidad económica y necesidades de autorrealización de Maslow ( 5 min.)
Publicado el 29 mayo 2013 por Jblor8Sus últimos artículos
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