PROSTITUTO
A quién no le ha pasado que en algún momento la vida lo golpeó tan duro que la contusión trajo secuelas. Que decidiste auto diagnosticarte indefenso, temeroso y devaluado. Que no tuviste más que adquirir una armadura en aquella calle de la autocompadecencia…
Y así te quedaste aguardando el siguiente round. Confiado de que esta vez podrías encajar un par de golpes. Intentando, inútilmente, de convencer al mundo que eres fuerte, que ya aprendiste la lección y que no resulta en otra cosa que un escueto intento de convencerte a ti mismo.
Porque vas prostituyendo tus historias de dolor a granel en una súplica de empatía masiva y así esquivar la realidad que es cada vez más difícil de tragar. Para no mirarte al espejo y sentir al asco invadir tu mente. Para evitar, bajo cualquier costo, sentir que eres patético.
Y es que en algún momento se te dijo que la aprobación del resto era más importante que tus principios, tus deseos y tus sueños. Que abandonarte para encajar con la masa era necesario para conseguir sobrevivir en esta selva del más apto.
Que cada día te calzas esa desvergüenza escotada y un nuevo bolso de mentiras donde cargas algunas cuantas para el retoque de cada cierto tiempo. Para que no vean lo que hay tras esos labios blasfemos y esos ojos sin vida. Y así vas, día tras día, deambulando en la esquina de la calle empatía cruce con la avenida deslealtad.
Tal vez también cambiaste el sentirte bien contigo mismo por unos cuantos «Like». Porque te ganó el morbo de esta sociedad cuadriculada en donde si resaltas con luz propia eres un inadaptado y que, incluso ahora, si eres un incomprendido la tienes difícil.
Que loco está el planeta. Incluso para ser un inadaptado hay que prostituir virtualmente la dignidad, la ideólogía e incluso satirizar la misma historia en todas sus versiones. Cayendo en un repudio cada vez más vomitivo.
Mientras sigamos viviendo pretendiendo gustarle más al resto en lugar de pensar en gustarnos más nosotros mismos, por y para nosotros, no podremos alcanzar la paz.
Y por paz me refiero a esa estabilidad emocional que nos permite ser realmente nosotros mismos sin detenernos a pensar la cantidad de «Likes» que vayamos recibiendo por la vida.
Significa quitarnos aquellos oxidados grilletes llamados prejuicios que te dan el mediocre poder de ir calificando cosas según tu apreciación personal y no por lo que valen en esencia.
Ya saben, un poquito más de amor propio.