El foro deja fuera a Venezuela porque no ostenta los requisitos para participar del mismo, si bien –paradójicamente– invita a participar al autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó. Esto hace evidente que, al contrario a lo que se indica en su acta de constitución,la propuesta refleja una identidad ideológica excluyente que busca ahondar las diferencias entre los países suramericanos.
Bolivia, Surinam y Uruguay participaron como observadores aunque se abstuvieron de rubricar el acta. El vicecanciller de Uruguay, Ariel Bergamino mencionó: “no concebimos ningún ámbito de integración con exclusiones de ningún tipo; un ámbito de integración con exclusiones no integra, es contrario a su propia naturaleza”
Después de abandonar en bloque la UNASUR los países del Grupo de Lima desarrollaron todo un andamiaje discursivo orientado a defenestrar la labor de este organismo, calificándolo de ineficaz . Por ello, la creación de PROSUR se erige bajo el presupuesto de la “infectividad” de la UNASUR para continuar siendo espacio de diálogo en la región. Sin embargo, en su argumentario, los creadores de la PROSUR obvian los logros de la UNASUR como garante, desde 2011, de la integración, diálogo y solidaridad regional, lejos de la geopolítica estadounidense, entre otros:
- Controlar las amenazas a la democracia en varios países de la región. Destacan las misiones electorales y cooperación técnica entre organismos electorales haciendo respetar la voluntad de los pueblos de la región.
- Dirimir la tensión entre la Colombia y Venezuela, durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Hugo Chávez.
- Construir progresivamente de una visión compartida en materia de defensa regional.
- Crear un centro regional de solución de controversias en materia de inversiones y libre movilidad humana en la región. Potenciar el desarrollo en materia de integración energética, ferroviaria y de telecomunicaciones.
- Buscar consensos en el marco del Consejo Sudamericano de Lucha contra el Problema Mundial de las Drogas, logrando una posición regional ante la Conferencia de Naciones Unidas sobre drogas en el 2016 (UNGASS).
- Implementar proyectos para la puesta en marcha de un banco de precios de medicamentos y el mapeo de las capacidades regionales para la producción de medicinas.
- Desarrollar un sistema de Información Geográfica, como herramienta de georreferenciación para orientar la planificación y la gestión de la integración física en Suramérica, a través de información digital estandarizada a nivel continental.
- Crear la Agenda de Proyectos Prioritarios de Infraestructura (API).[5]
Consecuencias inmediatas
En tanto el avance de PROSUR va en detrimento de UNASUR, cabe mencionar algunas implicaciones inmediatas que podrían tener la desactivación del organismo creado hace más de una década y que han sido identificadas por su exsecretario general, Ernesto Samper:
- El trámite de retiro de algunos países de la UNASUR se encuentra regulado y se deben respetar los tiempos pactados para adelantar el proceso, honrar los compromisos financieros pendientes y cumplir las normas constitucionales de cada Estado, que obligan a someter a los órganos legislativos a la denuncia del Tratado Constitutivo de UNASUR para poder concretar el abandono de la entidad.
- El retiro de UNASUR supone el abandono de derechos como los permisos temporales de trabajo que hoy benefician a más de tres millones de trabajadores, la utilización de los documentos nacionales de identidad, como pasaportes, o los descuentos de valor de medicinas y vacunas, obtenidos por el Instituto Suramericano de Gobierno en Salud, ISAGS.
- La salida de la UNASUR implica la renuncia al trabajo concertado y acumulado durante más de diez años y se traduce en las agendas sectoriales en materia electoral, de salud, educación, infraestructura, lucha contra el crimen organizado, cultura y defensa.
Cambios en la geopolítica regional
La creación de PROSUR instala una mayor crisis de institucionalidad internacional en la región. Con una OEA que carece de legitimidad, la mayoría de los países que integran PROSUR abandonaron UNASUR, mientras CELAC ha quedado, por el momento, debilitada.
El Grupo de Lima, sin consenso y prácticamente desaparecido, da paso a PROSUR, el cual tampoco tiene consenso, y su principal objetivo, declarado por Duque, es sacar a Nicolás Maduro de Venezuela, “pero respetando la soberanía de las naciones sudamericanas”. La mayoría de los países que integran PROSUR tiene también en común una crisis de legitimidad en sus respectivos países. Viendo en conjunto el panorama regional, PROSUR puede entenderse en varios sentidos: reordenamiento geopolítico de la región y de largo alcance en temas de infraestructura, exportación de recursos estratégicos, apertura energética, acuerdos de libre comercio e inversión y seguridad. En este sentido, es clave que EE. UU. ya cuente con acuerdos comerciales bilaterales con varios de los miembros de PROSUR.
No obstante, también hay que destacar que, en la medida en que no es un foro de alto nivel y que no cuenta ni con el trabajo conjunto de los gobiernos y de las diplomacias de los distintos países de la región, carece de bases tan sólidas como las de UNASUR. Además, replica la falta de consenso que llevó al Grupo de Lima a apagarse paulatinamente, toda vez que no logró conseguir el apoyo de México, Uruguay, y tampoco de Bolivia.
En este sentido, el crecimiento de PROSUR podría ser bastante limitado, en tanto que Panamá y México son miembros observadores de la UNASUR, y uno de los presidentes más poderosos de la región, Andrés Manuel López Obrador, desconoce el avance intervencionista que se ha iniciado en contra de Venezuela de la mano del Grupo de Lima.
Por otra parte, la Comunidad del Caribe (CARICOM) ha mantenido una posición independiente sobre Venezuela, influenciada por la preocupación ante una posible intervención militar externa. Por ello sería difícil que se sumara a las prerrogativas de PROSUR, abiertamente hostiles a Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Finalmente, detrás de la creación de PROSUR está el último intento del Gobierno estadounidense de avanzar en el programa imperialista, vía la destrucción de las instituciones integradoras de bloques regionales que no le son afines. Un objetivo que William H. Taft enunció en 1912: apropiarse del hemisferio en virtud de su supuesta superioridad.
FUENTE: Un PROSUR para la desintegración regional Por Aníbal García Fernández