Pasado ya el crudo invierno ha llegado por fin la primavera, y con ella esas ganas de tomar el sol y de vernos con otro tono de piel menos mortecino y más sonrojado o moreno. Hoy en día es muy occidental el tener un “look” bronceado, al contrario que ocurre en algunas zonas más orientales, donde el sol es un enemigo perverso. Antiguamente siempre ha sido un signo de clase baja el estar moreno o bronceado, ya que se suponía que era el resultado del duro y denostado trabajo manual al aire libre. Es también muy cierto que una gran cantidad de personas sienten el enorme deseo de salir más a practicar deporte, ya sea correr, andar o practicar cualquier otro, debido al agradable tiempo que supone la estación previa al verano. Todo tiene su lado positivo y negativo, y en este concreto caso, la tendencia cada vez es mayor a favor del lado negativo. Y hablando de salir a practicar ejercicio físico en estas calurosas estaciones en nuestro país, es imprescindible la protección solar para la práctica deportiva.
Hay un grupo de deportistas que son importantes candidatos a sufrir estos efectos tan negativos como son los corredores de largas distancias. De hecho, hay grandes profesionales del maratón que utilizan todo tipo de aplicaciones para evitar el sol, incluso el uso de manguitos para proteger los brazos. Existe una gran sensibilización por este problema en todos los grandes deportistas en general.
LOS BENEFICIOS DEL SOL
No cabe duda de que el sol es imprescindible para la vida y tiene efectos muy beneficiosos sobre el organismo, y por ello siempre se ha dicho que el sol es fuente de vida. Sin él no podrían sobrevivir animales ni plantas. En relación directa con los humanos, metabólicamente hablando, tiene efectos muy beneficiosos sobre nuestro organismo al estimular la formación de vitamina A y D, que contribuye a la formación y consolidación de los huesos y dientes.
Debemos hacer caso a los profesionales de la medicina cuando nos recuerdan que el sol que nos da, cuando salimos 5 minutos a la calle, ya es suficiente para la correcta mineralización de los huesos. No se justifica tomar el sol más de este tiempo “para prevenir la osteoporosis”.
LA CAPA DE OZONO
Pero antes de hacer consideraciones en torno a lo bueno y malo de tomar el sol, debemos tener presente que cada vez es más peligrosa dicha exposición solar. Y ello se debe en general a los problemas derivados del proceso devastador al que sometemos al medio ambiente, y en particular a la capa de ozono como un velo de protección solar. La radiación ultravioleta proveniente del Sol sería fatal para la vida en la Tierra si no fuese detenida en la estratosfera por un filtro natural como es la capa de ozono. Gracias a ella, la mayor parte de esa radiación no alcanza la superficie terrestre. Si bien el ozono está presente en toda la atmósfera, se concentra principalmente en la estratosfera, entre los veinticinco y treinta kilómetros de altura. Este debilitamiento de la capa de ozono permite el paso de los rayos solares de corta longitud de onda y alta energía (rayos ultravioletas) que pueden producir y aumentar el riesgo de sufrir determinados problemas físicos.
LOS PELIGROS DE LA RADIACIÓN SOLAR
Como hemos comentado previamente, la exposición continuada al sol tiene cada vez mayores efectos negativos para la salud. La exposición a la luz solar natural o artificial, voluntaria o involuntaria, puede llegar a ser muy dañina para la piel humana.
La Organización Mundial de la Salud nos anuncia que las radiaciones solares ejercen un efecto negativo para la salud, principalmente vinculadas a diversos tipos de cáncer de piel, envejecimiento prematuro de la piel, cataratas y otras enfermedades oculares. El riesgo de padecer alguno de estos problemas depende directamente de factores relacionados con la tolerancia a la radiación.
Los efectos negativos van a depender del tiempo continuado a la exposición ultravioleta, y de la cantidad total de exposición que vamos acumulando a lo largo del tiempo, ya que está demostrado científicamente que nuestra piel tiene memoria, de modo que la piel “recuerda” toda la radiación que ha recibido desde la infancia.
Los efectos negativos inmediatos serían: las quemaduras solares (de primer grado o enrojecimiento, segundo grado con ampollas), bronceado (pigmentación inmediata o diferida), alteraciones del sistema inmunitario e insolaciones.
Los efectos negativos tardíos por acumulación o exposición crónica serían: Fotoenvejecimiento cutáneo (envejecimiento prematuro de la piel que implica dilatación vascular, arrugas y manchas), fotocarcinogénesis (aparición de tumores cutáneos) y alteraciones oculares (catarata).
LA PROTECCIÓN SOLAR
Si no podemos elegir, o estamos condenados por nuestras insaciables ganas de salir a correr cuando brilla el sol, estamos obligados a protegernos concienzudamente para evitar las desagradables sorpresas que nos deparan los incontrolados rayos ultravioletas.
La ropa clara y ligera evita la acumulación del calor por la proyección del sol. También es preferible usar la que permita una adecuada transpiración. Hoy en día existe una amplia gama de prendas deportivas de última generación, con entramados bicapa y monocapa con brillo, que ayudan a prevenir estos efectos negativos.
Si pasamos mucho tiempo expuestos nos dolerá posiblemente la cabeza, por lo que será importante utilizar una gorra con visera para protegerla, igual que a los ojos.
Hay un dato importante con el que no contamos habitualmente, y es el del reflejo de los rayos del sol. Por ello debemos evitar lugares en los que el sol podría reflejarse de manera perjudicial para nosotros. Sitios como la nieve, el asfalto mojado o el césped ya que son muy reflectantes y pueden dañarnos los ojos. Es importante que conozcamos que los cristales no evitan el paso de los rayos ultravioletas.
La sobreexposición al sol como hemos comentado, también puede causar efectos dañinos en sus ojos. Esto puede provocar afecciones graves como fotoqueratitis (quemadura de la córnea), pterigio (crecimiento de tejido en la parte blanca de los ojos que puede bloquear la visión) y cáncer de piel en los párpados. Puede tener relación con el desarrollo de cataratas y posiblemente con la degeneración macular. Aunque el problema no es igual para todas las personas, en estas situaciones el uso de gafas de sol va a mejorar la comodidad y puede proporcionar beneficios para la salud ocular. Es muy importante que las gafas de sol envuelvan por completo los párpados para evitar que la luz entre por los lados.
De todos es sabido que hay que proteger la piel y evitar posibles riesgos con el uso de crema solar. Ya hemos comentado que uno de los problemas más graves que producen las radiaciones ultravioletas es el riesgo de padecer cáncer de piel (el temido melanoma), además de quemaduras.
Es necesario el uso de cremas con factor de protección. La elección de este dependerá de la patología individual de cada uno, escogiendo la galénica (crema, gel, spray…) por ser más extensible y un índice adecuado de protección, siempre de acuerdo con la recomendación del especialista. No debemos aprovechar el uso de fotoprotector para aumentar el tiempo de exposición solar.
Ésta deberá aplicarse cada vez que nos expongamos a las radiaciones lógicamente, incluso en invierno o en días nublados, puesto que la radiación atraviesa las nubes y es independiente de la sensación térmica. Si la exposición va ser prolongada, tendremos que renovar la protección solar cada 60 minutos y sobre todo tras tomar un baño o sudar (salvo las resistentes al agua o expresamente pensados para la práctica de deportes).
Otro consejo importante, sobre todo para esos deportistas de la hora de la comida, es que tenemos que evitar la exposición solar entre las 12.00. y 16.00 horas, por ser en esos momentos cuando la incidencia de los rayos sobre la tierra es de mayor intensidad.
En todas las recomendaciones siempre hay un dato común, y es el de seguir detalladamente los consejos que de forma particular nos darán los especialistas y profesionales para cada materia en concreto. El deporte al aire libre es muy beneficioso, pero lo tenemos que hacer de forma responsable para no degradar nuestra mejoría física.