A día de hoy seguramente ya habréis comprado algún protector solar para protegeros de las largas jornadas ante el sol en vacaciones. Por si no lo habéis hecho todavía, o por si el protector que habéis elegido os está dando algún tipo de problemas (alergia o reacción), quizá os interesaría conocer la diferencia entre los dos grandes grandes grupos de filtros, los químicos y los físicos.
Los especialistas aseguran que ambos filtros son igual de eficaces a la hora de proteger la piel de las radiaciones solares. Aunque cada uno tiene sus ventajas y desventajas.
Claudia di Paolo, la más famosa Beauty Hunter, y experta en belleza y cosmética eficaz nos da algunos consejos para elegir el factor de protección solar y descifrar la numeración de los envases.
Los filtros solares se aplican sobre la piel con el objetivo de evitar los efectos nocivos de las radiaciones solares sobre la piel. Los filtros solares de amplio espectro ofrecen protección frente a los rayos UVA responsables del envejecimiento y UVB responsables del eritema, se distinguen porque en el envase aparecen dos numeraciones, la primera para la protección UVB y la segunda para la UVA. En los protectores normales solo aparece la protección para los UVB.
Muchos protectores solares incorporan en su formulación los dos tipos de filtros, pero lo que debéis saber para elegir el que más os conviene a vuestra piel es:
Protectores solares con filtros químicos o físicos
Filtros químicos: este tipo de filtros están constituidos por moléculas capaces de absorber los rayos UVA y UVB protegiendo las capas más profundas de la piel. Su composición sintética es poco densa lo que lo hace perfecto para pieles grasas. La desventaja es que al ser absorbido por la piel tiene la posibilidad de crear intolerancias y alergias en la piel.
Componentes habituales: Octylcrylene, Octinoxate, Avobenzone, Oxybenzone, Octisalate, Homosalate, 4-MBC, Meroxy SX y XL.
Filtros físicos: contienen micropartículas que actúan como pequeños espejos que reflejan la radiación solar impidiendo que la piel la absorba. Son más densos que los filtros químicos, dejan un halo blanquecino aunque recientemente han aparecido nuevos componentes que no dejan este efecto sobre la piel y son igual de eficaces.
Estos filtros no son absorbidos por la piel por lo que son recomendables para pieles delicadas o con intolerancias.
Ingredientes habituales:
Titanium dioxide, Zinc oxide.
Las personas con mayor riesgo y que por ello deben extremar las precauciones son: las de piel y ojos claros, quienes se exponen en forma prolongada al sol, por su actividad, las que durante la infancia han tenido episodios de quemaduras solares, quienes tienen historia personal o un familiar directo con cáncer de piel y las personas con muchos lunares.
Entre las 11.30 am y las 3:00 pm no hay que exponerse al sol. Creo que muy pocas personas siguen este consejo, pero recordad esta frase: “La piel perdona los efectos de la exposición solar pero nunca los olvida.” O sea que evitad el “efecto lagarto o serpiente”. (Puedo dar fe de ello. Mi padre, pelirojo y de piel muy blanca, en sus años mozos, pasaba horas bajo el sol, pareciendo una gamba langostinera perpetua. Las consecuencias de ello las está sufriendo desde hace unos años. Y os aseguro que no es nada agradable. Va perdiendo la piel a trozos, debido a varios melanomas, aunque por el momento, ninguno maligno).
La aplicación de los productos protectores debe hacerse en forma regular en todo el cuerpo 30 minutos antes de ponerse al sol, 2 gramos por centímetro cuadrado y en forma uniforme. No olvidarse de zonas delicadas: cuello, orejas, labios, empeines y calva.
Además, hay que volver a aplicarlo cada dos horas o después de haber sudado mucho o de haber estado en el agua más de 40 minutos.
Los productos con FPS de 2 a 10 son considerados de baja protección, los que van de 15 a 20 de media protección y los de entre 30 y 50 o superior de alta protección. Si la persona tiene una piel muy blanca lo ideal es un factor de protección 40 ó 60. En el caso de las pieles más morenas pueden usar un factor 15. Pero, lo recomendable es siempre usar un factor de 30 para arriba.
Se debe comenzar por determinar cuánto tarda vuestra piel en quemarse al sol sin protección, lo que os permitirá sacar la cuenta; pues el FPS se relaciona con el tiempo que nuestra piel se mantiene “a salvo” de los rayos solares sin quemarse. Las pieles claras suelen tardar entre 3 y 5 minutos, las menos sensibles 10 o más mientras que las pieles oscuras pueden tardar hasta 40 minutos sin quemarse.
Al multiplicar ese tiempo por el FPS que indica el producto obtendréis la cantidad de minutos que estaréis protegidos. Por ejemplo si tardáis 5 minutos en quemaros sin ningún producto y elegís un protector con FPS 15 estaréis 75 minutos resguardados.
Debéis usar un producto especial para la cara ya que la piel es más sensible y delicada, con un mayor FPS y otro para el resto de tu cuerpo.
Debéis tener en cuenta también la actividad: si sois deportistas, comprad un protector resistente al sudor y el agua.
Y sobre todo: no abuséis del sol, y no salgáis de casa sin protector solar. Nunca. O vuestra piel os pasará factura dentro de unos años….
¿Y vosotros? ¿Ya habéis elegido el protector solar que mejor os va según vuestro tipo de piel y actividad diaria? Estaré encantada de leer vuestros comentarios!!
Besos desde mi blog!!!