El artículo Protege a tus Hijos de las Verrugas aparece en consejos
La infección por el virus conocido como Molusco Contagioso (Molluscum contagiosum) es la responsable de la aparición de verrugas cutáneas que afectan, sobre todo, a niños entre 2 y 12 años.
Esta infección es contagiosa, y puede pasar de una persona a otra o extenderse por la piel del propio enfermo, apareciendo cada vez más verrugas. Se puede contagiar por frote, a través del contacto directo o por contacto con toallas húmedas u otros objetos que hayan sido infectados. También se puede contagiar por rascado de la verruga quedando restos de esta bajo las uñas. El virus del molusco puede vivir hasta 24 horas en cualquier superficie, razón por la cual es tan efectiva su propagación.
El Molusco Contagioso suele empezar con una única verruga, que puede estar situada en la cara, en el cuello, en las axilas, en los brazos y en las manos, pero también en cualquier parte del cuerpo, a excepción de la planta de los pies y las palmas de las manos. Es frecuente que, por rascado, vayan apareciendo cada vez más verrugas. Su tamaño es muy variable, y contienen una pequeña “perla” en el interior que alberga el virus.
Aunque esta infección es molesta y contagiosa, suele resolverse por si misma en un periodo de 6 a 18 meses. El sistema inmune acaba desarrollando anticuerpos que eliminan el virus y las verrugas desaparecen. En casos de infecciones más agresivas o repetitivas la piel debilitada puede sobreinfectarse con bacterias, derivando en un impétigo. Esta situación puede ser indicativa de que el sistema inmune del niño está debilitado y necesita un refuerzo.
Los tratamientos convencionales del molusco consisten en la eliminación de la verruga, por extracción directa o quemándola con ácidos o con frío. Estos métodos eliminan la molestia de la verruga, pero además sería conveniente reforzar el sistema inmune del niño para evitar nuevas infecciones por este virus o por otros agentes patógenos.
Para fortalecer la función inmune se ha de actuar, en primer lugar, sobre la dieta del niño, eliminando los azúcares refinados, las comidas procesadas, los refrescos comerciales y aumentado la cantidad de alimentos frescos y agua.
Los suplementos a base de equinácea, própolis, Omega-3, setas con alto contenido en Beta-glucanos (reishi, shiitake, maitake…) o el calostro pueden ser una buena forma de asegurar que las defensas del niño son fuertes y lo defienden con éxito a las agresiones del exterior.