Aunque muchas mamás ya pusieron el árbol de Navidad, es importante recalcar algunas medidas básicas de seguridad para evitar que ese árbol se convierta en un peligro para nuestros niños.
En la primera Navidad de Adrián, el chico ya sabía gatear y los adornos no sobrevivieron. Además, en varias ocasiones lo sorprendimos intentando levantarse mientras se aguantaba del árbol. Así que ya el segundo año fui más precavida. La idea, más allá de proteger la integridad del árbol y sus adornos, es que mi hijo esté seguro.
Estos son tres consejos sencillos pero importantes:
1. Los adornos deben ser grandes y de materiales seguros. Así si se rompen o caen en sus manos (o en sus bocas), no corren peligro de ahogamiento o cortaduras.
2. Las luces deben ir por dentro del árbol y no en la orilla. Esto evita que el niño sufra alguna quemadura o laceración si la bombilla está muy caliente.
3. Sujetar el árbol de algún lugar, de modo que no se caiga si el niño hala alguna rama. Así reduces la posibilidad que le caiga encima.
Coco ya va a cumplir cuatro años y por fin disfruta los adornos pero no los toca (a menos que se lo pida para una foto). ;)
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