Cuando el papa Benedicto XVI aterrice este jueves en Berlín se encontrará con un recibimiento un tanto peculiar, un alcalde gay y un presidente divorciado. Pero no todo serán hostilidades en su país natal. El Parlamento Alemán, le ha concedido el privilegio de desparramar su farsa, su homofobia y sus mentiras a los parlamentarios alemanes y al público en general que lo siga por televisión.
Como viene siendo habitual en las visitas del papa con pasado nazi, diferentes organizaciones de muy diverso índole han programado protestas para todos los días y todas las actividades del sumo pontífice. Y es que a pesar de tales honores, Benedicto se encuentra en sus niveles más bajos de popularidad tras haber sido acusado ante el Tribunal Penal Internacional por ocultar y enmascarar información para la investigación de casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica.
La mayoría de parlamentarios de la oposición comunicaron que no asistirán a su discurso ante el Parlamento y han argumentado que permitir a Benedicto XVI dar un discurso en el Reichstag viola la separación entre iglesia y estado existente en Alemania.Organizaciones laicas, grupos por los derechos de la mujer y asociaciones de gays y lesbianas y estudiantes han anunciado manifestaciones en Berlín y Erfurt en contra de la visita de Benedicto y de las políticas homófobas, sexistas y reaccionarias del Vaticano.
Benedicto XVI viajará el viernes a Erfurt, donde se reunirá con integrantes de la iglesia luterana. De ahí se trasladará el sábado a Freiburg, una ciudad de mayoría católica, en el suroeste alemán, donde miles de manifestantes le esperaran con camisetas y pancartas de rechazo a su visita.
Durante su mandato, Benedicto XVI ha acaparado la crítica de una parte de los fieles que lo ven como un impostor ególatra que pretende usurpar el papel de Diós y que promuebe bajo sus acciones la pederastia, la homofobia y la dispersión de enfermedades de trasmisión sexual como el SIDA.