Revista Comunicación
¿Hacemos de nuestros eventos un protocolo?
El uso de reglas, convencionalismos o procedimientos establecidos, el conjunto de ceremoniales que se suele seguir en ciertos ámbitos empresariales, se sustentan bajo grados de respeto, generalmente rasgos de jerarquías que regulan los códigos de interrelación laboral en cada empresa. Estas, se comprometen haciéndose extensibles a todo lo que se relaciona con el sector.
De este modo, el cumplimiento debido de las mismas, bien pudiera ser un camino fácil a seguir, en el cual, la observación ceremonial y su control genera una falsa seguridad en donde las fórmulas políticamente correctas parecen dar siempre, una imagen corporativa seria y dinámica.
Los estándares de la convivencia empresarial aleja la tan pretendida singularidad de la marca, ejecutando ideas rutinarias que adormecen el movimiento expansivo de la innovación, y creyendo así, que en el terreno de los eventos se ha de operar de igual modo.
Pero en este caso concreto, olvidamos el factor emocional, la implicación de ser empáticos y el permitir que Arte intervenga para hacernos partícipes y hacedores creativos del evento planteado. Hemos de conseguir que el fluido de la comunicación de mensajes y emociones sea eficaz y útil para nuestros objetivos, sin realizar eventos que tengan parentesco con un protocolo más.
En este punto, los eventos son como el Marketing que utiliza el departamento de relaciones públicas de cualquier empresa, el cual, prepara a los usuarios para que absorban lo que esta produce cuidando con detalle, las relaciones humanas.