Revista Libros
Inauguramos la temporada literaria otoñal con un libro ecléctico, apocalíptico y conspiranoico. No combina con la ideología que vomita la televisión a diario ni tampoco con las creencias populares establecidas. Es un libro que nada a contracorriente, que se atreve a exponerse (solitario y por lo tanto, vulnerable) ante una avalancha de versiones contrarias sobre la misma historia.
En este mundo egoísta y cruel, hay que posicionarse y decidir de qué forma vivir: ajeno a todo pero formando parte del rebaño (o sea, del sistema), ajeno y en contra del sistema pero de verdad (Thoreau lo intentó, pero por poco tiempo) o participando activamente del sistema (de una forma más o menos disimulada) y sacando tajada de ello.
Este libro explica los tejemanejes ocultos del sistema, que Enrique y Frank creen atisbar aislando fragmentos de la avalancha de información que nos envuelve y embrutece (pues no con otro fin nos es lanzada).
No obstante, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que vivimos en una sociedad que está muy lejos de ser puramente democrática, libre, y que hace todo lo posible por el bienestar de sus miembros: nada más lejos. Lo primero que siempre se recorta al máximo es la educación, bien es sabido que una masa iletrada es muchísimo más fácil de dirigir y controlar para el bienestar de unos pocos. El acceso a la cultura cada vez es más difícil (no hay becas para los estudiantes, no hay dinero para las bibliotecas, el IVA de los productos culturales cada vez es más alto y prohibitivo, etc.) Según Enrique y Frank: “Tanto la cultura media como las aptitudes intelectuales están cayendo en picado en el planeta entero”.
Enrique y Frank avisan de los peligros del embrutecimiento que se sufre embobándose delante de la televisión, que elimina la facultad de hacer otras cosas y además introduce cantidades ingentes de información basura en la cabeza del televidente. Se puede vivir sin ver la televisión, doy fe de ello. Y es tan liberador... supongo que quienes consiguen dejar de fumar experimentarán una sensación similar a la de desenchufar el dichoso aparato. Uno llega a preguntarse de dónde sacan tiempo para ver la TV quienes lo hacen. Son tantas horas desperdiciadas que nadie les devolverá... es para planteárselo, cuanto menos.
Krugman se dio cuenta de que la actividad eléctrica cerebral cambiaba con un incremento de las ondas Alfa, en detrimento de las ondas Beta, las que se emiten en un estado de conciencia normal. Curiosamente, cuando la persona dejaba de ver la televisión y leía un texto escrito, todo volvía a la normalidad, aumentaba el número de ondas Beta, las ondas de la zona consciente de nuestro cerebro. Algunos investigadores asocian las ondas Alfa con la meditación y algunos fenómenos derivados de ella: inmovilidad, respiración superficial...
Y, según Jerry Mander:
Siempre ha sido más fácil hipnotizar a alguien en un espacio confinado donde la realidad exterior ha sido eliminada. Si usted decide mirar la Televisión no hay otra alternativa que aceptar la corriente de imágenes electrónicas, tal y como vienen.
Desde hace algún tiempo, lo que se pretende es que los miembros del gran rebaño leamos en... una pantalla. Saquen sus propias conclusiones. (Y que se lea cada vez menos, a poder ser, y que se lean gilipolleces).
Al hilo de todo esto, Enrique y Frank citan una intervención brillante de José Saramago (QEPD):La manipulación de las conciencias ha llegado a un punto intolerable... Forma parte de una operación de banalización que es cultivada sistemáticamente. Revistas que antes eran de reflexión y pensamiento ahora son frívolas; la televisión, que puede ser un elemento de educación extraordinario, se ha convertido en eso que algunos llaman muy bien “telebasura”. Y hay gente muy interesada en ello, en que sea así. En el fondo esto no es nuevo. Ya en la época de los romanos se daba la política de “pan y circo”. Un golpe de efecto genial de las sociedades modernas ha sido convertirnos a todos en actores. Todo hoy es un gran escenario. Es la panacea universal porque ha hecho que todos queramos aparecer como actores (...) Vivimos en un espectáculo bochornoso en el que se muestra en directo la muerte, la humillación...Texto que requiere, obligatoriamente, que haga una pausa para recomendar “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord en este blog, una vez más...
Siguiendo con el embrutecimiento que se consigue situando al individuo delante de una pantalla: “El MP3 convirtiendo el ruido generalizado de nuestra vida cotidiana en un video clip fashion (eso sí, personalizado, “al gusto de cada uno”), el móvil como símbolo de ubicuidad y de control (y por ende de esclavitud) o las sempiternas gafas de sol, mas que un elemento de protección visual una metáfora de la pantalla que nos roba unas cuantas horas al día y que nos permite observar sin ser observados (...) Si alguien se resiste ya se le convencerá.”¿Gafas de sol? MATRIX...
Hay un gran interés en convertirnos en rebaño idiotizado, sí, por parte de una pequeña parte de la población exageradamente enriquecida y poderosa, integrante de gobiernos, iglesias y fuerzas de seguridad. Esto es algo muy antiguo pero precisamente por eso cada vez está mejor diseñado y es más sutil. También el rebaño debería haber evolucionado e ideado formas para combatir los abusos, maldita sea.
Cito a Enrique y Frank:
El temor ha sido una de las armas de sometimiento que a lo largo de la historia ha sido impuesta a la sociedad, aunque sus efectos en la misma han ido variando con el paso del tiempo. Mientras que el miedo, hace unos cuantos siglos era un arma de control social puro, actualmente el temor se inscribe en una sensación de inseguridad permanente que, encontrándose instalada en nuestras sociedades consumistas, hace que nos rodeemos de “cosas” con la sensación de un vacuo sentimiento de disfrute en función de que “todo se acaba”.
En este libro también se tratan otros aspectos de la dominación, se habla de religiones, de gobiernos dentro de gobiernos que ordenan manteniéndose en la sombra, de altos mandos de las fuerzas de seguridad que ya no colaboran con los terroristas, sino que ejecutan ellos mismos los actos supuestamente terroristas calculando las pruebas que ellos mismos van a encontrar y elaborando previamente las comunicaciones al pueblo por parte de los poderes políticos... parecen tramas más propias del cine, pero es que, de todos es sabido que la realidad supera a la ficción.
“No es para encerrar a Dios sino para encerrar a los fieles, para religarlos, para lo que se construyen los templos.”
Pero ni Frank ni Enrique pretenden inculcar a toda costa su visión de la situación tan cual: lo que pretenden es ofrecer otro enfoque, otra forma de aprender a ver las cosas que nos ponen delante de los ojos. Quieren que la gente piense por sí misma y esto les convierta en seres libres:
Lector, lee entre líneas y no apliques la mentalidad que utiliza el hombre común ante los materiales propuestos por los mass media, donde la credulidad más borreguil se alía con la predisposición condicionada, tras muchas horas de “apredizaje”, a encontrar lo que han puesto claramente ante sus narices para ser encontrado.
En este libro se incluye un último apartado que recoge artículos más antiguos de Enrique y Frank ya publicados en otros medios, que hacen relación a los mismos temas tratados en el libro y que aún son bastante actuales y oportunos.
Este no es el mejor ni el peor libro sobre asuntos conspiranoicos, pero es uno más para ayudar a liberar la mente de la morralla con la que se nos intenta tapar la boca a diario.
USA es el “policía malo”, todo músculo; Europa, el soft power, el “policía bueno” que quiere negociar e intervenir humanitariamente en todo. Mera división del trabajo. Objetivo táctico: absorber al Islam fagocitándolo. Método: dureza USA, comprensión europea. Látigo y azúcar. Fundamentalismo “violento y maléfico” cuidadosamente elaborado en los circuitos de Inteligencia y de Operaciones Encubiertas para hacer surgir dialécticamente “Islam moderado” a raudales, democrático, amigo y dispuesto a ir a la guerra contra China y Rusia si hace falta. (Frank G. Rubio)