Revista Cultura y Ocio

Provincias italianas, humanismo e individualidad globalizada ( 2 min.)

Publicado el 01 abril 2014 por Jblor8
Provincias italianas, humanismo e individualidad globalizada ( 2 min.)PorJuan B. Lorenzo de Membiela
Característico de las grandes  respuestas es suscitar nuevas grandes preguntas (Levi: 2004:63). Nuevas grandes  preguntas que se han  generado en un contexto de crisis financiera que ha mediatizado toda política de los Estados-nación en la Unión Europea.

Hemos comprobado cómo la soberanía de  las naciones ya no es patrimonio  en exclusiva  de un  pueblo sino sujeta a lo económico de una globalización que exige  lealtad a los   plazos, rechaza incompetencias y exige seriedad sobre todas las demás consideraciones. Puede ser algo inhumano, muy mecánico. La situación  ha sido  difícil. Sigue estando comprometida. El Senado de  Italia, por ejemplo, aprobó un proyecto de ley,  de carácter formal o declarativo,   con 166 votos a favor y 133 en contra, que pretende suspender las provincias  como estrategia  de ahorro público (Diario «Il Giornale.it» de 26 de marzo de 2014). Si así se aprueba  en el presente mes de abril,   se transferirán competencias  a los municipios  y regiones, creando lo que denominan « ciudades metropolitanas». Se trata de  un proyecto de ley en un país en donde el Estado tiene una presencia significativa en  multitud de   sectores empresariales. Quizás hubiera sido preferible reducir la función empresarial del Estado, privatizándolo;  quizás hubiera  sido preferible apostar por políticas  de innovación creando un ambiente institucional propicio para ello, a modo como lo propuesto por David Cameron en Gran Bretaña.En un mundo sin distancias, lo culturalmente  propio, con sus arabescos, taraceas y ornatos, cede ante unos simples y sencillos principios implantados: beneficio, productividad, mínimo coste y eficiencia (Bernanke y Frank, 2007)[1].Principios son, al fin y al cabo, en una sociedad, como aduce Lipoversky « en donde el  mercado se impone y se enfatiza  la competencia económica  y democrática, la ambición de la técnica y  el consumo, la mercantilización a ultranza » (Lipoversky, 2008:55)[2].Pero ¿dónde están los valores humanistas? ¿Qué hay del espíritu, aquel que nos permite ponderar  lo cartesiano económico? ¿Aquel que nos fundamenta  como sociedad?El aristotelismo, el tomismo y sus profundas huellas en el pensamiento occidental, defendían  la primacía del espíritu en el hombre sobre lo material.

 El humanismo de hoy  deberá construirse sobre aquel legado nuevamente si no queremos caer en la tiranía marxista de lo social,  en el totalitarismo biológico de Freud. O en las graves consecuencias éticas del imperativo tecnológico que  anunció Hans Jonas.Existe hoy un individualismo aceptado voluntariamente que rechaza  lo comunitario, que no es humanismo expansivo para todos, sino subjetivo, esencialmente personal y excluyente. Y ello compromete a toda   sociedad como comunidad vertebrada sobre  unos  valores que facilita la convivencia y la cooperación entre todos.Si la sociedad de hoy  se despoja  de referentes que inhiben   la vocación instintiva  del hombre, como claramente lo expone Etienne de La Boétie en «El discurso de la servidumbre voluntaria»[3], si todos anhelamos vivir acorde con  intereses propios prescindiendo de los demás.

 En suma, si todos somos niños, como razona  Nussbaum (2012:30) [4]«La pregunta sería ¿dónde está el padre? Porque sabemos dónde estamos si uno de nosotros es el padre ».Y si solamente hay individualidad ¿quién puede pensar en un fututo si lo vitalmente necesario  es el presente?




[1]Vid. Bernanke, B.S. y Frank, R.H. (2007): «Principios de economía », Madrid: McGraw-Hill.
[2]Lipoversky, G. (2008):Postmodernidad: Madrid.
[3]De La Boétie, E. (2010): «El discurso de la servidumbre voluntaria », Madrid: Tecnos.
[4]Nussbaum, M. (2006): «El ocultamiento de lo humano: repugnancia, vergüenza y ley », Madrid:  Katz Editores.

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