Provocar conciencias.
Hago un llamamiento para provocar las conciencias dormidas que ocupan un espacio físico y, a su vez, poseen un gran poder político. En efecto, hablo de los ciudadanos, sólo de aquéllos, cuyas conciencias permanecen dormidas e impasibles ante los acontecimientos desarrollados en el transcurso histórico y en el devenir de la actualidad. No obstante, dichos fenómenos y dichas reacciones ante ellos, median e influyen siempre en nuestras vidas, y mediarán e influirán en un futuro mas o menos cercano, mas o menos lejano. Pues nunca, repito nunca, las acciones políticas escapan de la mano de la sociedad.
Es por ello que la obligación y el deber se presenta llamando a nuestras puertas, enfrente de nuestras fachadas, exigiendo nuestra acción de concienciar y despertar. No hablo de inculcar ideas o ideologías, no hablo de imponer opiniones y pensamientos sobre los demás. Mas bien me refiero que aquéllos que tienen en su mano la capacidad de cuestionar toda fantasía, que subyace en el pensamiento acrítico de las denominadas conciencias dormidas, tomen cartas en el asunto y empiecen a jugar.
Este escrito se dirige al potencial de aquellas personas que son capaces de actuar en su entorno, pues su mayor virtud es la de caminar firme con pies de plomo. Estas personas deben tener en sí la voluntad de poder cambiar el mundo, de construir y crear nuevas vías para todos y entre todos.
No podemos permitirnos abandonar a los artistas y a sus ideas. En efecto, dichas ideas deben ser puestas en práctica. Al igual que el movimiento 15-M refleja la voluntad de todos aquellos que desean plasmar sus ideas, las cuales, se proyectan sobre un mundo libre, más justo, más igualitario, mas fraternario, y en definitiva, más digno del Ser Humano, debemos entre todos provocar aquellas conciencias que aún caminan doblegadas y dormidas. Es por ello, que habiendo realizado el primer paso para materializar los ideales humanistas, es hora de aplicar toda nuestra inteligencia y energía en ayudar a nuestros hermanos perdidos en la ficción.
Exáctamente los que viven en dicha ficción suelen ser aquellas personas que ven y sienten la gran muralla que les impide caminar con libertad. Esta muralla, construida con cada ladrillo que ha consumido dinero y tiempo, ha sido intencionada para que el Ser Humano no pueda caminar, no pueda pensar, no pueda despertar, y por tanto, no pueda actuar.
Aquéllos que se han concienciado de este terrible fenómeno, han podido medir la altura de dicha muralla, han sabido calcular las temibles proporciones que en su naturaleza entraña. En efecto, esta muralla impide filtrar los rayos del sol, mantienen al Ser Humano en un estado adormecido y aborregado porque piensa que la noche aún no ha terminado. Dicha muralla, a consecuencia de sus terribles proporciones, nunca dejará salir al sol a menos que, entre todos, cojamos un martillo y empecemos a golpear.
Así pues, y desde la humildad pero siempre desde la conciencia de tomar cartas en el asunto, todos aquellos que saben que aún hay camino que recorrer tras el muro, deben ser los que derriben los obstáculos que mantienen encadenadas las conciencias dormidas. En definitiva, si no luchamos por los verdaderos intereses de la humanidad, nunca podremos luchar por nosotros mismos. Si no podemos empezar por nosotros mismos, nunca podremos ayudar a los demás. Y para concluir, quizá con un tono profético en el sentido de vaticinar nuestro futuro según los hechos, si no mantenemos la actitud provocadora, basada siempre en un juicio crítico que mantiene la luz en toda oscuridad impuesta, nunca podremos alumbrar al dormido para que empiece a despertar, y por ello, muchos de los ciudadanos estarán dispuestos siempre, bajo los designios impuestos por terceros, y sus acciones permanecerán esclavizadas.