Lo cierto es que me encanta viajar en tren y siempre que puedo lo hago, a no ser que Renfe no me deje comprar el billete, no haya conexión o los horarios sean imposibles. Por desgracia pocas veces no se da una, dos o tres de las variables. Ya os conté el otro día mis aventuras con la empresa pública ferroviaria. Lo bueno del tren es que te permite disfrutar del paisaje, sin olvidarnos de que es más cómodo que cualquier otro medio de transporte por carretera. Pero hoy no quería hablaros de esto, sino de lo que iba pensando el otro día de viaje.
Muchas veces se habla de las crisis, no sólo las económicas, sino de las de cada uno. Tenemos la crisis de los veinte, de los veinticinco, de los treinta de los cuarenta, de los cincuenta... y así todas las que queramos. Incluso más de una va avalada por algún psicólogo de renombre y es temario de algún libro sobre psicología del desarrollo. Pero al final no se trata tanto de una edad biológica, se trata de un tema de expectativas. Todos tenemos una pelea contante entre nuestras expectativas personales y las expectativas que la sociedad (nuestra familia, amigos, compañeros...) proyectan sobre nosotros. A veces hay suerte y coinciden, pero otras no. Incluso se puede rizar el rizo y que no coincida la realidad, con nuestra expectativa, ni con la expectativa social. Y es en ese momento cuando... ¡tachan, tachan!... llegan las manidas crisis antes nombradas.
Y así es como va pasando la vida. Lo fácil es dejarse llevar por la sociedad e ir haciendo lo que esperan de ti, así es como puedes lograr la plena integración, siguiendo el camino que te van marcando. Lo cual no es malo, siempre cuando coincida con el que has decidido seguir. Si no coincide, entonces tienen un problema, un problema de verdad. Pero no te preocupes, por suerte todo en la vida tienen solución (excepto la muerte y las desigualdades sociales), sólo tienes que pararte, dedicar unos momentos a pensar cual quieres que sea tu camino y desviarte hacia el. Por supuesto que lo fácil es decirlo, escribirlo lo difícil es ponerlo en práctica. Pero seguro que todos en algún momento hemos intentado hacer cosas más difíciles y lo hemos logrado.
Yo de momento voy cogiendo distintos trenes, con la esperanza de que alguno me lleve a mi destino por la vía por la que quiero caminar. ¿Cuál será la próxima estación?...