Revista Cocina
Viernes, 1 de Agosto de 1.986“Me encontraba en la estación de Atocha, aunque otras veces tocó la de Chamartín. Según tren, Talgo oIntercity, qué más daba el final, mi destino era mi parada, el poder pasar unos días con los míos”. Hagamos un pequeño pero necesario inciso.
La estación de Atocha mueve actualmente cerca de noventa millones de pasajeros, correspondiendo unos sesenta millones al servicio de cercanías, diez millones al servicio de metro y 18 millones al resto de los servicios ferroviarios. Desde el año 1.992 la estación se divide en dos estaciones ferroviarias:- Puerta de Atocha, que acoge a los trenes de alta velocidad y la mayoría de larga distancia.- Atocha-Cercanías, que acoge los trenes de Cercanías y media distancia.En el intercambiador de Cercanías a trenes de alta velocidad hay un Invernadero Tropical que crea sobre todo un punto de encuentro, un lugar de reunión. En el frontal de dicho invernadero se ubican estanques, y que a lo largo del fin del siglo XX muchas personas han ido abandonando mascotas exóticas en las plantas acuáticas, como tortugas y peces de colores…Proseguimos con la historia….“Trenes humeantes, chispazos en las catenarias, revisores en las puertas controlando los accesos, vías de hierro, maderos desgastados…. Parece que cuando visitas la estación algo ha cambiado: el encanto se ha perdido, la magia ha sucumbido o que los años no dejan ver lo que antes uno fue; un adolescente soñando entre asientos de telas desgastadas.Como cada año me disponía a subir a aquel tren Talgo serie III. Desde el año 1.983 y posteriores se tornaron de idas y vueltas el pueblo que vio nacer a mis raíces, padres, tíos y primos posteriormente. Ese año “El chino” (mi primo mayor) se vino a Madrid durante el mes de Julio para desde allí irnos prácticamente todo el mes a laPlaya de Gandía; allí pasamos las vacaciones más estupendas jamás contadas por un niño de doce años recién cumplidos. Días de añoranza en compañía de mi familia y sobre todo de mi querida abuela Rosa, que en aquellos años gozaba de muy buena salud y que con sus “locuras” endulzaba los días de tod@s las personas que se cruzaban en su día a día. Aquel apartamento en cuarta línea de playa que mis padres alquilaban cada año; mi amiga Beatriz y su hermano con el que jugábamos al escondite en la casa de sus abuelos y que curiosamente cada año coincidíamos en la playa. Aún siendo de la misma ciudad de origen, era la época del año en la que nos veíamos.”Hagamos otra pausa para los que no conocen Gandía.Gandía es una ciudad costera situada a sesenta y cinco kilómetros al sur de Valencia y a ciento dieciséis de Alicante. Gandía tiene unos 80.000 habitantes y está muy bien comunicada por carretera gracias a una red de autovías y a su servicio ferroviario. Podemos dividirla en tres partes: pueblo, puerto y playa. (Dado lo extenso de los lugares y ocio a visitar organizaremos una excursión en próximos artículos).< Continúa…. >“Sus mañanas eran playa, y después de comer esas siestas de tres horas, para por las tardes jugar a las cartas y al parchís, divertidos hasta la extenuación. Todo era sol, tierra, mar y aire… Aire bañado por alegría de vivir cada momento de aquellos fantásticos días.Pasé Julio y llegó Agosto, próxima estación Linares-Baeza. Creo recordar que fue uno de los años más calurosos y ni que decir tiene que en Linares su Agosto es calurosamente infernal, dónde rozan los cincuenta grados a la sombra a media tarde. Y sin exagerar. Mis tíos y padres de “El chino” (tenía rasgos característicos de la familia en los párpados, no es que fuera chino), decidieron devolver el gesto ese mismo año. Pasaría ese mismo mes de Agosto en mi segunda tierra: Linares (Jaén).Nos recogió un tren de cercanías desde Alcalá de Henares hasta la estación de Madrid-Atocha, donde nos esperaba un tren en la línea 10, serie III Talgo a las 9.00 am con final de trayecto en la estación de Linares-Baeza. Ésta estación por aquellos años aún era una estación transitada y de cierta relevancia. Los primeros viajes de los que tengo recuerdo iba acompañado de mis padres, pero este año lo hacía a solas con mi primo.Subir al tren suponía ir más feliz que un regaliz de paloduz y sabías que iba a salir el tren cuando escuchabas la voz ronca del revisor: “Salida en diez minutos: pónganse cómodos, revisen su asiento, comprueben el vagón, tengan a mano su billete”. En pocos minutos estabas diciendo adiós a la Villa de Madrid, con los cascos puestos del walkman a toda pastilla a pilas recién cambiadas. El trayecto era a veces lento al principio y corto cuando faltaba una hora por llegar. Recuerdo la ilusión que brotaba por llegar cuanto antes a la estación de Linares-Baeza.Los paisajes del Puerto de Despeñaperros te hacían imaginar quiénes irían a buscarte o si tendrías que coger un autobús y dar la sorpresa a la abuela en su casa, aquel viejo portal nº 3 a principios de la calle Cervantes,muy pegada al mítico Hotel Cervantes. Quizá este hotel sea de los más característicos de Linares, a pesar de tener categoría de tres estrellas. Cabe destacar algo que pocos conocen y es su historia. Hotel taurino por excelencia, no sólo por su cercanía al coso taurino de la ciudad y lugar de alojamiento habitual de los toreros, sino porque el diestro Manolete hizo el último paseíllo a pie desde el mismo hasta la plaza, de aquel 28 de agosto de 1.947”.
Hotel Cervantes ***Calle Cervantes, 2323700 Linares, Jaén953 69 05 00Continuará….