Entre pitos y flautas, se acerca el día de la presentación del poemario El nervio de la piedra. No me explico cómo ha pasado tanto tiempo desde que publiqué aquí su llegada al mundo, pero lo cierto es que ha transcurrido ya casi un mes, tiempo que he destinado a mil y una gestiones referentes a la puesta de largo de la criatura, así como a otras cuestiones del resto de mis libros, que por fortuna se van conociendo cada vez más. Este nervio no va a salir tan viajero como su hermano Linaje oscuro, pues en principio solo se presentará en Murcia y en Albacete, donde he sido incapaz de negarme a los ruegos de los muchos y buenos amigos que allí tengo desde el siglo pasado (hay que ver lo mayores que nos hacemos que computamos por siglos), aparte de lo cerquita que pilla de Murcia. Los tiempos prescriben un mayor sedentarismo para este libro de poemas dadas determinadas circunstancias familiares. En cualquier caso, creo que esta falta de viajes no debe incidir en que quien desee leerlo, lo haga, como ya lo están haciendo muchos y buenos amigos que se han interesado por estos humildes versos.
Pues bien, aquí ando para anunciar y dejar constancia en este cuaderno de colorines que el próximo miércoles, día 22 de octubre, a las 20,00 horas, se presentará en Murcia, en el Museo Ramón Gaya, plaza de Santa Catalina, s/n, El nervio de la piedra.Para quien no conozca Murcia, diré que este Museo está en pleno centro, pegado a la Gran Vía, jardín de Santa Isabel, calle Platería y plaza de Las Flores.
Os espero a todos los que queráis y podáis asistir.
Y no me despido sin dar un avance de la presentación en Albacete, que será el día 6 de noviembre, a las 19,30 horas, en la Librería Popular, calle Octavio Cuartero, números 12 y 17.
Por último, para quien llegue de nuevas, no quiero despedirme sin poner un par de líneas referentes al contenido del poemario. Recogiendo las que la editorial expresa en la contraportada:
Isabel Martínez Barquero nos invita a recorrer el nervio de la piedra, de lo inerte, del vacío; rasguear los efímeros latidos de vida que permanecen en la nada buscando una identidad, un sentido, una voz. Y lo hace con el único arco que es capaz de dar luz en la penumbra de lo acontecido, la poesía: esa taquigrafía muda de lo inaprensible.
Ya con palabras mías, diré que es un libro donde el ser se enfrenta al divorcio entre lo que vive y lo que siente, entre su devenir cotidiano y su sueño. Todo se ha quebrado para una naturaleza que no tiene miedo de nombrar lo que la hiere. Un pesimismo que señala su centro para poder conjurarlo y escapar a un lugar habitable.
El nosotros tantas veces utilizado en estos poemas no es más que el yo poético que generaliza, consciente de que su dolor es el dolor de todos los humanos.