Todo comenzó con las noticias en los periódicos. Se hacía un llamamiento en España a los profesores de español para extranjeros con la finalidad de ir a trabajar al país galo.
La Alianza Francesa, con su sede en Oviedo (Asturias), hacía de embajadora del futuro próximo de numerosos de candidatos al puesto, de numerosos candidatos postulando a un futuro muy enriquecedor lleno de posibilidades nuevas.
Noticia de la llamada desde la Aliance Française
Reúnes todo el papeleo que solicitan después de haber comprobado una y otra vez que cumples con los requisitos de la oferta. Y finalmente envías el correo. A partir de ahí comienza la incertidumbre de la espera y del no saber. ¿Me cogerán? ¿No me cogerán? ¿Y si me cogen qué tendré que hacer? ¿Daré la talla? ¿Cómo será la entrevista? ¿Cuándo sabré algo?
Después de una espera obligatoria, necesaria e ineludible llena de pensamientos llenos de dudas e ilusiones, llega el ansiado correo en el que te dicen que haces la entrevista. ¡Sí, te lo están diciendo a ti! El subidón es increíble al igual que todas las dudas que te asaltan. Tienes días en los que sientes que eres capaz de comerte el mundo y otros en los que te ves más pequeña que una hormiga.
Pero el día llega, porque el tiempo lo pone todo en su sitio.
En mi caso no sé ni con qué sensación salí de la entrevista. Salí en estado neutro. No sé si fue porque no lo tenía asimilado, porque mi sueño estaba empezando a coger algo de forma aunque luego quedara por el camino, porque aunque fuera la segunda entrevista que hacía los nervios no me dejaban digerir lo que acababa de pasar o porque, aunque no tienes ni idea de si has gustado o no, todo el mundo sabe lo que quieres y lo que necesitas escuchar en ese momento y te dicen “claro que te van a coger, ese puesto lleva tu nombre, fijo que lo has hecho genial, si a ti eso se te da súper bien, no le des más vueltas que es tuyo” y demás cosas adorables que te reconfortan aunque no te quitan tus dudas ni temores.
Volvemos al periodo reglamentario y forzado de espera. Así que mejor que cargues tu mochila de paciencia porque te va a hacer falta. Mientras, yo ya me veía haciendo mi vida allí. Mi pisito, mi comidita, mis clases, mis alumnos, mis libretas, mis paseos, mis lugares especiales, mis nuevas amistades, mis nuevos sentimientos todavía por conocer, mis echar de menos a mi familia y a mi novio, el clima de mi tierra… Y entre ilusión e ilusión (“me estoy haciendo ilusiones y me están quedando preciosas” como diría La Vecina Rubia), irremediablemente se acerca el momento del desenlace. Tu futuro inmediato depende de un correo con un sí o con un no y ese correo nunca termina de llegar. Nunca hasta que llega. Y te pasas varios días repitiendo en tu cabeza “je suis favorable”. Porque SÍ. ¡Te han seleccionado! Sí, a ti que te ves tan pequeñita y que ayer estabas paseando por el palacio de Versalles y hoy, que ya es tuyo, no sabes ni dónde estás y no te ves allí sabiendo que en un par de meses estarás en otro país.
Eres consciente de que se está moldeando un nuevo punto de inflexión en tu vida y tienes todas tus energías puestas en que todo salga bien. Extremadamente bien.
Tengo toda la suerte del mundo de tener una madre y un novio que me apoyan en mis decisiones. Y aunque no les entusiasma demasiado que me vaya al extranjero, para mí tiene mucho valor que dejen esa tristeza a un lado y que me respalden en esta nueva andadura con sus mejores deseos. Al pertenecer a una familia tan unida creo que no voy a ser la única que tenga nuevas vivencias, sino que las voy a poder compartir con mis seres queridos haciéndoles partícipes de mi nueva etapa en la France.
Eli, profesora de la Alianza Francesa, con dos alumnos. Si yo fuera la mitad de buena profesora de lo que es Eli, mis alumnos tendrían mucha suerte conmigo.