Tary se masajeó las sienes por enésima vez esa mañana,
el calor se hacía cada vez más insoportable a medida que avanzaban las horas. Con
cansancio arrastró su maleta de viaje por el pasillo de desembarque y, se apresuró
a la salida del Aeropuerto Internacional
de Luxor.
Sin contar el edificio donde se encontraba, todo a su alrededor
eran construcciones viejas, polvo y una actividad ensordecedora. Una londinense
como ella con el clima de este lugar simplemente no cuadraba, la tez blanca de
su cuerpo se estaba oscureciendo por momentos, sus ojos negros como el ónix yacían
escondidos detrás de gigantescas gafas de sol y su pelo azabache estaba húmedo y
pegado a su cráneo bajó el sombrero, eso sin contar el constante sudor que agobiaba su cuerpo desde el cráneo hasta los pies. A pocos pasos divisó una calesa y sin esperar abordó el pequeño transporte para trasladarse al hotel. La
labor que tenía pensado hacer esta noche necesitaría todas sus energías y
ameritaba descansar, luego de dar las indicaciones al conductor este se puso en
marcha.
La calle principal Sharia al-Karnak en la Ciudad de Luxor era toda una distracción para ver,
a medida que avanzaba el vehículo podía mirar alguno que otro colegio y un par de
iglesias coptas; además, en las calles
que pasaban unas más estrechas que otras, se observaban las personas realizando actividades de su vida normal comprando, bebiendo té o fumando en cachimbas; Tary se sentía
casi una intrusa en este lugar, aún cuando la mitad de su sangre era egipcia se sentía como una pieza en el rompecabezas equivocado. La
cotidianidad del momento le trajo a la memoria, su vida en Inglaterra y anexa a
esta, los eventos de la semana anterior a su viaje; entre estos la muerte de su abuelo Phyros, quien ademas dejó en manos de Miller,
el abogado de la familia una caja destinada a Tary, que contenía una carta de
puño y letra de Phyros, un mapa del templo de Luxor que enfocaba la estatua
de Ramses II en la entrada; de
acuerdo a la carta del abuelo, Tary debía ubicar el tercer jeroglífico con el símbolo
de Amón-Ra
que estaría ubicado en el lado derecho de
la figura del faraón, en realidad no solo era un símbolo, al presionarlo
se supone que debía aparecer una pequeña abertura y dentro de esta, hallaría un segundo mapa con la ubicación de una
caja en algún lugar del Valle de los Reyes, en esa caja se encontraban todos
los secretos de su ancestral familia egipcia, su verdadera descendencia y su
destino.
Las últimas
palabras escritas por su abuelo aún la dejaban intrigada: “ Tary, eres la consorte reencarnada del faraón llamado “el grande”. Hace
un tiempo eterno, en los jeroglíficos de los muros de Abu Simbel se hizo un hechizo de amor que
permitiría tu renacer y el de tu amado rey cientos de lunas después; nacerías
de nuevo, en tu misma apariencia pero no con misma tu alma; esta la obtendrás
cuando pronuncies las palabras sagradas que en el Valle de los Reyes se esconden,
y entonces podrás sentir en qué lugar del mundo late el corazón de tu amado. Busca
tu verdad, pues tienes sangre de reyes”.
No podía ser cierto que ella fuera
la persona que el abuelo decía, por Dios era simplemente una joven antropóloga,
con un gato y una vida sencilla. Sus amigos solían decir que era aburrida hasta
la medula; gracias a Dios que al abuelo no se le ocurrió hacer leer
conjuntamente con el testamento su carta-bomba, de solo imaginar la cara de sus
primas se moría de vergüenza. Todo el asunto de ser una “Reina” reencarnada era
demasiado absurdo para creérselo; en un principio pensó en no hacer el viaje a
Egipto, pues tal vez solo eran imaginaciones de un anciano moribundo; sin embargo,
muchas cosas de su vida encajaban con lo que él decía en su carta, sus extraños
sueños con ese hombre de cabello oscuro, esa sensación de vacío constante en el
pecho y su falta de interés sexual a esta edad era preocupante, ¿no?, vamos ya
contaba con veinticuatro años.
Por otro lado, tener a alguien amándola a través
del tiempo y la vida misma era demasiado embriagador para su corazón romántico dejara de vivir esta aventura.
El solo saber que aún faltaba su alma para estar completa le impulsaba a
seguir, la guiaba una fuerza invisible y una determinación que la impulsaba a buscar
una verdad desconocida, un amor místico, un corazón que espera solo por ella.
¿Podría su vida tener sentido ahora? ¿Lograría encontrar todas sus respuestas? O
todo era una mentira.
La sacudida de la calesa trajo a
Tary de regreso a la realidad, pagó sin falta al conductor del transporte y con
paso decidido se dirigió a las puertas del lobby del Hotel Luxor .
Hola a todos lectores!
Acá esta mi ejercicio del mes "La doble imagen", mi compañera de imagen es Latani, les invito a leer su versión sobre la imagen que muestro en ESTE enlace!.
Déjenme saber su opinión, espero les guste.
Abrazos y Sonrisas.-
Se les quiere.-
Nyra