Revista Arquitectura

Proyecto de Zona Verde Pública - Espacio Parque o Jardín (II)

Por Base_paisajismo @BasePaisajismo
Continuamos la serie sobre el Proyecto de Zona Verde Pública, seguimos reflexionando sobre el espacio parque o jardín.
Ya hemos visto cómo hasta hace poco tiempo, el soporte de la vida urbana de relación, de juego de los niños y de convivencia era la calle, tanto en las ciudades grandes como en las pequeñas, especialmente en nuestro clima mediterráneo, y cómo esto ya no es posible a causa de la motorización y contaminación, a la que se han unido otros factores como el importante deterioro del espacio público urbano o los problemas derivados de la falta de seguridad y confianza que existe en las grandes ciudades, en especial en ciertos barrios y parques, colonizados materialmente por poblaciones peligrosas o de difícil convivencia, que han influido muy negativamente en el interés de la gente por su utilización.

Proyecto de Zona Verde Pública - Espacio Parque o Jardín (II)

“...el soporte de la vida urbana de relación, de juego de los niños y de convivencia era la calle...”

De otra parte, ya hemos visto cómo la oferta primitiva de los parques se quedaba escasa para atender las necesidades de una nueva forma de vida urbana y de entender el consumo del tiempo libre.
Ambos grupos de factores y circunstancias, en distinta proporción según los casos,  han sido determinantes en la concepción de las zonas verdes de las últimas décadas. De una parte, los parques y jardines, como concepto, han pretendido contrarrestar en nuestra cultura moderna los efectos psicológicos negativos de un desarrollo urbano inadecuado; se ha favorecido, en ambientes públicos y privados, la creación de lugares despropósitos de otra función que la de compensar los efectos negativos de la ciudad, se han creado espacios “anticiudad”, incluso en lugares donde este carácter de ciudad un tanto agresivo no estaba muy desarrollado; la zona verde aparece como elemento terapéutico corrector, en la medida que su razón de ser no es otra que la de compensar los excesos de la urbe. De otra parte y frente a esta concepción, aparece la zona verde como espacio libre de uso público, de relación y multifuncional, asiento de numerosos y variados equipamientos - lúdico-recreativos, deportivos, sociales, culturales, etc. - que prestan  servicios a los usuarios.
Los dos conceptos conviven, en distinta proporción, a veces juntos y a veces en áreas separadas. El modelo de zona verde no es nuevo, podemos decir que arranca en los primeros parques, pero su evolución ha sido notable en los últimos años: de una parte por la cantidad y variedad de equipamientos y servicios que se han ido incorporando a nuestra vida, y de otra por las nuevas formas de crear espacios y ambientes, de acuerdo con las nuevas tendencias de cada momento. Con todo, el mayor cambio se ha producido a consecuencia de la nueva dimensión e importancia que han adquirido las zonas verdes en nuestra moderna cultura urbana.
Lamentablemente esta notable evolución, más bien incremento, ha hecho desaparecer en alguna medida las primigenias funciones de los parques y jardines, que tenían que ver con el sosiego, contemplación del paisaje, meditación, comunicación sensorial con el entorno... es decir, con el cultivo del alma y el espíritu, que, desde nuestro punto de vista, consideramos fundamentales e inseparables del concepto parque o jardín (no tenemos más que volver a las palabras de Jellicoe citadas en la entrada anterior) al menos no han prosperado mucho y, desde luego, no en todas partes se encuentran. Desarrollos inadecuados, masificación y, sobre todo, una falta de consideración hacia esas nobles funciones en el proyecto, pueden apuntarse como las causas principales de estos hechos, que calificamos de lamentables, ya que desproveen a la zona verde de su activo más importante.

Esta pérdida de afinidad con los valores trascendentes de los parques, por algunos podría interpretarse como una pérdida del contacto con la naturaleza y justificar su ausencia ante la falta de ésta en muchos ambientes urbanos,  pero no es así. Los parques y jardines, las zonas verdes en general, en ningún momento han representado la historia de las relaciones estéticas, ambientales y sentimentales del hombre con la naturaleza, a pesar de la pretendida afinidad de algunos jardines con ella; sí representan, en cambio, la historia de unas importantes, profundas y trascendentes relaciones variadas y personales a lo largo de los tiempos.

Los actuales no han hecho más que acrecentar la necesidad de estas relaciones que hoy se sienten de manera colectiva, aunque nacen de una necesidad personal de cada usuario: la que tiene de encontrase consigo mismo, de relacionarse con un medio sensitivo, con otras personas como parte de ese medio, de habitar escenarios sugerentes...
Objetivamente los parques y jardines, como elementos construidos pueden destinarse al logro de muy variados objetivos, a la satisfacción de distintas necesidades, funcionales, ambientales y sociales, pero también subjetivamente, cada individuo, dependiendo de sus capacidades, será capaz de obtener muy diversas rentas de su utilización.
Esta última renta es para nosotros la más importante y buscada en cada proyecto, de aquí nuestra preocupación por el individuo y sus reacciones como usuario cuando proyectamos.

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