Me dio por ir a Letonia en el vuelo inaugural Barcelona – Riga un mes de marzo de hace unos años. El frío era intenso pero agradable, de esos que te llenan de energía en lugar de atenazarte. No había ni un solo turista y los locales mostraban claros signos de no estar habituados a los extranjeros, sobre todo en las zonas rurales en que llegaban a esconderse en cuanto me veían.
Curiosamente, la mayor ciudad de los estados bálticos, el mayor centro cultural, educativo, político, financiero, comercial e industrial de la región, la capital con un centro histórico Patrimonio de la Humanidad por sus numerosos edificios art nouveau y considerada la París del este por su gran atractivo turístico, a mí se me quedó fijada en la mente a través de esta foto.
Iba hacia el centro histórico riguense (confieso que había pasado la mañana buscando el hotel en el que se hospedó el inspector Kurt Wallander después de que uno de sus casos le trajera a Riga [Los perros de Riga, del escritor sueco Henning Mankell, tristemente desaparecido hace un año]), cuando me llamó la atención una bocacalle. Los colores pastel de las casas y el pavimento adoquinado me encantaron, pero al entrar en ella aun fue mejor. Toda Letonia estaba cubierta de nieve; sin embargo, en esta calle solo quedaban unos montoncitos en los márgenes y por fin podía caminar sin resbalar y romperme la crisma. El equilibrio de colores, las líneas limpias, las farolas, los carteles de hierro forjado anunciando negocios… Una feliz manera de introducirme en el corazón de la ciudad.
Y tú, ¿conoces los estados bálticos?, ¿te gusta Mankell?, ¿fotografías calles o guardas un recuerdo especial de alguna? Me encanta saber de ti. ¡Escríbeme!
*