Revista Insólito
A principios de los años 60 la Guerra Fría estaba más caliente que nunca y ambas superpotencias se dedicaron a desarrollar misiles intercontinentales cada vez más potentes y letales. Pero ninguno se podía comparar con el Proyecto Raskat de la Unión Soviética, el arma definitiva capaz de eliminar a los Estados Unidos en un primer ataque nuclear.
En realidad, el Proyecto Raskat (Раскат, "estruendo" en ruso) no es más que una de las denominaciones que recibió la versión militar del supercohete soviético N-1 (11A52, también denominado N-I o N1). El N-1 fue creado a finales de los años 60 por la oficina de diseño OKB-1 del Serguéi Koroliov con el fin de llevar a cabo misiones tripuladas a Marte. Con una capacidad de carga de 80 toneladas en órbita baja, sería el mayor cohete jamás creado, un verdadero salto cuántico con respecto al R-7 Semiorka que había lanzado al Sputnik. Pero construir un cohete gigante cuesta mucho dinero, algo que Koroliov sabía perfectamente, así que inmediatamente ofreció su criatura a los militares.
La versión militar del N-1 era impresionante. El N-1 sería un cohete de tres etapas que debía emplear queroseno y oxígeno líquido, pero antes se construiría el N-111 y el N-11. El N-111 sería el cohete más pequeño de la familia, formado por la tercera etapa del N-1 (más una etapa superior) y tendría una capacidad en órbita baja de sólo 5 toneladas.
El N-11, formado por la segunda y tercera etapas del N-1, sería un lanzador mediano con una masa al lanzamiento de 750 toneladas y capacidad para situar 25 toneladas en órbita. El N-11 tendría tres fases y podría lanzar 6 o 7 cabezas nucleares con una potencia de 2,2 megatones cada una, o bien una única carga nuclear de 25 megatones (recordemos que la bomba de Hiroshima "sólo" tenía 15 kilotones, es decir, 0,015 megatones) con una precisión en el impacto de unos 2 kilómetros.
Sin embargo, el verdadero monstruo sería la versión militar del N-1, denominada en algunos informes como Raskat. Sus 2.100 toneladas de peso al lanzamiento y sus 80 toneladas de carga le permitirían situar en órbita hasta 24 cabezas nucleares independientes con una potencia de 25 o 50 megatones (!) cada una, o bien varias decenas de cabezas nucleares menos potentes. El N-1 sería una auténtica arma del Armagedón, capaz de aniquilar el grueso de las fuerzas estratégicas de los EEUU en un primer ataque masivo.
Aunque parezca increíble, los militares soviéticos sopesaron seriamente la posibilidad de seguir adelante con el proyecto Raskat. No debemos olvidar que por entonces los super-ICBM estaban de moda y la oficina de diseño OKB-52 de Vladímir Cheloméi también propuso un misil gigante capaz de situar una cabeza nuclear de cien megatones a diez mil kilómetros de distancia.
Poco después, Koroliov decidiría renunciar a Marte para convertir el N-1 en un cohete lunar, la respuesta soviética al Saturno V. El cohete debía incorporar en su base 24 motores NK-15, creados por la oficina de Nikolái Kuznetsov, derivados de los NK-9 usados en el R-9, un proyecto de ICBM fracasado de la oficina de Koroliov. No obstante, la OKB-1 decidió a mediados de los 60, tras la muerte de Koroliov, que sería necesario aumentar la carga del N-1 por encima de las 95 toneladas para competir con el programa Apollo, así que el cohete terminaría por tener nada más y nada menos que 30 motores NK-15 en su primera etapa. El N-1 volaría en cuatro ocasiones, todas ellas fallidas, antes de ser cancelado para dar paso al proyecto Energía-Burán.
Afortunadamente para nuestra civilización, el Raskat nunca vería la luz. Como arma estratégica sólo podría usarse en un primer y devastador ataque, ya que un cohete como el N-1 era incapaz de mantenerse en alerta de combate durante mucho tiempo para responder a una posible agresión nuclear norteamericana (aunque se propuso utilizar una versión del N-1 con combustibles hipergólicos que podría permanecer en la rampa de forma indefinida). Además, la entrada en servicio de los satélites espía CORONA demostró que era realmente complicado situar en la rampa de lanzamiento* un monstruo como el N-1 sin que la inteligencia norteamericana se diese cuenta. Colocar un N-1 Raskat en posición de lanzamiento habría sido toda una invitación a un ataque nuclear preventivo por parte de los EEUU.
Resulta paradójico que el primer cohete soviético que no estaba basado en un misil militar -de hecho, un cohete creado originalmente para poner un hombre en Marte-, estuviese a punto de convertirse en la mayor arma de destrucción masiva creada por el hombre.
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