Revista Infancia

#ProyectoK Mi experiencia con la lactancia.

Por Mariló @elbauldelasenyo

Acción Contra el Hambre y Madresfera han lanzado el ‘Proyecto Kwashiorkor’, animando q que las madres blogueras de España y Latinoamérica cuenten su experiencia de lactancia con el fin de luchar contra la desnutrición infantil. Este proyecto, que se enmarca dentro de la ‘Semana Mundial de la Lactancia Materna’ (del 1 al 7 de agosto) estará accesible usando el hastagh #ProyectoK.

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Hace muchisimo tiempo que no escribo en el blog, pero el #ProyectoK bien lo merece. Aunque no sé si fomentaré la lactancia con mi historia. Sólo os digo que contaré la verdad. La intendencia

Todas sabemos que las cesareas no son amigas de la lactancia. Pero entre el sacaleches del hospital y el que me prestó una amiga fuimos contrarrestando.

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Recomiendo encarecidamenre que, si comprais uno, sea eléctrico. Yo use el Swing de Medela. A pesar de eso, los mellizos empezaron a tomar leche 0 que nos ofrecía el hospital hasta que yo tuviera más. Cuando volvimos a casa, el cojín de lactancia que Adriana, de Somos Múltiples, me cedió nos ayudó muchísimo.

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El brazo central hace de respaldo

Lo usé durante la lactancia, me lo llevaba a todas partes. Alguna me dirá que con cojines también te apañas. NO. El cojín es mucho más estable y cómodo. Más adelante lo usaba como asiento. Incluso cuando ya iban al cole (con 7 meses), si nos habiamos levantado tarde, les sentaba un poco reclinados y les colocaba el bibe para que fueran desayunando mientras que nos vestiamos. Y ahora que casi caminan, siguen usando el cojín. I. lo trepa, y a J. le hace muchísima gracia solo mirarlo. Ambos nos piden volver a sentarse juntos en los huecos.

En Tot-a-lot venden éste, y también tiene buena pinta, porque los bebés están en una misma plancha de gomaespuma y no en dos brazos, como en el que yo usé. Por cierto,si queréis saber más sobre las posiciones más cómodas para dar el pecho a mellizos o gemelos, visitad este post de Somos Múltiples.

Ya en casa

La lactancia era a demanda, pero los dos a la vez. La matrona me dijo que no debía hacerlo así, que cada cual tiene una necesidad y que debía responderles por separado. O sea, que le diera a uno primero, luego a otro, luego otra vez al primero… ¡Cómo se nota que no era ella la madre! Llamadme “cómoda”, pero yo necesitaba algo más que ser un dispensador de leche: ducharme, por ejemplo. Así que les daba cada dos horas, pero a los dos a la vez. El que necesite más, que lo tome. Y el que no, que se acurruque.

Nos fue muy bien y en las dos primeras semanas los mellis engordaron lo que debian. Veíamos que cada vez necesitaban menos leche de bote y que aguantaban más horas. Pasamos a sólo teta. Cada tres horas, una toma. Mi madre se marchó a su casa.

Las tomas eran de una hora, hasta que ellos solitos se quitaban. A las 3 horas justas pedían la siguiente toma. Entre medias, tenían algún cólico. Les poníamos un guante de goma relleno de agua templada en la barriga para calmarles, y tan fenomenal. No cabía en mí de felicidad: mis chicos estaban perfectos con lactancia exclusiva.

Pero no todo era felicidad

En esa tercera y cuarta semana de vida mis mellis no hicieron el peso que debían. J. sólo había engordado 30g. I., en cambio, perdió: pesaba menos que cuando salimos del hospital.

La ilusión de la lactancia exclusiva nos había cegado por completo. Los mellizos no estaban lactando durante una hora hasta quedarse satisfechos, sino que lactaban hasta que les dolía las mandíbulas de succionar. No salía leche suficiente para alimentarles: conductos estrechos, por lo visto. Y eso a lo que llamábamos cólicos era HAMBRE.

Nunca me perdonaré.

Así que seguí usando el sacaleches, y después le dábamos un biberón de leche especial para bebes con bajo peso.

Caída libre

Aunque me los ponía al pecho, ellos no conseguían sacar prácticamente nada. Se desesperaban de hambre. Era como si a un adulto le dan un plato de arroz para comérselo con palillos (a un adulto que no tenga maña, me refiero): tiene hambre, lo intenta, acaba comiendo poco y desistiendo. Con mis chicos, igual. Estaban empezando a pasar de la teta. Yo mientras usaba el sacaleches a cada rato y me tomaba cualquier cosa que fuera buena para producir leche. No tuve grietas, pero debido al uso/abuso del sacaleches sí empecé a tener molestias serias. No cuento más, que os vais a agarrar el pecho con gesto de dolor empático. Así que conocí nuevos amigos: pezoneras y aceite de vitamina E.

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Así pues les daba pecho, biberón de leche materna u biberón de leche para flaquitos.

La hecatombe

Cuando mi marido empezó a trabajar, los niños ya no necesitaban la leche para flaquitos. Pero mi pecho no daba mas de sí.

Los niños ya no querían hacer las tomas (menos aún con pezoneras), y el sacaleches no estimula como lo hace un bebé. Cada vez fue saliendo menos y menos, hasta que sólo obtenía 5 ml de leche de ambos pechos (tras una hora y media de ‘chupu-chupu’ mecánico). Algo más salía si lo hacía a mano. Sí, lectoras y lectores: aprendí a ordeñarme.

Y fue el final de mi lactancia.

Conclusión

Yo quería tener una lactancia exclusiva. Yo había soñado con ese oro líquido, fuente de nutrientes para los vástagos más bonitos del mundo.

Durante el embarazo y la crianza, talibanas de la lactancia y del biberón me atacaron. Como a todas las madres. Tambien tuve consejo de personas que sabían respetar otras opiniones.

El gran error fueron esas dos semanas en que mis mellizos no hicieron peso. La culpa me acompaña, y no puedo pensar en ello sin apenarme. Tal vez si hubiera estado menos presionada por las teta-libanas… Tal vez si hubiera tenido más criterio propio… Supongo que ninguna nacemos siendo madre, que nos vamos formando a medida que nos pasan cosas como éstas.

Yo luche por mi lactancia. Hice lo que pude. No me rendí cuando la leche no subía, ni ante la escasez ni ante el dolor. Y cuando leo que los lactantes no amamantados tiene mayor riesgo de dermatitis atópica, muerte súbita, asma,diabetes, cáncer de mama, hiperactividad, maltrato infantil,… SE ME LLEVAN LOS DEMONIOS. Artículos como éste sólo sirven para es hacer sentir culpables a las que no pudimos.

Ay, si yo hubiera podido comprar leche materna…

Si queréis quedaros con algo de esta experiencia os pido que sea: tomad ideas y opiniones de todos (de todas formas os las van a dar sin ser pedidas), y usad el sentido común.

Tags: lactancia, personal


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