Por Pablo Muñoz Unceta.
En Lima, los Proyectos Urbanos Integrales (PUI) desarrollados por el programa Barrio
Mío se han llevado a cabo en barrios con poblaciones (en la mayoría de los
casos) en torno a los 60 ó 70 mil habitantes. A través de indicadores
socioeconómicos, niveles de exposición al riesgo físico de las viviendas y sus
habitantes y la conformación geográfica de los barrios, se han delimitado un
total de 40 zonas de intervención en Lima Metropolitana.
En cada una de ellas, se llevaría a cabo un
PUI, desarrollado participativamente con la población. Para ello, un equipo
multidisciplinar de profesionales de la Municipalidad de Lima Metropolitana
conduciría un proceso de talleres y mesas de trabajo en el que participarían
representantes vecinales, instituciones y otros actores clave.
Los PUI se sostienen sobre cuatro ejes: Social-Cultural,
Físico-Espacial, Institucional-Político y Económico-Productivo; y se
desarrollan a partir de cinco estrategias:
- Establecer un sistema de subcentralidades y
servicios públicos, especialmente en las zonas donde el Estado y la
administración local no tienen presencia.
- Mejorar la conectividad del territorio,
tanto a nivel físico (vías, tránsito, transporte público) como organizacional
(tejido social y económico, confianza instituciones – población).
- Mitigar el riesgo en las zonas de ladera,
actualmente ocupadas por habitantes que viven en situación precaria e insegura.
- Mejorar los niveles de habitabilidad,
promoviendo un desarrollo sostenible del espacio público y el acceso a una
vivienda digna.
- Gestionar el borde urbano de la ciudad,
organizando el crecimiento habitacional y estableciendo alternativas de
ocupación de la frontera natural.
El fin último de estas estrategias es el
desarrollo de los barrios de la periferia de Lima, de tal manera que su
población tenga acceso a las mismas oportunidades que aquella que vive en otras
zonas de la ciudad con mayores recursos. Para ello, un PUI se entiende como una
hoja de ruta para gestionar las inversiones públicas (sea un programa social o
una obra de infraestructura) y privadas en el territorio. Se evitan así los
esfuerzos aislados por parte de administraciones locales, estatales o de la
misma población. El hecho de que el programa de inversiones sea desarrollado de
la mano con vecinas y vecinos de los barrios asegura parcialmente la
sostenibilidad y la rentabilidad social de los proyectos, ya que son
concertados y debatidos previamente a su desarrollo técnico. Se anticipan así algunos
problemas que puedan generarse en el camino y las inversiones públicas se
articulan con las necesidades reales de los y las pobladores. El mismo proceso
participativo fortalece además la organización barrial al generar un nuevo
espacio de encuentro y desarrollo conjunto entre la población, sus dirigentes y
las instituciones.
El tamaño (tanto en extensión como en habitantes)
de las zonas de intervención, obliga a trabajar no sólo con los representantes sociales
oficiales y los líderes vecinales, sino también con otros actores clave
(asociaciones de comerciantes, transportistas, grupos culturales, etc.) y, en
ocasiones, con una cuota extra de vecinos y vecinas de la comunidad, asegurando
además la participación más igualitaria posible entre mujeres, hombres, adolescentes,
niños, niñas y personas de la tercera edad. Nunca antes había hecho la Municipalidad
Metropolitana de Lima este tipo de trabajo, por lo que durante dos años se ha
generado una nueva metodología de trabajo. Los talleres no han sido sólo
herramientas para la recogida de datos o la aprobación de propuestas. Se han
intentado transformar en espacios de reflexión conjunta. En ellos, el trabajo
(tanto de diagnóstico como de propuesta) de los y las profesionales de la
Municipalidad se ha contrastado con la percepción de los y las participantes
sobre su territorio, y a partir de esa reflexión conjunta se desarrollaron los
diagnósticos o propuestas. Se ha conversado a través de grupos focales sobre
los mitos y las historias de la comunidad, tratando de, junto a los vecinos y
vecinas, entender cuáles eran sus anhelos, sus dificultades, su visión de
futuro. O se han armado complejos programas de inversión como rompecabezas de
presupuestos, impacto social, necesidades o factibilidad. En todos estos
ejemplos, el proceso es la herramienta para el mutuo entendimiento entre los
representantes de la Municipalidad y de la comunidad.
Pero a pesar de los esfuerzos, después de
dos años de trabajo no se han conseguido los resultados esperados. Hay seguramente
muchas razones que explican esto. No existía un marco legal para el desarrollo
y aprobación de los PUI como Planes Urbanos Especiales, por lo que su inclusión
en el Sistema Nacional de Inversión Pública fue complicada. El programa que los
desarrolló (BarrioMío) no contaba con una estructura administrativa formal, ni
dependiente de la Gerencia de Urbanismo ni con convenios institucionales
importantes, por lo que la falta de atribuciones para el desarrollo de
propuestas impedían la ejecución de proyectos de vivienda o equipamientos
públicos (entre otros), cuya competencia es de los ministerios correspondientes
(Vivienda, Educación o Salud, por ejemplo) y su impacto en el desarrollo urbano
de los barrios es capital. El tiempo de los procesos participativos era a
menudo corto (entre 5 y 8 meses) y la escala de los barrios muy grande, por lo
que la representatividad de los procesos respecto a grupos poblacionales de 60
mil personas era cuanto menos cuestionable. No había tampoco modo de asegurar
que en las etapas posteriores de desarrollo técnico de las propuestas pudiera
haber un grado importante de participación ciudadana.
Y sin embargo, la experiencia ha sido y es
necesaria para la ciudad y la ciudadanía de Lima. Es necesario trabajar de la
mano con la población, generar confianza real en las instituciones públicas y
construir ciudad entre todas y todos. El trabajo realizado acerca más a las
administraciones, a los profesionales públicos y a los vecinos y vecinas. Esto,
en última instancia, permite un gasto más eficiente de los recursos públicos,
una mayor sostenibilidad de las intervenciones, un mayor beneficio social y un
tejido social más fuerte en una ciudad con un pasado en el que la autogestión
ha jugado un importante papel.
De las 40 zonas delimitadas, se
determinaron 17 inicialmente cuyos PUI debían desarrollarse entre 2012 y 2014.
Sin embargo, en dos años se han desarrollado 9 proyectos urbanos integrales de
la mano de la población de cada uno de esos 9 barrios. A diferencia de Medellín
o Río de Janeiro, en dos años de trabajo no se ha llegado a implementar nada de
lo que se ha definido en estos proyectos, alcanzando sólo la hoja de ruta. Sin
una prueba del éxito (o fracaso) de éstos,
la nueva gestión municipal de Luis Castañeda, que ha tomado el relevo en la
alcaldía de Lima en enero de 2015, muy probablemente no continuará el trabajo
realizado. Se intentó también incorporar los PUI a la propuesta de Plan Urbano 2035 dentro del Programa
de Mejora Urbana, sin embargo es probable que dicho plan tampoco continúe
con la nueva gestión municipal. Existe todavía una esperanza: La población
participante en el proceso de los primeros 9 PUI tiene también una copia de los
proyectos y del plan de inversiones completo, convertidos ahora en herramientas
de presión política. Durante el proceso participativo se conformaron comités de
gestión, elegidos por la población participante y con un conocimiento más
profundo de las propuestas, que, ahora, pondrán a prueba la fortaleza y el
éxito de los procesos participativos de los PUI.
Nota del autor: Me hubiera gustado incluir más links
del trabajo realizado en los PUI, sin embargo la nueva gestión municipal ya ha eliminado todo el
material de la web del programa.
Pablo Muñoz Unceta es un arquitecto español que vive en Lima
desde el año 2011. Ha colaborado en diversos proyectos e investigaciones en los
barrios de la periferia de la ciudad y durante los años 2013 y 2014 trabajó
para la Municipalidad de Lima en el área de Proyectos Urbanos Integrales del
programa BarrioMío y en el equipo de vivienda del plan metropolitano de desarrollo
urbano Lima y Callao 2035.
*Este texto es la segunda de las dos partes en que se ha dividido Lima y los Planes Urbanos Integrales de Pablo Muñoz Unceta. Puedes leer la primera parte aqui.
Créditos de imágenes:
Imagen 01: Taller de Diagnóstico. Mapeo de la percepción del riesgo en la comunidad. PUI Huaycán. Distrito de
Ate. Etapa de Diagnóstico. (fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima – Programa
BarrioMío)
Imagen 02: Plano de Espacios de
Oportunidad del PUI Huaycán. Distrito de Ate. Etapa de propuesta.
(fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima – Programa BarrioMío)
Imagen 03: Taller de visión con
mujeres. PUI José Carlos Mariátegui. Distrito de Villa María del Triunfo. Etapa
de Visión. (fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima – Programa BarrioMío)
Imagen 04: Taller de visión con niños y
niñas. PUI José Carlos Mariátegui. Distrito de San Juan de Lurigancho. Etapa
de Visión. (fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima – Programa BarrioMío)
Revista Arquitectura
Sus últimos artículos
-
Activar y mejorar la red de espacios públicos para recuperar la vida urbana
-
Vídeo y presentación de la ponencia de Paisaje Transversal en COMUS 2020
-
La España vaciada se vuelca con Smart Rural 21 solicitando estrategias inteligentes
-
Escuchar y transformar, una metodología al servicio de la ciudad activa