Los Beatles, en Abbey Road.
Frase para la historia: “Cometí el error imperdonable de haber creído que actuaba bien”. Son diez palabras cosidas con hilo de disfraz de carnaval. Y valen lo mismo para un roto que para el fracaso de una invasión continental. Las pones en boca de Napoleón después de esa campaña de Rusia y te encajan. También sirven en la era moderna y para lo deportivo. El mismo Ben Johnson, que dicho sea de paso protagonizó la carrera más bonita de la historia, podría suscribirlas. Lástima que fuera hasta arriba de lo que iba. La vida es prueba y error debe pensar José María del Nido.
Al ex presidente del Sevilla le salió mal la jugada. Ayer lo explicó en una rueda de prensa que no he querido escuchar. No me interesa ni el fondo, ni el contexto, ni lo central, ni lo accesorio. Me interesa esta frase gloriosa. Ahora mismo compraría los derechos no para utilizarla yo (no lo quiera el destino), sino para prestársela a otros que la necesitan más. Lean, lean de nuevo: “Cometí el error imperdonable de haber creído que actuaba bien”. No quiero hacer leña del árbol caído, ya de muy niño me aterrorizaba la idea de acabar en la cárcel. No era un miedo infundado, lo hicieron muchos en mi barrio. Así que me siento solidario y le deseo lo mejor a este hombre cuando cumpla la condena de siete años por malversación y prevaricación.
Las facturas que le llevarán a prisión suman 2,7 millones de euros. Lo dicho, un error imperdonable. Y caro para el contribuyente. También pueden pronunciar la frase la cuadrilla que se reunió para solicitar el indulto, los presidentes de clubes que firmaron la petición. No me parece bien, pero puestos a tener gestos solidarios que pongan de su bolsillo los millones extraviados y se los devuelvan al Ayuntamiento de Marbella. En 1962, los directivos de Decca Recording Company rechazaron a los Beatles. “No nos gusta como suenan, y la música de la guitarra está pasando de moda”, fue la explicación que dieron. Llevan 52 años pronunciando la dichosa frase.