Revista Cultura y Ocio

Prueba y error

Por Finicolasgafas @Finiconlasgafas
El día cayó tan solitario como un cadáver tirado a una fosa sin ser común. El chaval tenía tantas perspectivas como una agenda vacía de apuntes de cualquier año vencido. Se fue a la cama sin cenar para aligerar sueños y pesadillas, esperando despertar así lo mas limpio posible. Las legañas fueron persianas de metal al abrir los ojos, el dolor de estómago fue de fuego y el de cabeza de los que no se olvidan. Estuvo todo el día maldiciendo los cuidados pretéritos, escupiendo palabrotas de esas que pudren el diccionario. Estuvo todo el día andando por la casa como un demonio contrahecho, dejando un rastro de peste y bilis hasta que comprendió su error. El día estaba cayendo como el anterior, pero iba a cambiar el planteamiento con furia. Se puso sus mejores galas mientras sonaba alto un disco de punk y rock grasiento. Decidió cenar en un bar donde la carne la ponían de entrante y los abstemios se abstenían de ir. Llamó al camello sin poner límite al dispendio ni al remordimiento. Fue pisando fuerte toda la noche, hablando con sentencias, como lo hace un pastor desde su púlpito. Bebió y consumió tóxicas sustancias hasta tocar el cielo del amanecer. Despertó al lado de un cuerpo que no era el suyo. Se vistió y se despidió como un dios de la elegancia. De camino a casa le acompañó un placentero bienestar al comprender que el cambio de conducta le llevó al mayor de los aciertos. Otro día cayó fulminante como lo hace un enfermo terminal, pero esa es otra historia.

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