¿Dios existe? Y en caso afirmativo, ¿se puede demostrar? Lo que está claro es que los hechos pueden ser demostrados si se tienen pruebas suficientes, pero la entidad de Dios no corresponde con un hecho, sino con una creencia. En tal caso, ¿se puede demostrar una creencia? Y la respuesta es no. Eso no quiere decir que Dios no exista, sólo significa que no se puede demostrar su existencia pues es un concepto subjetivo que depende de suposiciones, no de hechos.
La Ciencia puede seguir varias estrategias para llegar al conocimiento, concretamente, se puede hablar de tres variantes del método científico: el método inductivo, el método deductivo y el método hipotético-deductivo (León y Montero, 2004).
- Método inductivo. La primera postura parte de la observación de la realidad, la cual se generaliza, y a partir de ahí se formula una ley o regla científica que pueda ser aplicada a los demás casos (León y Montero, 2004). Un ejemplo que utiliza esta estrategia sería: al observar que todos los objetos que tienen masa son atraídos al centro de la Tierra, se puede generalizar y formular la ley de la gravedad.
- El método deductivo parte de una ley general de la que se llega a una conclusión (León y Montero, 2004). Por ejemplo, partiendo de la ley de la gravedad anteriormente enunciada, si tiramos un objeto desde cierta altura, éste caerá al suelo.
- Por último, el método hipotético-deductivo es una combinación de los dos anteriores que contrarresta los errores que pueden cometer. A partir de unos datos empíricos y observables puede llegarse a una conclusión o teoría, y a su vez, de esta teoría puede volver a deducirse ciertos datos contrastables. De este modo, una única teoría puede ir enriqueciéndose según aparezcan datos que la reformulen (León y Montero, 2004). Un ejemplo de esta estrategia sería cuando en Medicina investigan sobre un posible tratamiento para cierta enfermedad, y poco a poco van encontrando nuevos hallazgos que mejoren dicho tratamiento, pero para ello también deben tener en cuenta los conocimientos previos que les sirven de guía (por ejemplo, si saben que la causa de la gripe es un virus, no van a investigar sobre antibióticos para su tratamiento).
Este último método de hacer ciencia saca a relucir la importancia de la formulación y contrastación de hipótesis. Según León y Montero (2004), “una hipótesis es una solución tentativa para un problema”. Para que una hipótesis se acepte como cierta ha de ser contrastada, es decir, se tiene que poner a prueba su validez. Por ejemplo, si se tiene la hipótesis de que un determinado fármaco será eficaz para el tratamiento de una enfermedad, puede hacerse un experimento en el que a un grupo significativo de enfermos se le administra dicho fármaco y a otro grupo, un placebo (sin poder terapéutico). Si los resultados que obtienen son que el grupo al que se le administró el fármaco ha mejorado notablemente respecto al grupo al que se le administró el placebo, se puede concluir que dicho fármaco es eficaz para el tratamiento de dicha enfermedad, pues su poder terapéutico es mayor que el placebo, y por lo tanto, se confirma la hipótesis.
¿Cómo se pueden aplicar estos datos para saber si es posible la demostración de la existencia de Dios? No se puede demostrar la existencia de Dios porque no se pueden formular hipótesis que sean susceptibles de ser confirmadas, es decir, no se puede poner a prueba la existencia de algo si no hay evidencia empírica de ello. ¿Qué es una evidencia empírica? Es aquella que puede ser adquirida mediante la observación o experimentación. Entonces, no puede observarse su existencia ni realizarse un experimento que la confirme. Por ejemplo, si se supone que la existencia de Dios radica de algunos “hechos” que interpretan los creyentes como actos divinos (por ejemplo, los milagros), lo que realmente se está poniendo a prueba no es la existencia de Dios, sino de que han ocurrido ciertos hechos, pero no se puede demostrar a quién corresponde el mérito, es sólo una interpretación.
Tampoco puede considerarse como evidencia cuando los creyentes dicen experimentar ciertas experiencias subjetivas acerca de su divinidad (por ejemplo, “sentir” a Dios, un argumento con múltiples sesgos que pueden dan lugar a diversas interpretaciones), pues de nuevo se estaría probando la existencia de sus experiencias, no de la existencia de una divinidad que las cause; es otra mera interpretación.
La existencia de Dios no puede ser objetivamente observable, se trata de un supuesto sin base empírica (con base espiritual) que está sujeto a interpretaciones no objetivas (no científicas), por lo tanto, la Ciencia no puede demostrar la existencia de Dios.
Referencias bibliográficas
León, O.G. y Montero, I. (2004). Métodos de Investigación en Psicología y Educación (3ª Edición). Madrid: Mc Graw Hill