Pruébate ese vestido.
En la búsqueda de tu vestido de novia verás varios catálogos, recorrerás muchas webs de firmas nupciales y hasta verás desde el otro lado de la pantalla algún que otro desfile.
En casi todos encontrarás un denominador común: las modelos no sonríen.
No sé de quién fue la idea algún día de mostrar a las modelos de vestidos de novia serias y sin emoción. Son los vestidos de uno de los días más felices e importantes en la vida de las chicas y sin embargo ahí están las modelos, luciendo esos vestidos como quien se pone los vaqueros de la tienda de la esquina y va un lunes al trabajo. Vale, puede que con un poco más de estilo y alguna curva de menos pero las modelos deslucen los vestidos de novia.
Esto es así. Siempre lo he dicho, un vestido de novia es espectacular pero ese toque para ser lo más de lo más se lo da la novia, su felicidad, su ilusión, su “esta vez soy yo la que va de blanco”. Y eso es precisamente lo que les falta a las modelos. Son modelos, pero no son novias.
A un montón de chicas y a mi misma nos ha pasado, hay vestidos que en catálogo no te dicen nada pero alguien insiste en que te lo pruebes y no se sabe porqué pero ese vestido soso del catálogo es ahora un vestidazo espectacular. Es la magia de que un vestido de novia lo luzca una novia. Tu ilusión, tu sonrisa, tus nervios,tus giros en el probador… Todo eso es lo que hace que ese vestido sea mucho más que aquel que han fotografiado en la modelo de turno.
Pruébate ese vestido. He visto vestidos en modelos que no me han dado más y he pasado la página pero luego los he visto en una novia real y he exclamado un ¡¡wooowww!! Parecen otros. Tu tendrás más curvas, no darás la altura, te moverás como un pato al principio (y puede que al final también), pero llenarás el espacio.
Si el día que vas a probar vestidos observas el catálogo y ves algún vestido que te gusta pero que le falta algo, no lo dejes pasar. Quizás ese algo eres tú porque los vestidos están esperando a sus novias reales, que son las que les gustan. Pruébate de más que de menos.
Y que el vestido sea el que te elige a ti, porque eso es lo que pasa. Y que tú le des toda la vida al vestido que esas poses serias le han robado. Y por favor, no seas modelo en tu día. Sonríe, no te preocupes si en ciertas fotografías no tienes la pose perfecta y no cuentes tus pasos. Quizás no te gires tan perfecta como la dependienta te ha enseñado pero seguro que lo haces de una manera genial: tu manera.
Pruébate ese vestido y regálale la sonrisa que le falta.