Revista Opinión

Psicoestimulantes: cocaína y anfetaminas

Publicado el 18 diciembre 2019 por Carlosgu82

Los psicoestimulantes actúan en el cerebro modificando el estado de alerta del sujeto, aviva el tono general del organismo y facilita la capacidad de concentración y comprensión.

La gente suele utilizar los psicoestimulantes cuando requieren un aumento del rendimiento intelectual (en época de exámenes para los estudiantes por ejemplo) y mantener activo el sistema de alerta. Además liberan del sueño y la fatiga cuando se pretende mejorar la capacidad atlética o mental y, también, mejora el estado de ánimo.

Cuando los efectos de la droga se disipan el adicto puede dormir durante muchas horas y despertar hambriento o deprimido por ello recurre de nuevo a los psicoestimulantes convirtiendo su actitud en el común círculo vicioso propio de todos los adictos.

Dentro de las drogas psicoestimulantes tenemos la cocaína, las anfetaminas y la cafeína.

Los efectos varían en función de los diferentes mecanismos de actuación en el cerebro de cada una de las drogas.

La cafeína además de ser la que, con diferencia, provoca menos euforia en el individuo es una droga legal.

En cuanto a la cocaína, en un principio se pensaba que no era adictiva y, por lo tanto, consumiéndola no se sufría el síndrome de abstinencia que provocan otras drogas como los opiáceos. Más tarde se descubrió que el síndrome de abstinencia de la cocaína cursa con: disforia, anergia y depresión entre otras.

La cocaína es un fuerte adictógeno que genera dependencia. A dosis bajas aumenta la actividad locomotora pero a dosis altas da lugar a convulsiones y se puede morir por una sobredosis.

Actúa sobre la neurotransmisión dopaminérgica y refuerzan sus neuronas, de ahí la desmesurada energía y capacidad de concentración que aporta, tanto en humanos como en animales. En experimentos de laboratorio se comprobó que administrar cocaína a las ratas las llevaba a un estado de euforia en el que no podían parar hasta quedar totalmente extenuada por ello queda clara su alta capacidad de reforzamiento.

Los efectos secundarios que acompañan a su uso son: psicosis, taquicardias, fallos cardíacos y el riesgo de sida cuando es inyectada y se comparten jeringuillas.

El repetido consumo de cocaína produce tolerancia y sensibilización. La sensibilización es muy peligrosa ya que produce estados de pánico, paranoia y letalidad. Dependiendo del contexto (más tranquilo o más estresante). Se ha comprobado con ratas que en el ambiente más relajado la actividad motora se reduce considerablemente.

La tolerancia, por su parte, provoca que el adicto necesite la droga en mayor cantidad y más frecuentemente.

Anfetaminas

Las anfetaminas son drogas de diseño. Fueron descubiertas al tratar de encontrar compuestos parecidos a la adrenalina. La adrenalina, que es una hormona segregada por las glándulas suprarrenales, cuando se padece estrés o tensión dilata los bronquios, lo que provoca que el individuo respire más rápida y profundamente.

Atendiendo a datos históricos en Japón, durante la posguerra y debido a un anuncio por la gran cantidad de excedentes de anfetaminas producidas durante la segunda guerra mundial y de venta masiva se conocieron las anfetaminas a nivel mundial.

En la ciudad de San Francisco, a finales de los 60, los hippies la mezclaban con LSD para mayor efecto placentero. Inyectado llegaban antes a la euforia pero tras esa sensación le sobrevenía una rápida y profunda caída en depresión. Así la tolerancia se alcanzaba a un ritmo aún más rápido dando lugar a cuadros clínicos graves en cuanto a lo que adicciones se refiere.

Tanto la cocaína como las anfetaminas provocan estos efectos en el organismo: euforia, supresión del apetito, psicosis, energía, resistencia física y mental muy por encima de los límites normales.
Cuando el uso se vuelve crónico la tolerancia aumenta de tal manera que el individuo necesita consumir cantidades cada vez más altas que pueden llevar al sujeto a padecer psicosis anfetamímica con síntomas análogos a una esquizofrenia paranoide.


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