Comprender la vida emocional de los animales es un nuevo territorio para la ciencia. Tiempo atrás las emociones de los animales escapaban a los límites del hombre; los científicos que estudiaban el comportamiento animal se centraban en lo que podían ver, pero no en su interior, sus sentimientos.
Hoy en día, en varios países los animales tienen sus propios derechos. Pero, ¿cuándo fue que comenzamos a reconocer que hay un problema de bienestar en los animales? ¿cuándo simpatizamos con ellos y nos esforzamos por mejorar su bienestar y castigar a quienes los abusan? Si nos remontamos al año 1789, podremos ver al filósofo inglés Jeremy Bentham hablando sobre los derechos animales y preguntándose qué tan diferentes son los animales de los humanos, ¿solo porque no pueden hablar significa que no pueden sufrir? Bentham fue el primero en considerar la emoción animal y hablar de los derechos de estos. Gracias a este primer paso, años posteriores la ciencia se dispuso a indagar sobre el uso de lo que los humanos experimentamos como “sentimientos”.
En la actualidad, gracias al avance de la ciencia existen ramas de la psicología que estudian el comportamiento animal comparándolo con el comportamiento humano. Entre estas ramas podemos destacar la psicología canina.
¿Qué es la psicología canina?
La psicología canina se encarga de estudiar el comportamiento de los perros e, intenta comprender dicho comportamiento desde una perspectiva canina en vez de desde la perspectiva humana.
Esta rama de la psicología ha ido evolucionando con el paso del tiempo y, gracias al enfoque interdisciplinario que utiliza -incluyendo disciplinas como la historia, biología y antropología- se han logrado grandes investigaciones con exitosos resultados.
Al igual que en la psicología animal, en la psicología canina se utiliza el método comparativo -método que compara las diferencias y las similitudes de diferentes especies para entender de una mejor manera a un animal-.
Para estudiar el comportamiento canino se tienen en cuenta varios factores, entre ellos: el factor ambiental, que influye directamente en el comportamiento, ya que les obliga adaptarse al medio en el que habitan, y el factor genético, como la raza, que influye en el temperamento del animal.
El cerebro del perro
Las primeras semanas de vida de un cachorro son un momento de gran crecimiento y desarrollo cerebral. Desde el nacimiento hasta las 7 semanas es el momento en que se producen los mayores cambios físicos y conductuales, y es el momento en que se forma la personalidad básica del perro.
A las 8 semanas de edad, el cerebro de un cachorro puede funcionar casi al nivel del cerebro de un perro adulto, en términos de capacidad de aprendizaje. Sin embargo, a las a las 16 semanas, a medida que los cachorros maduran, la facilidad con la que aprenden comienza a disminuir.
El comportamiento del perro -como ya mencionamos anteriormente-, dependerá de su temperamento y de los factores ambientales que influyan en el. Por lo tanto, es posible modificar el comportamiento canino modificando el entorno, a través del acondicionamiento y el entrenamiento temprano.
Cada experiencia que tenga el cachorro, estimulará su desarrollo neuronal.A medida que el cerebro se desarrolla, también lo hará su capacidad de aprendizaje que estimulará aún más su desarrollo neuronal.
Gracias a extensas investigaciones se ha demostrado que, con moderación, el estrés puede estimular el cerebro canino en el momento más crucial de su desarrollo. Cuando un cachorro es correctamente estimulado durante este período, su cerebro madura más rápido y aumenta su tamaño para tener un cerebro más grande y con más células, que a su vez serán más grandes y habrán más interconexiones neuronales entre ellas.
Debido a que el cerebro del cachorro se encuentra en un estado de formación, las experiencias que experimenta a temprana edad impactarán directamente en el desarrollo de su mente. Esta es la razón por la cual las primeras semanas de vida de un cachorro, serán críticas para la vida de éste.
Al administrar el entorno del perro, podemos influir en la forma y la estructura final de su cerebro, y con la intervención temprana, se puede ayudar al cerebro del cachorro a desarrollar su máximo potencial.
Al ejercitar el cerebro del perro con desafíos mentales, la función cerebral general mejora. La conductividad de los nervios mejora tanto en velocidad como en precisión, el tiempo de recuperación de las sinapsis se acorta y los nervios pueden disparar repetidamente más rápido. La masa cerebral aumenta drásticamente a medida que aumenta la densidad de las células nerviosas, y la eficiencia cerebral general mejora significativamente. Entonces, si se realiza un entrenamiento temprano, con un cachorro de entre 7 y 16 semanas, se podrá notar una mayor eficacia que en entrenamientos con cachorros de edad superior, donde su función cerebral ya se encuentra desarrollada.
Etapas de desarrollo canino
El momento más importante en el desarrollo de un perro es durante el primer año, principalmente desde las 7 semanas hasta los 4 meses de vida. Comprender las etapas de desarrollo, nos ayuda a proporcionarle a nuestras mascotas lo que necesitan en el momento que lo necesitan, teniendo en cuenta su estado de maduración cerebral.
De 0 a 7 semanas: en las primeras 7 semanas de vida, los cachorros ya pueden utilizar todos sus sentidos; se vuelven móviles, comienzan a crecerles los dientes de leche y ya pueden ingerir alimentos sólidos. Se completa el destete de las madres a sus perros y empiezan a desarrollar su independencia. Sin embargo, durante este período, también hay lecciones muy importantes que los cachorros deben aprender de sus madres y hermanos. Por lo tanto, es importante que no sean retirados de sus hogares originales antes de las 7 semanas de edad.
En esta etapa aprenden rápidamente, por lo que es importante que los cuidadores les proporcionen a los cachorros una estimulación neurológica específica, un entorno complejo y una socialización cuidadosa.
De 7 a 16 semanas: a partir de la séptima semana los cachorros ya pueden ser adoptados por sus nuevas familias. El momento más adecuado para que esto suceda es entre las 8 y 10 semanas de edad.
De las 8 a las 11 semanas de edad, es importante estar al tanto de lo que se conoce como Período de Miedo-Impacto, donde los cachorros comienzan a conocer el miedo. Si sufren experiencias malas o atemorizantes durante este período, es probable que las impresiones duren toda la vida y resurjan durante la madurez. Por lo tanto, es importante proteger al cachorro de estos efectos a largo plazo evitando malas experiencias.
De 16 semanas a 4 meses: el cachorro ya se encuentra dentro del período de socialización, está conociendo el mundo y sus limitaciones, y su cerebro ya puede funcionar como el de un adulto. En estas semanas se puede reforzar el vínculo dueño-mascota, reafirmando las órdenes y sobre todo brindándole el afecto que tanto necesita.
Los cachorros de esta edad suelen comenzar a modelar su comportamiento de los perros más viejos del hogar, por tanto, si el perro más viejo se entrena bien y se comporta correctamente, el cachorro puede adoptar el comportamiento del adulto con bastante rapidez.
De 4 a 6 meses: en este período el cachorro ganará más energía y se volverá más inquieto. A causa incomodidad de la dentición, a medida que los dientes de leche comienzan a caerse y los dientes adultos entran en erupción, el perro podrá morder todo lo que encuentre a su alcance, desde hojas y calcetines hasta un sofá.
A los 6 meses el cachorro joven alcanzará la mayor parte de su estatura -aunque esta puede seguir aumentando hasta los 18 meses de edad-. Durante esta etapa también alcanzará la madurez sexual.
De 6 a 12 meses: ¡el período adolescente ha llegado! “El cachorro” ahora alcanzará su máximo poder y comenzará a probar sus alas. Este suele ser un momento difícil para los dueños; pero si se le brindó al cachorro un ambiente saludable, con la estimulación adecuada, marcando límites, y propiciando la socialización y el entrenamiento, probablemente este período no tenga grandes consecuencias.
A partir de los 12 meses: los cachorros jóvenes de raza pequeña-mediana generalmente ya habrán alcanzado su máximo desarrollo físico, por el contrario, los perros de raza grande podrán alcanzar su máximo crecimiento físico a los 18 meses.
Los perros de razas pequeñas usualmente alcanzan la madurez alrededor del año de edad, a diferencia de los perros de gran tamaño, que pueden tardar en alcanzar su madurez hasta los 2 años.
Mentalmente y socialmente, un perro puede considerarse un cachorro por hasta 4 años. A partir de ese momento podemos hablar de un perro adulto.
El comportamiento canino
Los perros evolucionaron a partir de sus ancestros lobo y crecieron en las innumerables razas que tenemos hoy. A pesar de la gran cantidad de razas y su influencia genética, cada perro tiene su propia personalidad individual.
El comportamiento de los perros nunca es completamente heredado o completamente adquirido. Se desarrolla bajo las influencias combinadas e interdependientes de factores hereditarios y ambientales. Sin embargo, puede ser guiado y modificado por la influencia de la experiencia.
Los recientes avances metodológicos en la investigación canina revelan que los perros experimentan emociones que derivan de las emociones perceptibles en los demás. Estos se atienen a las señales sociales, responden apropiadamente a las expresiones faciales humanas y de otros perros, y a los tonos de voz. También poseen la capacidad de aprender palabras, específicamente verbos y sustantivos. La comprensión de estas palabras les ayuda a entender las órdenes que emiten sus dueños y la palabra que éste utiliza para referirse a ellos (su nombre).
Sus regiones de recompensa límbica responden al olor de sus cuidadores, pero esto no quiere decir que los perros “huelan las emociones” del mismo. De hecho, es muy común escuchar que los perros huelen el miedo o que huelen cuando una persona está triste, pero esto no es más que una falacia. Aunque los perros tienen un sentido del olfato agudo, muy superior al nuestro, con el que recopilan información sobre su entorno, no hay sustancias químicas generadas por el miedo que se liberen en el aire. Su agudo sentido del olfato les permite detectar feromonas no volátiles en miembros de la misma especie, pero no en humanos. El miedo o la tristeza de un humano, es más probable que sea detectado por el perro mediante la observación de señales de comportamiento.
Cada perro posee un temperamento diferente, esto en ocasiones puede deberse a un factor genético, como la raza. Estos tienden a comportarse de manera diferente según la situación emocional, muestran expectativas impulsadas emocionalmente, presentan trastornos afectivos y exhiben algunos subcomponentes de la empatía.
El cerebro canino presenta una corteza prefrontal relativamente grande y, al igual que los primates, los perros tienen un área del cerebro especializada para la percepción del rostro.
No solo es la vida emocional de los perros diferente a la nuestra, sino que también, la evidencia sugiere que la forma en que nos perciben tiene poco parecido a la forma en la que creemos que lo hacen. Los perros probablemente solo sientan la mitad de las emociones que tenemos (pero, como resultado, pueden sentirlas más intensamente); pueden tener muchos grados de emoción, pero el alcance total de las emociones caninas permanece aún desconocido.
Emociones caninas
Las emociones se pueden dividir en dos tipos: emociones básicas (instintivas) y emociones reflexivas que requieren de un pensamiento consciente. El afecto, el miedo y la ansiedad se encuentran en el primer grupo de emociones; mientras que la culpa, el orgullo y el dolor se encuentran en el último.
Se ha demostrado que todos los mamíferos poseen estructuras cerebrales que les permiten sentir las mismas emociones básicas que nosotros, pero los perros, además de estas emociones básicas pueden presentar emociones reflexivas. Las emociones más notorias un perro son: miedo, angustia, alegría y celos.
Celos
Un experimento realizado para observar el comportamiento canino social adaptó un paradigma de los estudios de los bebés humanos para examinar los celos en los perros domésticos. Con el estudio se demostró que los perros exhibían comportamientos significativamente más celosos cuando sus dueños mostraban comportamientos afectivos hacia otro perro u hacia otra persona, en comparación con objetos no sociales. Por ejemplo, gruñir, interponerse entre el dueño y el otro perro, empujar, oler al dueño y al objeto social en cuestión (ya sea perro o persona).
El experimento anterior también fue realizado con monos, obteniendo el mismo resultado, por lo que se puede afirmar que los celos tienen un papel “primordial”en otras especies sociales además de los humanos.
Los celos en los perros pueden ser notados a simple vista ante la llegada de un nuevo integrante a la familia. Por ejemplo, cuando adoptamos un cachorro, es común que el perro adulto se sienta invadido, ansioso, y sienta celos de éste nuevo integrante. De acuerdo a la manera en la que el dueño se comporte ante los celos de sus perros, dependerá la relación que mantendrán estos canes.
Miedo
El miedo no está presente en los cachorros recién nacidos. Esta emoción comienza a desarrollarse lentamente alrededor de las 5 semanas de edad, y aumenta gradualmente hasta que aumenta el período de impresión de miedo durante la octava semana.
El miedo tanto en el perro como en el humano se manifiesta como una sensación instintiva de aprehensión, la cual resulta de una situación, persona u objeto que presenta una amenaza externa, ya sea real o percibida.
Si bien los perros presentan dos períodos claros de impresión de miedo -el primero de 8 a 11 semanas de edad y el segundo de 6 a 14 meses de edad-, es importante tener en cuenta que los perros pueden tener miedo de cosas específicas a cualquier edad y no se deben hacer generalizaciones.
Alegría
Al igual que se puede notar cuando un perro siente miedo, también se puede notar cuando siente alegría. Esta se aprecia en su cara y sus comportamientos.
Los perros se llenan de alegría cuando hacen sus actividades favoritas, desde perseguir pelotas en el parque y jugar con sus dueños, hasta acurrucarse en el sofá. También demuestran su alegría ante la presencia de su dueño o de una persona que les brinda cariño. No importa dónde estén o qué estén haciendo, ellos siempre encuentran la manera de divertirse.
Angustia
Así como el perro tiene la capacidad de sentir una alegría intensa, también tiene la capacidad de padecer un genuino estado de angustia y disgusto. Cuando un perro está disgustado esto puede notarse al observar su lenguaje corporal y las respuestas a su entorno.
El can puede sentirse angustiado por el simple hecho de ser una mascota, o por la presencia de un nuevo integrante perruno en la familia, pero también puede disgustarse ante un regaño o tras padecer algún malestar físico.